Spider-Man parte 1: Torpezas

SpiderMAL

Spider… MAL

No soy nintendero. Por mucho que mi primera consola fuera una Super Nintendo. Por mucho que en mi casa hubiera una Nintendo DS durante mucho tiempo y que ahora sea la consola de viaje de mi hija.

Lo de la SNES pues mira, lo típico de la primera consola que ni siquiera eliges tú, y la DS… pues ya sabéis cómo va esto (y si no, os lo explico). Cuando convives con dos o más mujeres, sin otro varón al que arrimarte, puedes hacer cosas de chicas sin sentir la más mínima incomodidad. Puedes verte Una Rubia Muy Legal y Una Rubia Muy Legal 2 de una sentada, pasarte la tarde haciendo pulseras, hornear un bizcocho, hacer puzzles e incluso tener una NDS, que siempre podrás alegar ante un juez que tú ahí no pintas nada. Es así.

La cosa es que llevo más de veinte años sin jugarme un Mario. El último fue el glorioso Super Mario World, y ya me apetecía probar uno de los nuevos. Claro que me da reparo que me llamen nintendero, imagino que es algo normal después de tantos años alejado de ese camino. No tiene que ser fácil entrar en un GAME y ponerse a mirar una Wii o una Switch peinando canas en los huevos.

Pero joder, si lo analizamos fríamente, tengo 41 años ya. Me han metido el dedo por el culo unas cuantas veces, algunas incluso por necesidad, y puedo decir que estoy muy seguro de quién soy. No me preocupa lo que pueda pasarme por jugar un par de Kirbys o subirme a lomos de Yoshi. Si algo me ha enseñado el corona es que con 40 estás tan cerca de los 20 como de los 60, así que date prisita con tus mierdas.

Total, que alentado por el majestuoso recuerdo que grabó el fontanero en mi memoria allá por los primeros noventa, me armé de valor y decidí pedirle a mi cuñado harukiya un Mario bueno para jugármelo. Iba por la calle repitiendo mentalmente lo que le iba a decir. Se lo iba a plantear claro, sin vergüenzas. Hola Haru. Quiero un Mario. Un Mario bueno. Dame argo Haru. Así que me planté en su casa y tras el saludo inicial le entré al trapo. Mal. Bastante mal.

No sé si fue el encontrar mi mirada culpable en el espejo del recibidor, o imaginarme diciendo ese tipo de cosas delante de mi sobrina que ya venía a saludarme. La cuestión es que… imagino que no fui todo lo específico que debía.

—Oye, Haru…
—¿Qué pasa, Kete? ¿Qué te cuentas?
—Nah… pues mira, que a ver si me dejas un juego…— mis ojos no se apartaban del suelo.
—Ajá. ¿De que se trata?
—Pues verás… es que estaba yo pensando que me gustaría jugar al juego ese que tienes tú del tipo ese que va saltando de acá para allá todo el rato…
—Ajá… ¿el de los trajecitos, no?— Aquí debo añadir que no ayudó que Haru se diera cuenta de mi vergüenza.
—Sí, sí…
—El que va de azul y rojo, ¿eh?— Risita.
—Sí sí, ese mismo… vaya… si tú crees, ¿eh? Que si no me va a gustar pues me llevo otro, ¿eh?
—No no, qué va hombre. Si es cojonudo. Te va a encantar. Lo que pasa es que no te hacía yo de juegos de estos, eh— Más risitas.
—Ya ya.. pero ya sabes… bueno…
—Ya ya, que sí hombre, que sí. Que no se lo diré a nadie. Si en realidad te va a gustar y luego querrás más.
—A ver… es que lo jugué hace años y no sé… que seguro que es una mierda pero ya sabes como es la nostalgia, que te da unas hostias a veces que te deja girao.
—Que sí que sí, que no me cuentes tu vida. Anda, tómate algo que ahora te lo saco.
—Gracias tío 🙂

A VER
Aquí debo decir que toda la culpa fue mía. Es cierto.

Pero joder, es que no es fácil plantarte delante de tu cuñado y pedirle un juego de Nintendo. Bueno, un juego de Nintendo… ¡la nintenderada padre! Tortuguitas, princesitas, fontaneros… y un villano tan malo que es una tortuguita un poco más grande con pinchitos en la espalda.

¡Pues no me salió! ¿Vale? Mira que hemos jugado a fútbol juntos, nos hemos visto la polla en las duchas, hemos vomitado de todo el uno en presencia del otro, incluso un día un travelo nos hizo un striptease a los dos a las afueras del Camp Nou… ¡pero joder!, pedirle un juego de Mario era demasiado.

Iba medianamente preparado para pasar un mal rato, pero me pilló por sorpresa el malentendido. La cosa es que, no me digáis porqué, pero media hora más tarde estaba volviendo a casa con una copia de PS4 del juego de Spider-Man.

¡Yo quería un Mario!

Hablemos claro.

Los superhéroes y toda la cosa que los rodea es algo que puede estar bien cuando eres un chiquillo. Incluso siendo adolescente tiene un pase por aquello de las señoras voluptuosas obra de dibujantes gordos que sin duda viven en sótanos mal ventilados.

Pero llega un momento en se crece, y forzosamente tiene que haber cosas que a uno le interesen más que una pandilla de señores en leotardos que repiten y repiten la misma historia hasta la saciedad. Sí, los comics de superhéroes serán eternos por la sencilla razón de que mientras sigan naciendo niños siempre tendrán su público, pero empiezan a ser algo de lo que avergonzarse cuando la huevada te empieza a hacer efecto velcro.

Y ojo, que cada uno es libre de tener sus hobbies. Mirad a David Carradine por ejemplo. No le juzgo. Respeto máximo. Pero todos sabemos que estaba jugando con aficiones impropias de su edad, y en cierta manera así os deberíais sentir si todavía lo flipáis con el Capitán América y hace años que conducís.

Dicho esto: haced lo que queráis, hombre, faltaría más. Si a mí no me molestáis vosotros, de hecho. A mí lo que me molesta es que sois muchos, tenéis dinero y les interesáis a las compañías.

Porque entonces empiezan a suceder cosas. Pelis de Batman, de esas que tienes que ver las tres porque si no, no has visto a Batman; pelis de la Patrulla X, que imagino que también serán tres porque esta gente no sabe hacer pelis de una en una; pelis del Capitán América, que no se cuántas hay ni creo que le pueda importar a nadie, pelis de Hulk, pelis de Spider-Man… todo de tres en tres, trilogías, trilogías de trilogías, spinoffs, trilogías de spinoffs, otra peli de Batman con otro Batman que esta sí que la tienes que ver tío porque reinicia la historia y esta es la historia buena, trilogías de secuelas, precuelas de trilogías, tricornios, pelis de dibujos, tripletes, tripis… ¡todo de 3 en 3!

Y da todo un perezón de la hostia. Todo tiene que ser de 3 en 3. Porque por lo visto si haces solo una peli, pues eres un paria o algo y ya no te vuelven a llamar. Y me vais a perdonar pero otra vez me tengo que acordar del bueno de David, que tenía una edad y estaba haciendo cosas de las que avergonzarse, sí. Pero al menos lo terminó de una sentada. Y eso es algo que le valoro.

Así que si me permitís un consejo… huid de las trilogías. Si viene en formato trilogía seguro que es una mierda como un piano, exceptuando Regreso al Futuro, los tripletes del Barça y el Padrino, según los señores mayores de la Gamerah que me recomiendan pelis.

Todo esto lo iba yo pensando, absorto, de camino a casa con mi copia de Spider-Man de la PS4. Hasta que de repente, en la parada del bus, sorprendí a un gordo con gafas aproximadamente de mi misma edad mirando la carátula y sonriéndome de manera cómplice. Al instante cobré conciencia de la situación y azorado guardé el juego en la mochila. Había bajado la guardia y sabe Dios lo que podría haberme ocurrido de haber sido un Mario lo que hubiera llevado en la mano.

Al llegar a casa puse el disco y aquello se empezó a instalar. Mientras veía la barra crecer, intentaba recopilar en mi cabeza todo lo que sé acerca de Spider-Man.

Solamente he visto una peli. La del beso boca abajo. Está guay, es una buena peli, claro que sí. No recuerdo exactamente el argumento y estoy seguro de que la terminé solamente por intentar averiguar si le haría el dulce amor a Kirsten Dunst envuelta en una rebequita de abuela. Creo que la respuesta es no. Me da una especie de grima extraña, al menos en esa peli.

Pero sí, en términos generales creo que me gustó y puedo decir que recuerdo las nociones básicas. Peter Parker es el típico estudiante nerdaco, hace prácticas en un periódico sacando fotos, le pica una araña, se convierte en Spidey y se pelea con William Dafoe.

Creo que estaba más que preparado para jugar al Spider-Man.

La primera toma de contacto es buena. Ya eres Spider-Man y eso es importante. No te obligan a tragarte un prólogo donde no eres Spider-Man, o en el que te viola una araña gigante y te conviertes en Spider-Man ni nada por el estilo. Te despiertas un día en tu casa y ya puedes empezar a dar brincos por la ciudad. Y eso está bien. Porque es una de las cosas que hace bien este juego: viajar por la ciudad es un placer. Es muy simple y realmente no haces nada del otro mundo en cuanto a combinación de botones. Puedes dejar un botón apretado y mover el champi que ya queda resultón. Le vamos a dar buena nota en esto, va.

Te mueves por Nueva York, una ciudad básicamente clónica hasta que te topas con Central Park, en un sandbox donde no puedes pillar ni coches, ni motos ni ningún medio de transporte que no sean tus propias redes. Y eso, que a priori suena aburrido y que debería cansar después de un par de horas, acaba siendo uno de los puntos fuertes del juego. El desplazamiento les ha quedado resultón y además cuenta con un árbol de habilidades exclusivo para ir desbloqueando pijaditas, por lo que imagino que al final podrás hacer cosas cada vez más presentonas. Además, me recuerda mucho al Spider-Man de PS2 en ese sentido, y ahí el resorte de la nostalgia se activa y te gana.

La primera hostia llega a la hora de juego, mas o menos. Resulta que Peter es científico o algo así. Bueno, en realidad el chaval no sabe lo que quiere. Porque está en prácticas todavía, igual que lo estaba de fotógrafo en la peli. De hecho este Peter Parker está un poco descarriado. Ya no vive con su abuela o quien fuera que le preparaba los pancakes y ahora malvive solo en un apartamentucho, por más que tenga la misma pinta de millenial pijín. Resulta que en algún momento del pasado que sin duda habréis visto en algún sitio, ha sido noviete de la Kirsten Dunst y ahora se han peleado y ya no se dan arrumacos en el parque. Una pena, oye.

Pero bueno, a lo que íbamos. Ahora está de prácticas con un científico que hace experimentos con prótesis para tullidos, que tiene pinta de que le va a explotar algún mejunje radiactivo en la cara más pronto que tarde y que se va a acabar convirtiendo en uno de los malos de la saga. Uno que tiene un montón de brazos mecánicos que le salen de la chepa. Seguro que sabéis quién es.

Bueno, pues como os decía. Ahí viene el primer problema del jueguito. Resulta que el científico hace experimentos. Science bitch! Y le salen mal, y tú vas por las tardes a repasar lo que hace. Y en esas fases, que haces vestido de civil y con bata blanca, asistes a la primera vez en la que el juego te dice que eres idiota a la cara.

Son minijuegos muy simples. Demasiado. Generalizando un poco, el juego te toma por idiota demasiadas veces. Es un juego para todos los públicos, claro, por lo que necesita tener unas mecánicas no demasiado complicadas. Y eso se le perdona. Pero que esté diseñado para que lo puedan jugar los niños no quiere decir necesariamente que tengamos que hablar de los niños más tontos de la clase. Hay niños listos también, y estos se van a dar cuenta rápidamente de que el Spider-Man este les está tratando como idiotas.

En total, y tras haber jugado un 37% del juego (que no nos engañemos… es un 36% más de lo que juega nuestro querido Jan antes de escribir sus reseñas), puedo decir y asegurar, que el juego te toma por idiota durante aproximadamente una cuarta parte del tiempo que pasas jugando. Te toma por idiota por los problemas de diseño inherentes a un sandbox, y te toma por idiota con los minijuegos.

Los problemas inherentes al género ya sabemos los que son, y han estado ahí desde que apareció el primer sandbox.

Que tengamos que perseguir 50 palomas por el aire para entregárselas a un mendigo que las adiestra, que tengamos que hacer 50 fotografías de lugares pintorescos de Nueva York, o que tengamos que encontrar 50 mochilas que se supone que nosotros mismos hemos ido dejando desperdigadas por la ciudad antes de que empiece el juego, pues son cosas que ya no deberíamos estar viendo en un videojuego que te mete en la piel de un superhéroe. Se supone que los señores con leotardos se dedican a misiones más importantes que esas, y la verdad es que es una parte del juego que no le pega ni le hace ningún bien.

Hay otros objetivos argumentalmente algo más sostenibles, como por ejemplo unos módulos repartidos por los tejados donde se activan misiones secundarias donde a Spidey se le ve que se preocupa por el medio ambiente, que mira, no dan tanta vergüenza ajena como los otros, pero que tampoco ayudan. Hay veces que parece que el juego se empeña en sacarte a patadas del personaje.

Con respecto a los minijuegos, pues es sangrante. Lo que decía antes de los niños tontos. Es tan mongolo todo, que me he visto en la tesitura de quedarme encallado en el minijuego más idiota de todos y tener que buscar la solución en Google. Por idiota. Idiota el minijuego, idiota su diseño, idiota yo por pensar que no podía ser tan idiota todo… un despropósito. El juego me ha llevado a su terreno y me ha vencido claramente. Si algo tengo claro es que de este Spider-Man voy a salir más tonto de lo que ya era.

Y luego está lo de los botoncitos. Ya no es que tenga secuencias de esas que inventó el Dragon’s Lair de tener que darle a un botoncito en un momento concreto para poder seguir con la acción. Es que tiene momentos en los que solamente, y cuando digo solamente es SOLAMENTE, puedes y debes darle a la X.

La primera vez pensé que era un bug y reinicié la consola. Y no. No era un bug. Te hacen meterte en menús para hacer cosas y resulta que solo tienes que darle a la X cinco o seis veces seguidas. No puedes hacer otra cosa, salvo apagar la consola. Y de buena gana lo haría de no ser por el suculento cheque que recibo por cada reseña que publico en Gamerah.

A ver, señores diseñadores. Si solamente puedo hacer una acción, no me deis la chapa con menús y textos explicativos. Hacedlo y ya me lo explicaréis de camino a alguna parte.

Y ya está. Básicamente esta es la parte horrible de Spider-Man. Sus torpezas. Un juego a todas luces prescindible. Solamente terminable si te has gastado 60 pavazos o te da vergüenza presentarte en casa de tu cuñado a explicarle que en realidad querías un Mario.

¿Tiene virtudes?

Sí, claro que las tiene. Y gracias a que me vence la letra del Lamborghini a finales de mes vais a tener la suerte de poder repasarlas en la próxima entrega de esta reseña despechada. Pronto en vuestras pantallas.

Y hete aquí que al vislumbrar la primera luz una vez abandonado el ano de la bestia, encontraron al hermoso retoño abandonado en su cesta de mimbre.

7 comentarios

  1. Muy poco gamerah la reseña...seguro que jan lo hace mejor solo con ver el trailer.

    • Parr favarr la referencia a David Carradine es la cosa mas gamerihiana que se puede leer e esta reencarnacion

    • Eso es verdad Alex, pero si eliges una mierda como el Espiderman para hacerle una reseña en gamerah uno espera mucha mas sangre y bilis. Cubitorah no esta contento te lo aseguro

    • Por favor indíquenos de uno a diez el nivel de bilis que desea en las reseñas de gamerah. Estaremos encantados de invitarle a meterse su respuesta en ese lugar donde el sol nunca brilla.

    • Por supuesto, probablemente haya una formula donde el nivel de bilis deba ser proporcional a la calidad del juego.

      Tambien hay que sumarle una constante referente a los tiempos que corren, hace 10 años no estabamos en plena pandemia mundial y a las puertas de la tercera guerra mundial.

      Teniendo en cuenta que estamos hablando del espaiderman de ps4, que representa lo peor de los juegos de mundo abierto triple A actuales, y los tiempos que corren lo correcto seria algo que no pudieses sacar de tu subconciente en la vida, equivalente a cuando ves algun simpatico video de narcos dando cariño a bandas rivales.

  2. Salimos pronto del casimuertismo. Eso siempre es bueno

  3. Me he visto a mi mismo en algunos párrafos de esta maravillosa reseña, no me escondo.

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