Videojuegos y pedos

La escatología: artículo de investigación.

Este fue uno de mis primeros artículos de investigación que realicé en la antigua Gamerah. Una extensa reflexión sobre el arte, el diseño y las profundidades del alma humana. Nos complace recuperarla ya que hace unos días, en el foro secreto, nuestros redactores japoneses afirmaban que, en el país de la bandera con connotaciones culares, está muy mal visto chasquear la lengua pero no así tirarse un buen pedo, acontecimiento que se celebra con risa y alborozo. ¡Qué gran país! Lástima que lo jodan todo haciendo videojuegos y esas canciones horribles en las que chillan todo el rato. En fin, que lo disfruten.


La escatología es un arte. De eso no hay duda. Sólo lee la palabra y pronuncia dulcemente: “escatología”. ¿Verdad que suena a conocimiento arcano? (Nota: arc-ano (!!!)) ¿A verdad irrefutable? ¿A sesuda investigación? No es para menos, no olvidemos que como forma de comunicación es aún más primaria que el lenguaje. Muchos hemos establecido el primer vínculo familiar con una sonora ventosidad, impropia de un ser tan menudo y adorable. Así que no renuncies a tus pedos, ellos nunca lo harían.

Hablábamos de arte. Recuerdo hace un par de años, cuando la Tate Gallery compró una lata de mierda. Vaya, me dije. Mira que yo he comprado discos de mierda, libros de mierda y videojuegos de mierda. Y lo que se cotizaban eran las latas. Mierda puta. Veamos la historia del artista, es tremenda. El tipo, Manzoni, murió a los 29 de cirrosis y, encabronado con el mundo, llenó un huevo de latas con su caca. En una carta le exponía un colega su teoría. Pretendía que los gases primigenios de las latas explosionasen con los años y manchasen las demás obras anejas de los coleccionistas que las compraran. Ese pequeño hijodeputa sabía bien lo que hacía, porque a día de hoy han explotado 45 de las 90 latas. Así que si sentís que hoy es vuestro día de suerte, visitad el Tate, buscad la letra M y acercad mucho la cara al expositor… Quién sabe.

En otros artículos de Gamerah ya hemos demostrado empíricamente la relación causa-efecto de los videojuegos con el constructivismo soviético, con la Lambada (el baile prohibido) y con la nutria de Basauri. Ahora es el turno de la mierda y los pedos. Y aquí, vaya si hay tema.

Los inicios.

La evolución del sonido de los videojuegos va pareja a su capacidad de reproducir pedos realistas. Así que si nos remontamos a las ñufas de 8 bits, tenemos una cita ineludible con el clásico de Spectrum, How to be a Perfect Bastard. Por no variar de registro diremos que era un zurullo admirable como juego. El protagonista era un tipo con el mismo aspecto que Willy el día después de la fiesta del corcho. Invitado a una party, debía desenvolverse con mesura y discreción para que no lo expulsaran abruptamente. Para ello disponíamos de una cuidada interfaz y un ingenioso sistema de mejora de habilidades que… A quién voy a engañar. Aquello no tenía pies ni cabeza. Como el 90% de los juegos de Spectrum. Pero te permitía tirarte sonoros pedos que hacían subir un simpático medidor. ¡Dios!, ¡cómo zumbaba el pequeño pero voluntarioso altavoz interno con cada ventosidad! Pero eso era todo. A modo de curiosidad, sólo podías aliviar el vientre en el WC, si lo hacías en una de las concurridas salas te ganabas un ban inmediato. Pero cómo te reías.

Y es que, a modo de teoría general sobre los pedos, nadie que aguante la risa ante un buen trallazo puede ser considerado buena persona. Dicen que ni Hitler, ni Stalin, ni Napoleón se tiraban pedos. Y que no solían alborozarse cuando un animoso allegado se ventilaba los bajos. Pensad por un momento en la de guerras que hubiéramos evitado impidiendo que apedorros alcanzaran el poder. Esto es cosa mía, pero debería haber una prueba de capacitación para ser líder político carismático. No sé, un par de sumas y restas. Y LAS PREGUNTAS:

1. ¿Te tiras pedos?
2. ¿Te ríes cuando alguien se zumba uno?

Una negativa y a la calle. Con un par. Es posible que Hiroshima se hubiera evitado un inmenso pepinazo si hubieran comprobado los pepinazos menores de aquellos belicosos y amarillentos generales. (De hecho, el color amarillo de los japoneses es debido a su rígida educación, que les obliga a contener su vientre en público. Os avisaré cuando tenga la teoría que explica lo de las manos pequeñas.)

Pero centrémonos. Que os distrae una mosca. Vamos a otro clásico gorrino. Monkey Island 2. Antes de eso, aviso. No voy a glosar todos los juegos cochinos que en la historia han sido. Sólo los que a mí, personalmente me han impactado. Y hablando de impactos y Monkey Island 2, no podemos evitar hablar de escupitajos, esa guarrería de segunda división. Recuerdo que me compré una Soundblaster sólo para atormentar a mis vecinos a base aquellos gargajos perfectamente digitalizados con los que Guybrush competía traperamente. Y con los que adornaba a su compañero de celda en aquella fantástica escena sado-piratona.

Libera tu carisma.

Dicen que el alcohol es el mejor lubricante social. Falso. Simplemente es un inhibidor del sentido del ridículo. Es trampa, como la novocaína de los dentistas. Así, cualquiera sigue sonriendo. Imagínate, vas a conocer a los padres de tu novia. Por ponerlo más difícil, son maoríes y sabes que no hace tantas generaciones las cenas de invitados consistían en un menú precisamente de invitados. Y tú de maorí sólo sabes decir “el hermano de la séptima mujer de mi padre tiene una gran cantidad de ñus”. A ver con qué cara te presentas. Que si se encabronan igual te la reducen. Pero no pasa nada. Qué mejor manera de romper el hielo que abriendo fuego ante diecisiete pivots de la NBA sonrientes. Eso lo entiende todo dios. “Alegre trueno de bajo vientre”, lo llaman ciertas tribus australianas. Y hasta montan fiestas en primavera. “Fiesta del alegre trueno del bajo vientre” la llaman. O “¿Recuerdas aquella fiesta en la que el Gran Dudú bebió agua de muerte y se quiso casar con uno de los ñus del hermano de la séptima mujer de mi padre?” O algo así.

Vamos, que socialmente siempre han estado bien vistas las ventosidades en público. El mismo rey Luis XVIII recibía audiencias en los excusados. Y no creo que Luis XVIII fuera un tipo de remilgos. «Francoise, ¿dónde está la pluma para firmar los… ¡ahiváahiváese!… tratados? Un día perderé la cabeza… ¡vaya, venía con regalito!… por aquí la dejé».

Pero la rígida moral católica se encargó de terminar con la fiesta. Los pedos en privado y con la luz apagada. Así nos luce el pelo. Grandes pedorros fueron quemados en la hoguera, y cuenta Fray Domenico de la Borbolla que “acostumbraban regocijantes, a avivar la llama que el sayo les prendía con desvergonzados rugidos intestinales”. Cachondos hasta el final.

El caso es que el pedo como determinante social ha sido fielmente reflejado en juegos de pocos prejuicios. Oddworld, por ejemplo, con una cuidada interfaz que nos permitía hacer amigos a base de ruidos ventosos y saludos combinados. Y nos seguían, y hacían lo que les ordenábamos. Como en la realidad. Porque un buen cuesco, crea seguidores. Y lo mismo que ese mismo cuesco puede dejar secuelas en la ropa interior Oddworld logró perpetuarse en dos nuevos títulos más.

En el mismo espectro aromático podríamos destacar a la, odiada por unos y odiada por otros, obra magna de Peter Moulineaux: el Fable. Aquí, el cuidado y el mimo que destilaba el juego florecía en todo su esplendor. Los pedos de nuestro personaje rugían heroicos a través de las paredes del Gremio de Héroes, provocando el sonrojo de damas y la admiración de los caballeros. Y qué me dices de los eructos. Masculinos, largos y sentidos. Un sistema de interacción con Albión tan sutil que pocos fueron capaces de ver más allá de la broma puntual y nadie entendió la sutil sugerencia del autor del juego que sublimaba una pulsión tan vieja como la más vieja de las secuoyas del monte Rushmore; el poder responder a las más sesudas preguntas de la existencia mediante un pedo, un eructo o un moco.

Dios/Alá/Elvis: ¡Oddler! Misógino, seguero… según veo aquí 3.045.567 actos de onanismo y 23.945.000 mentiras cochinas, en fin, los abogados venís con 3.000.000 de mentiras cochinas de serie, pero a ti te ha gustado esto ¿no? ¡Oh, redactor en gamerah eso son unos cuantos puntos a favor! Sigamos… violaste un pollo y te saltaste todas las clases de ética en BUP… veamos… eso hace un total de 3.045 años en el purgatorio… has sido del Barca así que te convalido 45 de purgatorio y lo dejamos en 3.000.

¡Bien! ¡Es ahora o nunca! ¿Te arrepientes de tus actos y abrazas la fe divina?

Oddler: ¡Preeet!

Qué momento. Ese es el sentido de Fable. Esa comunión divina de comunicación e intestinos. Me emociono. De ahí el 7 que le casqué.

Ahora, un clásico de mierda.

Sí, Conker. Lo estabais deseando, perras. Y Papá Alcalde tiene para todas. Veamos. El juego maldito de Nintendo 64. El plan de jubilación de los especuladores más avispados. La obra maestra de Rare. Deslenguado, ¡oh!, sucio, ¡oh… oh!, ¡¡¡ADULTO!!!

Yamma: Que me lleven los demonios si estoy dispuesto a oír una vez más que Nintendo es infantil. Llama a esos tipos de Rare. Quiero en juego cochino en 24 horas. Sí a todo. Vía libre. Después vienes a seguir recogiendo pastillas de jabón, Yoshi.

Y lo hicieron. Y visto el resultado damos fe de que lo lograron en 24 horas. Porque el juego es caca, como no podía ser de otra manera. Pero las cosas como son. Es el juego más abiertamente infantil del catálogo de Nintendo. Es como cuando alguien te dice que te va a contar un chiste de pedos. ¡Error! Si es de pedos no lo digas, deja espacio libre a la gracieta y que sorprenda a la audiencia. ¿No son esos los mejores pedos? Es más, ¿conoces una manera mejor de hacer huir a tus contertulios que anunciando una ventosidad? ¡No al juego limpio! ¡Hay que zurrarse cuando todo el mundo está reunido y con las defensas bajas! ¡Compartir es vivir! Así que malamente un juego cochino puede considerarse parte del arte del guarrindongueo cuando lo anuncia en portada sin pudor alguno. ¡Eso nunca!

Claro que Conker tiene momentos gozosos. Esa cacota gigante cantando ópera. Esas bolitas de mierda empujables entre sonoros chofs-chofs. Esos pedetes demoníacos. No puedo dejar de aprobar estas ocasionales cochinerías, pero lo que es el juego no merece más allá de la leve sonrisa ante el eructito forzado de un prepúber. Esos diálogos cuya única y escasa gracia está en la densidad de tacos por frase, ese desarrollo simplón y desmadejado. Que no.

Desde aquí reclamo las guarrerías como ingrediente en la mezcla. No como plato único. El humor está en el contraste, en lo impredecible. Y a Conker se le ve venir desde tan lejos que el chiste viene ya reído. Como comprarse un CD sin retractilar o un zapato con un calcetín dentro. Digamos no al chiste con carrerilla y sí al eructo imprevisto.

En concusión.

Quizá no sea el primero en ver la belleza tras la escatología. Pero ahora que estamos cerca de la hoguera, es el momento de reflexionar sobre el por qué de esta fijación histórica. Creo que tiene algo que ver con los límites de la realización humana. ¿A quién no le gustaría conocer la horquilla de la potencialidad de la humanidad e incluso la suya propia? Tanto el límite superior como el inferior. Y como es imposible atisbar el límite por arriba (cuando pensabas que la mayonesa era la cima suprema descubriste el alioli, d’oh!), nada mejor que mirar hacia abajo. Y ahí las cosas están mucho más claras. Sabes perfectamente cual es tu límite de bajeza. Nada hay bajo el nivel de la mierda.

Esa realidad es confortante. Puedes saltar hacia arriba sin mirar lo que hay arriba, pero jamás saltarás hacia abajo sin ver lo que hay abajo. Un colchón, aunque sea de caca, siempre reconforta. Y de ahí a las estrellas. Porque la potencialidad está ahí. ¿Qué es el estiércol si no la base de la vida? No olvidemos la vieja expresión “del polvo vienes y en polvo te convertirás”, en su acepción latina “pulvis” que en su forma más primordial es sinónimo de caca. Caca eres y en caca te convertirás. Gracias, gracias.

Pero no habría teoría formal si no pudiéramos trasladar esos parámetros de actuación de la marranería a fenómenos superiores. Y aquí el terreno está abonado, nunca mejor dicho. Quisiera rescatar de erial de la Historia al poco famoso filósofo y poeta griego Egóglates. Bien cierto es que siempre fue un paria en la sociedad filosófica de la Grecia Clásica. Al pobre desgraciado le gustaban la cerveza y las chicas, en vez de el vino y los chicos como a Aristóteles. Y eso nunca se lo perdonaron. Ni tan siquiera cuando avanzó en exclusiva en sus “Pensamientos achispados” un esbozo de las teorías actuales de la creación del cosmos. Mientras la corriente dominante iniciada por Platón seguía teorizando con multicines y sombras chinescas, Egóglates dio en el blanco del origen de las empanadas de atún, los sacapuntas, los mocos y en definitiva de todo el Universo.

Porque, amigos, ¿qué otra cosa fue el Big Bang sino un inmenso, definitivo y primigenio pedo celestial? ¿Qué es la radiación de fondo, todavía presente en la actualidad, más que los ecos del atronador estruendo de aquella ventosidad vital? ¿Son los planetas algo más que los tarzanetes del infinito gayumbo telúrico que es el espacio-tiempo? Desde luego que no.

Así que pensadlo. Cada vez que una fabada os hierva en el colon. Cada vez que un chile picante os hormiguee en el estómago. Cada vez que una castaña pilonga se niegue a ser correctamente digerida, no os privéis. Pensad que con cada alivio eólico estáis recreando vuestros orígenes, los orígenes de la Humanidad y los orígenes del Universo.

Ese sagrado momento, es lo más cerca que estaréis nunca de ser Dios.

(Coaching de mongolos)

¡Arrrrtículos de coña!

Un comentario

  1. Venía pensando en este artículo de antaño (más precisamente en las latas con mierda) mientras iba viajando en tren (calculo que porque estaba teniendo un viaje de mierda) y me dije: "voy a entrar a Gamerah a ver en que andan..."
    Y que descubro? Que el artículo en el que venía pensando fue recuperado y puesto a disposición para la posteridad. Mucha casualidad. Es una señal... ¿de mierda?
    Saludos desde Argentina!

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