13 Sentinels: Aegis Rim

Caminando a lomos de gigantes, pero bien.

Ah, la infancia y juventud. Divino tesoro que tan nostálgicos y moñones nos pone en estas fechas navideñas. Uno se toma un vinillo durante la cena, se acuerda de aquella época en la que se tenían sueños e ilusiones y termina invariablemente recordando a los próceres, los mitos, aquella gente a la que tomabas como ejemplo de vida. Cuando veías a Darth Vader estrangulando escoria comunista pensabas “Yo quiero ser ese tío”. Cuando veías a Steve Vai haciendo maravillas con una Fender Stratocaster mientras las jóvenes le arrojaban bragas al escenario pensabas “Yo quiero ser ese tío”. Cuando veías como Tassoti le partía la nariz a Luis Enrique y se alejaba escojonándose pensabas “Yo quiero ser ese tío” (1). Luego recuerdas tu triste vida y necesitas dos botellas de Stolichnaya a palo seco para volver a la realidad.

El caso es que, en los videojuegos como en muchos otros medios, la tentación de caer en los sueños de juventud es muy alta. Uno se flipa de pequeño con algo y cuando se hace mayor se piensa que puede hacerlo mejor. Sin ir más lejos, ahí tenemos al Tito Kojima, empeñado en ser James Cameron y no llega a Alan Smithee. O al imbécil de David Cage: un tipo que odia profundamente los videojuegos, pero se dedica a ellos perpetrando inmensos coñazos porque lo echaron a patadas de la industria del cine en cuanto le vieron meter el hocico. Y por favor, no me hagáis hablar de los inmensos postroños de la industria cultureta indie al estilo de What Remains of Edith Finch, The Unfinished Swan, Journey y demás antijuegos postmodernos.

Sin embargo, de vez en cuando las cosas salen bien. Si uno quiere caminar sobre hombros de gigantes lo suyo es que antes aprenda a caminar solito. Es lo que le ha pasado a George Kamitani: un tipo que lleva haciendo videojuegos preciosos desde la época de la PS1 y que no se despeina lo más mínimo en retrasar un proyecto quince años hasta que queda a su gusto. Algunos le guardan un comprensible rencor por no haber sacado Dragon’s Crown en Dreamcast como estaba planeado. Otros creemos en el perdón de los pecados mediante la contrición y penitencia. 13 Sentinels: Aegis Rim es una de esas obras que te perdonan todos los pecados (2).

Típico paisaje urbano japonés

Un lector escéptico (o uno que se pregunte qué coño hace leyendo esta parrafada inconexa) se preguntará que demonios tiene de especial un título de nicho al fondo del nicho como es Aegis Rim. Después de todo, no deja de ser una combinación de aventura gráfica con juego de estrategia con una ambientación muy MUY japonesopajera. Para terminar de liarlo todo, transcurre de manera simultánea en tres periodos temporales: el Japón de primavera de 1945 que ya está derrotado, pero se resiste como boxeador sonado; el Japón de la década de los 80 en plena orgía tecnológica y consumista y el Japón descreído de 2019 ahogado en redes sociales. Como suele pasar en este tipo de cosas tenemos una misteriosa invasión de extraterrestres que quieren destruirlo todo con sus hordas robóticas. Y para no variar, el destino depende un grupo de adolescentes que tendrán que subirse a inmensos robozes para crujirle las bujías al facineroso bruto mecánico de turno. Lo que es estereotipos, los tenéis todos. Con un desbarajuste así, ¿es posible que algo funcione?

Algo no lo sé, pero lo que es Aegis Rim funciona bien de cojones. Como un reloj suizo ajustado por Yu Suzuki. Ojo, Suzuki el del Testarrosa, no el de los marineros y las carretillas.

Típico paisaje escolar japonés

¿Cómo se logra esto? Pues cuesta explicarlo, pero hay que repasar un poco la carrera de Kamitani para poder elaborar unas cuantas teorías. Existen varias, pero la fundamental enuncia que a Kamitani le gusta tomar apuntes para no equivocarse más tarde. Uno puede imaginar al infante Kamitani viendo Terminator o Retorno al Futuro en su VHS y apuntando en su cuaderno que hay que tener mucho cuidado porque los viajes en el tiempo los carga el Diablo. O a un Kamitani postadolescente viendo el Death & Rebirth de Evangelion en cines y apuntando en su cuaderno que no hay que dar vergüenza ajena antes de descartar la película y empezar a meterle mano a la futura señora Kamitani. O a un adulto Kamitani viendo Pacific Rim, levantándose en mitad del cine y gritando “¡eso lo hago yo con la punta del rabo!”. Notaremos trazas de esta actitud durante todo el juego, aderezadas con bastante mala leche y una decidida voluntad de contar una historia importándole un bledo si a la crítica o la prensa le está resultando grata o no.

Hay un asunto que me gustaría resaltar, mayormente porque creo que es lo que marca una diferencia fundamental entre Aegis Rim y todo el grupo de obras con La Cabeza Profundamente Incrustada En El Culo (3). El caso es que 13 Sentinels se mete en temas muy serios, pero afortunadamente ni se recrea en ellos ni hace de los mismos la razón de su existencia. Dicho en otras palabras: no se va poniendo medallitas. El argumento toca cosas capaces de inflamar la delicadísima sensibilidad occidental como puedan ser los romances homosexuales, el bullying escolar o la bulimia. También se mete con cosas capaces de poner de los nervios a los nipones como el suicidio, la presión social para tener pareja e hijos, los mendigos, la tremenda superficialidad de algunas relaciones o la mentalidad japonesa durante la 2º Guerra Mundial. Pero no hace de ellas el elemento básico, elemental, inclusivo, resiliente y vegano sobre el que gira absolutamente todo. No, simplemente son elementos que están ahí porque la vida es así y aportan matices a la trama sin monopolizarla. Así que no, no te van a quemar los cuernos con moralina.

Típico paisaje japonés después del lanzamiento de un Pokémon

El otro tema de enjundia se aleja completamente de la trama y se basa en sus partes de estrategia. Básicamente tendremos que controlar un grupo de 8 unidades que tendrán que defender unos objetivos mientras oleadas de enemigos se lanzan hacia nuestra posición (y estoy hablando literalmente de decenas de miles de enemigos). Los problemas suelen ser dos: que hablamos de turnos semiactivos por lo que tendremos que pensar y tomar decisiones con mucha más velocidad que la que tendríamos si estuviésemos jugando a un Fire Emblem, por ejemplo. No niveles Starcraft, desde luego, pero tampoco vamos a poder dormirnos en los laureles. El otro problema es que siempre nos permite jugar como mejor nos parezca, por lo que si somos finos estrategas que disfrutan atrayendo de manera sutil a todo el bloque enemigo hacia una zona de exterminio donde empiecen a recibir fuego desde tres direcciones distintas… lo vais a pasar fenomenal. Pero también nos permite fliparnos y experimentar con técnicas descabelladas que únicamente se le ocurrirían a un director de anime. No voy a explicaros la satisfacción animal que supone ver como se aproxima un muro de enemigos de tres kilómetros de ancho por seis de profundo, abrir un canal entre ellos a base de disparos de cañón de raíl y lanzar por el hueco a dos mostrencos de 30 metros de alto especializados en reconstrucciones faciales a base de puño americano. Tú mismo.

Acabando que ya son horas. En Aegis Rim se lee mucho y se piensa mucho. Si no te va ninguna de las dos cosas (lo cual es perfectamente respetable) pues el juego te va a parecer un soberano coñazo, las cosas como son. Te perderás una historia estupenda y unos personajes entrañables, pero probablemente te divertirás más con otra cosa. También tenemos la divertida paradoja de su precio variable, pues normalmente está carísimo hasta que salen remesas nuevas a precio cabal que se agotan rápidamente por parte de los mismos especuladores que luego quieren vendértelo a 120€. Cosas que tienen los juegos de culto (4).    


(1) Cuando veías a Ron Jeremy disfrazado de Super Mario para que luego le pagasen por acostarse con Tracy Lords y Ginger Lynn pensabas “Algo huele a podrido en los dominios de Yamma”.

(2) Admitámoslo, sale más barato que irse caminando a Santiago de Compostela o que pintarse una cruz roja en el pecho y liberar Jerusalén de los infieles musulmanes.

(3) La frase no es mía, pero es una de las enseñas de esta santa casa así que no tendréis que buscar demasiado para encontrar ejemplos. Y de paso, le dais una vuelta a la web que tampoco hay tanto colgado.

(4) Podría ser peor. Ayer me perdí en un Corte Inglés y pasé por la sección de videojuegos. Tenían de oferta el Mario Kart 8, a 55 lerus. Casi me tienen que hacer una traqueotomía por el ataque de risa.  

Cochino profesional desde 1999 & Vinagre vocacional desde el Cámbrico.

2 comentarios

  1. Apoteósica review de un juego que tengo en el punto de mira desde hace un tiempp (por lo que he visto, sale el año que viene en SWITCH).

    George Kamitani es un genio sin duda alguna. Aún resuena en mi espíritu su GRANDIOSO Odin Sphere de PS3, un juego espectacular en todos los aspectos.

    Sólo has olvidado mencionar que la música, al igual que en Odin Sphere, es ACOJONANTEMENTE BUENA.

    Gracias Gamerah por la dosis extra de hype que no necesitaba.

  2. Oh, parece que finalmente sale para Switch. Podré jugarlo :))

Responde a Strike Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *