Street Fighter 6

Es MUY FEO.

Como aún pienso (de manera algo insensata) que nuestro lector medio conserva unas cuantas neuronas, no voy a perder tiempo explicando lo que es Street Fighter a estas alturas, su historia y el tipo de juego que es. Si no lo sabéis, no sé qué leches estáis haciendo al leer estas líneas. Desvaríos de una mente enajenada, supongo.

Primer inciso preparatorio: jugué Street Fighter 2 cuando los bares aún tenían recreativas y estas funcionaban con monedas de cinco duros. Disfruté SF Zero como un enano. Mi terapeuta definió mi relación con SF3 3rd Strike como «obsesión enfermiza». Disfruté muchísimo de SF IV a pesar de mis reticencias iniciales. Si queréis tildarme de pollavieja en juegos de lucha no os llevaré la contraria.

Segundo inciso preparatorio: considero Street Fighter V el mayor insulto que han recibido los jugadores a nivel planetario desde que Yamma señaló con su dedo a Gunpei y dijo «que parezca un accidente». Street Fighter V me ha costado años de vida, amigos y puestos de trabajo. Un juego tan mongolizante, tan mal acabado, tan pésimamente concebido y que además se haya jugado durante años al final termina siendo una muestra evidente de lo bajo que ha caído la capacidad crítica del fan medio. Fan que se dejó atracar durante años y años mediante atroces pases de temporada, pases de personajes, packs de trajes y variadas pollas en vinagre. No es que hayáis alimentado a la bestia, es que entregasteis a vuestras novias y vuestras madres para que se las comiese. Luego, como siempre, llegan los lloros de la comunidad. En eso da igual la época en la que mires, siempre se llora por todo.

Street Fighter 6 llega con no pocas dudas bajo el brazo. Por una parte, Capcom se encuentra en un estado de gracia como pocos ha disfrutado en sus décadas de historia tras títulos que han vendido lo que no está escrito como los últimos Monster Hunter, Devil May Cry V o los Resident Evil en primera persona. Por otro lado, el jugador mínimamente informado sabe que SF6 no es obra de Capcom sino de DIMPS: la subcontrata fundada por el pobre Takashi Nishiyama, tipo al que le debemos prácticamente todo lo bueno que tiene el género de los juegos de lucha, tipo al que nadie conoce y tipo al que Capcom lleva malpagando más décadas que las que tenéis muchos de vosotros de vida.

Si nos ponemos a mirarlo desde lejos, la verdad es que el juego es feo. Tiene una fealdad intensa, premeditada y ejecutada con un talento insólito. Es como ver a Dalí pintando a Gala puesto de farlopa y después de que ella le pusiese los cuernos por cuarta vez en la mañana. La tradicional pareja protagonista de Ryu y Ken han sido pasados por el filtro James Mangold que dicta que para que un personaje sea maduro e interesante hay que mostrarlo achacoso, patético, medio inútil y asqueado con todo. Personajes femeninos de anteriores entregas como Chun Li, Cammy o Juri han sido corregidas en físico y vestimenta para casar mejor con estos mojigatos tiempos que vivimos de cilicio y bromuro. Y los personajes nuevos oscilan entre el poochi vergonzante de Luke o Jaimie y la pochez de tercera división de JP o Lily. Mención especial merece Manon, judoka francesa con unas extremidades que parecen compuestas íntegramente de codos y que logra ser horrendo sin que nadie tenga muy claro si es hombre, mujer, transgénero, no binarie o helicóptero. Tiene mérito alcanzar esos niveles de unanimidad en el arte del espantajo y adefesio.

Pero el caso es que luego te pones a los mandos y lo que es jugarse, se juega muy bien. Todos los personajes tienen una buena variedad de golpes diferentes con distintas propiedades que aprovechar incluidos los antiguos que ven renovado su arsenal. Las cosas salen a la primera, las secuencias de golpes se enlazan de manera fluida y los combates transcurren con emoción y placer. Han incluido tres sistemas de control ―para gente normal, mongolos y muy mongolos― así que nadie puede excusarse ya en la carencia de pulgares oponibles para hacer los supers. Entre las mecánicas nuevas hay una bastante interesante que depende de una barra secundaria y permite desde realizar los golpes EX hasta cancels para bobos, cubrirse sin perder vida o movimientos con autoguardia que permiten romper las defensas del otro… a no ser que el rival contraataque con un movimiento idéntico y te termines llevando tremenda somanta de hostias. La verdad es que la sensación de intercambio de golpes, inseguridad hasta el último momento y satisfacción a la hora de partirle la cara a alguien está muy conseguida. El juego entretiene e invita a seguir jugando. Como dicen en nuestro No-Podcast: pulsas botones y sientes gustito en los cojones. Hasta se juega online de rechupete… en cuando aprendes a no aceptar partidas de gente con wifi. En el juego online el petardeo y la tartamudez tiene cura, que no te engañen.

Entonces, ¿podemos asumir que Capcom ha aprendido de los errores del pasado? Pues no, lerdos, que parece que acabáis de caeros del guindo. Capcom lo único que ha hecho es aprender a envolver las trampas con un precioso papel brillante y un lazo de fantasía.

Street Fighter 6 no ha sido concebido como un videojuego. Ni siquiera como un juego como servicio, tan de moda como está ahora el término. El puñetero título es una gigantesca plataforma de venta de DLC pensada para estar sacándonos los cuartos cada poco tiempo. Le faltaba medio año al juego para salir y ya se habían filtrado los personajes con los que contaría de salida y los que te iban a ir vendiendo durante los seis primeros meses. Por supuesto, la variedad de artículos que pueden venderte aparte de los personajes es abrumadora: trajes clásicos y alternativos, bandas sonoras de anteriores entregas, elementos cosméticos para tu avatar, escenarios, títulos… hasta los colores que antes dependían del botón que pulsases al elegir personaje ahora son de pago. Por poder hasta pueden vender títulos clásicos de Capcom como Final Fight, Ghouls’n Ghosts o Street Fighter 2 para jugarlos en el salón recreativo online que sirve de nexo para los modos de juego. De momento estos jueguecillos son gratis y los van rotando pero claro, cualquiera se fía de esta banda. Ya han comenzado a soltar personajes del primer pase de temporada que hay pagar a tocateja y que es evidente que tenían más que terminados en el momento de salir el juego. A la vez, se ha ido reduciendo la cantidad y recompensas de las misiones diarias que sirven para comprar chuminadas que estaban activas desde el primer día.

Acabando que ya son horas: ¿está bien Street Fighter 6? Sí. ¿Se juega con gusto? Sin duda. ¿Va a ser el juego en el que se centre toda la escena competitiva en cuanto a juegos de tortas durante los próximos años? Lo tiene bastante crudo en cuanto salga el dichoso juego de lucha de League of Legends, que apunta a bodrio infame desde el primer video pero que con esa mochila detrás no le va a hacer falta ni publicidad para romper el mercado. Es lo que hay, al menos en el mercado occidental.

Cochino profesional desde 1999 & Vinagre vocacional desde el Cámbrico.

3 Comments

  1. "Tiene una fealdad intensa, premeditada y ejecutada con un talento insólito". Últimamente a Capcom hasta hacer cosas feas le sale bien.

  2. Lo importante es la belleza interior.

    ...dicen los feos

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