Hijos y videojuegos (II)

No nos merecemos a los perros. A los hijos sí.

Bienvenidos a la segunda parte de la tercera edición de nuestra aclamada serie de features «Perros en videojuegos» (primera y segunda y tercera primera parte). En esta segunda tercera parte, a los redactores se les olvida un poco hablar de perretes pero no pasa nada porque les queremos igual.


A la pluma: El Alcalde

La paternidad está sobrevalorada.

Entiendo que ese pulso para reproducirse es poderoso, que evita una extinción y que el procedimiento no es excesivamente complejo (a menos que vivas en el norte). A veces, es incluso placentero, dicen algunos. El caso es que tienes hijos y te ves cometiendo todos los errores posibles en su educación. Como sugerirles qué videojuegos son adecuados para ellos. (Mmmmm… ¿Shenmue puede ser una gran idea?)

Hagámoslo. «Educar» es una palabra que se refiere al proceso de meter todas tus mierdas de la cabeza en la cabeza de una especie de medio clon tuyo. A martillazos si hace falta. Y en este sentido, la naturaleza se abre paso. Tus retoños siempre elegirán el camino contrario del que les marques.

Con esa idea en la cabeza, intenté aplicar la psicología inversa animando a mi vástago a que probara el Zelda BOTW. El resultado fue un fracaso absoluto. Le gustó, me dio la razón y apunta en un pequeño calendario los días que quedan hasta que salga la segunda parte (¡con extra de bostezos y páramos vacíos!). Así que poca enseñanza vais a poder extraer de mis palabras. Hagáis lo que hagáis, lo vais a hacer mal.


A la pluma: Nae

Intento escribir esto mientras el más pequeño de mis retoños va por la casa persiguiendo al resto de la familia, micrófono portátil en mano, para hacer todo tipo de ruidos. Por ahora está siendo un fracaso. Al menos he conseguido leer lo que han escrito el resto de mis compañeros antes que vosotros. Alguna cosa buena tendría que tener estar en Gamerah.

Por ello puedo decir, lo primero, que me esperaba otra cosa. Rollo que cada uno hablase de una historia de un juego y sus retoños. Como el Alcalde y su hijo con Breath of the Wild, pero guay. En mi caso, intenté que el mayor conociese los videojuegos, pero no los jugase con cierta regularidad hasta los tres a;os. Y os puedo decir que en mi experiencia es una buena idea, porque hasta los tres no tienen demasiada coordinación mano-ojo. Y el primer juego con el que se pasó una fase fue el Sonic de Master System. Que es un juego cojonudo, porque el botón 1 y el 2 hacen lo mismo: saltar. Y el botón de pausa, que en casi todos los cacharros es el culpable de que pausen el juego y tengas que ir a ver qué pasa y arreglarlo, en la Master System está INTELIGENTEMENTE puesto en la consola, no en el mando. La humanidad se ha preguntado durante siglos porqué esto era así, y la respuesta es porque en SEGA tenían hijos, no como los imberbes nintenderos.

Dicho esto, las tornas ahora se han cambiado, y tengo que reconocer que posiblemente los mejores juegos para jugar con niños son de los nintendos. Kirby y Yoshi, concretamente, son dos personajes y juegos (los que sean) muy aptos para jugar con crios, pero también recomiendo el juego del ganso (Untitled Goose Game), Donut County, Pode, Lovers in a Dangerous Spacetime, Pikuniku y Super Chariot. Y mas conocidos Rayman Legends, Battletoads, Street Fighter, Bubble Bobble, Pang, Puyo Puyo y el Taiko no Tatsujin.

Otra cosa que personalmente me parece importante es no quedarse en las consolas, sino intentar ser un poco didáctico y que sepan que hubo un Amstrad CPC, Spectrum, Amiga y otras cosas antes de las consolas (que ahora quedan el pc y los móviles-tablets).

Disfruten jugando con sus hijos, amics.


A la pluma: Karawapo

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Mis hijos juegan mucho menos que yo a su edad y tampoco tienen mucho recorrido todavía, así que el hijo voy a ser yo.

No recuerdo que mi madre jugara nunca a videojuegos, pero fue mi padre quien compró el Spectrum alrededor de 1985, y el que traía las cintas, picaba el código de las revistas, y jugaba a los juegos difíciles como Manic Miner o Jet Set Willy.

Recuerdo programas como uno que mostraba una sola letra a pantalla completa cuando tocabas una tecla, o uno de preguntas y respuestas que iba registrando la información nueva que le ibas introduciendo y no dejaba de crecer. No era un modelo lingüístico que se pudiera entrenar, y el aprendizaje no era ni automático ni aprendizaje, pero recuerdo que se cansó de que yo llenara la cinta de caca culo pedo pis, y creo que lo borró.

Al ser el Spectrum la primera experiencia con videojuegos de la familia, mi padre no tenía experiencia con videojuegos que yo no hubiera visto por ser demasiado joven. Pero no me siguió al mundo de las consolas ni del gameboyismo: siempre ha sido usuario de ordenador.

Una cosa que siempre recordaré es que la primera maquinita Game & Watch que tuve fue Pinball porque él pensó que al no pasar siempre exactamente lo mismo en el juego podría ser el juego con más «valor» de entre sus hermanos. Por lo general, no le interesa que se ponga a prueba la capacidad del jugador para memorizar patrones sino juegos que puedan dar experiencias diferentes cada vez.

Mi padre acabó entrando en los RTS y en los MMORPG, que son tipos de juego mucho menos deterministas que un Mario.

Todavía hay juegos como The Fate of Atlantis que yo no me he pasado y mi padre sí, y cuando quiera me lo puede restregar igual de bien que yo puedo restregar a mis hijos que sus aventuras gráficas nunca superaran la calidad total del Sam & Max, o que sus juegos de mundo persistente nunca tendrán el mismo gameflus que un Dragon Quest con encuentros aleatorios. Así que puede que no siempre sea muy relevante conocer juegos que nuestros vástagos nunca hayan tenido la oportunidad de ver.


A la pluma: Bola

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3 comentarios

  1. Mis padres no eran muy aficionados a ver a su hijo metido en casa jugando ya fuera jueguitos de Game & Watch, o bien cuanto juego de Famicom cayera en mis manos (los Game & Watch me los compraron ellos, pero el Famicom me lo compré yo trabajando a mis 14 años). Estar metido en casa me hizo evitar el mierdero que era la vida afuera en el vecindario, con sus pandillas baratas y demás, por lo que siempre me dije que a mis hijos los dejaría jugar lo que quisieran y de ser posible jugaría con ellos. Ahora mis hijas juegan sin problema Circus Charlie o Mario Kart 8, y hago lo posible por al menos tratar de entender de qué trata Pokemon Legends. Estoy seguro que cuando sea un viejo decrépito, ellas me darán el control y luego me dejarán jugar a mis anchas con tal que me quede callado y las deje hacer sus cosas en paz, de la misma manera que mis padres hacían conmigo, tal vez sin darse cuenta.

  2. Aún recuerdo cuando me pasaba las tardes encerrado en mi habitacióm fundiendo el Amstrad CPC y mis padres me insistian para que "saliese por ahí" los fines de semana.

    Luego empecé a salir de discotecas y el discurso cambió a "no salgas tanto".

    Padres, esos seres contradictorios.

    Viva Gamerah (y SEGA)

  3. Mis padres se opusieron siempre a eso de los marcianitos.
    Como es ley de vida, yo me rebelé primero en los recreativos y más tarde consiguiendo por mis métodos una mega drive y una gameboy de segunda mano.
    Las jugaba compulsivamente hasta que me sangraban los ojos. Mis padres, que trabajaban los dos, solo podían aceptar con resignación que su hijo malgastase su infancia pegado a las maquinitas.
    Al cerrar los recreativos, pasé a los cibers. Cuando volvía a casa siempre me echaban la púa porque apestaba a tabaco. De nada servía decirles que yo no fumaba. Y eso que por aquel entonces detestaba el tabaco...
    20 años después tengo que darles la razón en todo. A día de hoy, fumo como un cabrón y tengo un enganche a esta mierda de los muñequitos que me impide hacer nada con mi vida.
    Ojalá no los hubieran creado nunca.

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