
Esta semana teníamos un programa de Gamerah de noche dedicado al completo al Absolum, pero no se ha grabado bien y es irrecuperable. Os tendréis que conformar con un texto de 1500 palabras sobre el mismo tema.
A la pluma: el Alcalde
En Gamerah somos esclavos de la actualidad. No sé si lo sabíais. Solo nos interesa el hoy. El ahora. Somos Generación Ya. Y, por ello, no podíamos dejar pasar la oportunidad de reseñar el juego de actualidad a la vez que evitamos calarnos nuestras gorras de Caja Rural hasta las orejas como siempre y la posamos, almidonada, en nuestras esteparias coronillas. Gamerah, a la moda.
¿Y de qué hablan los joveznos? De Absolum, el nuevo beat’em up, barra regolito, de Dotemu, los esforzados franchutes que nos trajeron el Streets of Rage 4 para gozo del sector de las hostias en vinagre de Gamerah. Parece ser que a los señores de Dotemu, oh la lá, el simple y honesto genero de los yo contra el barrio se les ha quedado pequeño y qué mejor manera de congraciarse con la crítica especializada que mezclar ambos mundos, el roguelike y el beat’em up, creando el híbrido que nadie había pedido, el rogelhostias. Pero a ver, ¿qué necesidad había? Un Yo Contra la Mazmorra hubiera sido más que suficiente. ¿Para qué coño lo regolizas? ¿Quieres el GOTY, eh, Afflelou? Pues ni GOTY ni GOTO. En Gamerah no estamos complacidos con tu invento jugable.
Ni siquiera tu propio juego está de acuerdo contigo, Afflelou. Porque detrás del cobarde artificio del regolito, Absolum se resiste, como un hámster atrapado en cinta americana, a su cruel destino. Absolum quiere ser un Yo Contra la Mazmorra. Su combate destila gameflus. Su ambientación y sus animaciones convencen. Ese trasunto de fantasía heroica funciona sin molestar. Aquí hay juego, pero te empeñas en meterle árboles de habilidades, supers, poderes, amuletos, mejoras y todo tipo de zarandajas que sepultan aún más el juego que Absolum quiere ser: un simple y honesto juego de hostias. Algo que florece cuando llevas ya tus buenas diez horitas y estás a punto de mandar a Dotemu a tomar por culo. Porque un regolito, asumámoslo, no es más que un antijuego. Porque un juego comme il faut debe cumplir un axioma inevitable: la dificultad debe aumentar según avanzas. Sin embargo, el regolito hace lo contrario. Según juegas, la dificultad se reduce. Y eso, señores enfants de la patrie míos, NO-PUEDE-SER en un beatemup. NO. NO. NO.
El género de las hostias avanzando pide, EXIGE, una dificultad creciente. Bosses cada vez más retorcidos, mecánicas más sofisticadas según avanzas. Nada de eso hay en Absolum. Los jefes, simples esponjas de hostias, algo perdonable en el género, resultan sin embargo inanes. Cada vez que llegas a ellos resultan más fáciles, debido a tu acumulación de poderes, abalorios y demás mierdas que te allanan el camino. El reto disminuye según avanzas. Cada run resulta más previsible y aburrida.
Así que, Dotemu, es muy posible que recojas los aplausos y parabienes de la crítica especializada con Absolum. Puedes obtener dieces, premios y reconocimiento. Pero ten por segura una cosa. Según avances por los Pirineos hacia el sur, una atractiva Agustina de Aragorn azul radiactiva te espera, con una antorcha encendida, a los pies de los grandes cañones de nuestra indiferencia.

A la pluma: yusepon
Los creadores del maravilloso Streets of Rage 4 siempre tendrán un hueco en mi corazoncito.
Me hicieron volver a creer en el yo contra el barrio moderno. Hicieron que ya no fuese necesario volver al Final Fight cada vez que necesitase una buena ración de hostias de calidad en formato consolero. Me devolvieron el amor por el género, aportando su granito de arena innovando y perfeccionando las mecánicas de los beat’em up de toda la vida. Les debo mucho. Si alguien de ese grupo de desarrolladores necesitase ayuda en una mudanza, sería el primero en presentarme en su casa. Si otro me pidiese pasta para saldar su deuda en el D’Angelo, se la prestaría. ¿Que necesitan un riñón? Se lo dono. ¿Sería capaz de perdonar una infidelidad a un miembro de ese grupo de gente? Sin duda. ¿Le perdonaría si hubiese sido con mi mejor amigo? Claro, sin problema. ¿Y qué pasa si el día de mi boda matan a todos los invitados y a mi futura esposa delante de mí para después dejarme moribundo de una paliza? Me enfadaría bastante con Bill, pero después de una partidita al SOR4 se me pasaría. Pero los muy cabrones han cogido el Streets of Rage 4 y me lo han convertido en regolito… no sé si podré perdonarles.
¡Malditos Guard Crush! Teníais la fórmula perfecta. Solo se trataba de cambiar un par de cositas, meter alguna nueva mecánica y, si os salía de la polla, quitar el barrio y poner aldeas medievales y una historia enrevesada y rica de lore que a nadie le importe. Iba a dar igual. Iba a seguir siendo perfecto. Pero claro, solo seguiríais siendo el GOTY en nuestros corazones. Solo para aquellos amantes de los yo contra el barrio; aquellos que os elevamos a los altares y empujamos a otros a conoceros y a disfrutar de vuestra Obra Magna. Y no éramos suficiente para vosotros. Queríais más. Queríais competir por los grandes premios, ser el Hades de los yo contra el barrio y ganar todas las estatuillas y parabienes de la industria. Os pudo la codicia y, sin daros cuenta, os convertisteis en el villano de vuestro propio juego.
Con Absolum nos habéis hecho penar 10 horas en un continuo morir para crecer, algo sin sentido en este género, para finalmente entregarnos el juego que deberíamos haber disfrutado desde el minuto uno. Pero para entonces ya estábamos cabreados con vosotros y le habíamos cogido manía al juego. Me pregunto cuántos de los míos no habrán llegado ni a disfrutar del yo contra la fantasía medieval prometido y se habrán quedado en la trigésimo quinta run aburridos por la repetición, por el sorteo aleatorio de poderes o por la escasez de ítems de vida. Tirasteis a lo aleatorio en lugar de a perfeccionar el diseño de niveles. ¿Qué os costaba hacer el juego en la manera tradicional y luego meterle una parte regolitera como hicisteis con el celebrado modo survival del SOR4?
¿Que le estoy echando mil horas de juego? Sí, porque cuando te toca una run favorable, es un yo contra el barrio maravilloso. ¿Que cada vez que empiezo la siguiente partida voy con la mosca detrás de la oreja y condicionado como la pareja que se ha perdonado una traición y teme que vuelva a ocurrir y no para de visualizar esa infidelidad cada vez que se miran a los ojos aunque en el fondo aún exista el amor? También. Malditos Guard Crush. ¿Por qué os tuvisteis que follar al Hades?

A la pluma: Narg
Esta semana nos hemos comprado el Absolum tanto Pepe como yo. No nos ha dado tiempo a jugarlo lo suficiente como para hacernos una imagen completa de cómo será en el largo plazo, algo importante en un roguelike, pero comentándolo en el foro secreto coincidimos en que:
- es muy buen juego, pero no es un gran juego;
- y que pese a eso, nos va a dar un montón de horas de diversión, de avance y de descubrir.
Siendo como somos aficionados a los regolitos, no se nos ha hecho nada raro. Al ser una copia bastante cercana del modelo del Hades, todo el sistema regolitero está más que probado y funciona perfectamente bien con el formato; y siendo de los creadores del SOR4, toda la parte de yo contra el barrio también es fantástica, sin duda de los mejores en lo suyo.
Sus defectos son cosas más sutiles. Ya hablando como Narg, que con Pepe no he concretado tanto, me han fastidiado cosillas como el equilibrado en la cantidad de items; lo largas que se notan las runs ya desde el principio; notar la mano del desarrollador guiándote ansiosa para que no te pierdas ni la más mínima parte del contenido que han creado para juego; o una historia tirando a mala que consigue que te pongas del lado del enemigo, a ver si se cargan de una vez a los insufribles protagonistas del juego.
Una lástima, porque creo que al juego no le habría venido mal ser menos ambicioso; algo que también se puede decir del Shinobi. Voy a seguir jugando, lo disfrutaré y me lo pasaré, pero tengo claro que no voy a volver a caer en más juegos «de los creadores del SOR4». Al menos por un tiempo.



