Juegos veraniegos

El verano no es verano sin Fernando Alonso.

Qué cojones miras.

El verano es esa cosa que siempre le pasa a los demás. Te indignas al ver al personal en sandalias y calcetines. Te ofuscas con la programación televisiva (porque eres viejo y ves la tele). Te escandalizan las canciones con temática canicular. El caso es que, efectivamente, todo te ofende. El enfado es ese estado natural que tú consideras razonable y que involuntariamente hace que los demás vean en ti a un personajillo gris y patético que, a la que te descuidas, se calza unas bermudas, se coloca al cuello un monedero tubular de la Caja Rural y una gorrilla de Talleres Antonio. Para estar cómodo.

Pues no chavales. El verano es para desmelenarse. Es puro furor dionisíaco en el que beber sangría y comer mayonesa más sospechosa que unas cuentas públicas es obligación. Es el momento de menear bullates y salsear maracas, o viceversa. Abandonaos al calorsete, mami, y a los magazines de tarde refrescantes. A la ensaladita y al pollo con alioli. Y, por supuesto, a los juegos de verano. Esos que desde tu habitación gamer de persianas echadas te recuerdan que hay gente haciendo cosas divertidas en la playa o en la piscina. Cosas guays como… vivir. Cosas que tú no te puedes permitir porque el lore de las franquicias MCU no se vigila solo. Así que echas una partida al Out Run, otra al Windjammers y tu veranito ya estaría.

¿Cuales son los juegos estivales de nuestros redactores? Avisamos, cero sorpresas.


Beach Spikers

por Narg

No sé vosotros, pero yo en vez de hacer el ridículo cayéndome de cara y llenándome boca y ojos de arena ardiente para intentar llegar a una pelota a la que no iba a llegar igualmente, prefiero que otras personas lo hagan en mi lugar, y a ser posible bajo mis indicaciones.

Y quien dice personas, también dice bronceados avatares virtuales, especialmente si son los del Beach Spikers. Porque no estaríais pensando de verdad que en esta época estamos yendo a la playa y relacionándonos con otras personas reales. Solo pensar en salir de casa ya nos provoca ataques de ansiedad.

El Beach Spikers es un juego de vóley playa, perfecto para compensar esta falta de arena real con todo lo bueno (la diversión) y nada de lo malo (arena, socializar y otras amenazas invisibles).

Subtitulado Virtua Beach Volleyball, que es como debería llamarse en realidad, Beach Spikers es la perfecta representación del arcade de Sega. Esas exageradas voces en inglés, el Thanks For Playing y todo ese cutreencanto que Sega había perfeccionado y que ahora hemos perdido. Muy parecido en concepto al Virtua Tennis, llegar a tiempo a la bola te da más fuerza y más control; aunque todo es más «por turnos», grandes círculos indican dónde caerá la bola, un solo botón vale para todo. Aunque hay dos.

¿Para qué, el segundo botón? Para darle profundidad. Botón A saque normal, botón B saque bajo y con los dos a la vez, saque con salto. Recepción normal, recepción corta y quick attack (ataque en dos toques en vez de tres). Colocación normal, baja y engaño (meter el balón al campo rival en vez del pase). Ataque normal, engaño (toque por encima de la barrera), y forzar un impacto contra la barrera.

Y esto es solo en ataque. En defensa, aparte de posicionarte bien, el bloqueo es casi un arte, que requiere de un centrado perfecto y de timing. El juego es muy de barras de poder, de gestionar el riesgo, y sobre todo de ser disfrutado con más gente. A dobles bien, a cuatro, una fiesta.

La versión de consola tiene un buen modo entrenamiento y un (cómo no) World Tour con un completo editor de personajes con 70 peinados diferentes y un terriblemente frustrante sistema de partner donde tu compañera empieza siendo manca, coja y ciega y tienes que ir subiéndola de nivel a base de rabietas y cabreos, tanto virtuales como reales.

Pero eso no es nada. Lo peor del juego es quitarlo y descubrir que estás solo, en una habitación a casi cuarenta grados, y de repente tener la certeza de que nunca podrás ser tan bueno como Fernando Alonso.

Fernando Alonso, cuando fue declarado MVP del Campeonato Mundial de Vóley Playa por quinto año consecutivo (foto de archivo)

Ecco the Dolphin Defender of the Future

Por Nae

No os voy a mentir, si pienso seriamente en videojuegos de verano recuerdo mis primeros años de videojugador con la Game Gear… EN LOS BOLSILLOS (intentadlo ahora, chavales) y mis años de universitario jugando a la Master System (sí, me la dejé en el chalet y me negaba a pasar a nada más moderno, como una especie de estoicismo que me permitiera huir de la carrera de los MHz y los polígonos).

Pero si me dicen «piensa en un juego para el verano», pienso en Ecco the Dolphin, la versión para Dreamcast (y posteriormente, Playstation 2). Sinceramente, nunca he sido demasiado fan de las versiones bidimensionales, pero el juego para la última consola de SEGA les quedó, dentro de lo que cabe, bastante redondo.

Es un juego de aventuras como pueda ser el Golden Axe Warrior o Soleil, pero en tres dimensiones. Y por tres dimensiones no decimos que de vez en cuando el jugador deba saltar, lo que invita a usar esa tercera dimensión, sino que en este caso las tres dimensiones siempre están ahí porque es una aventura en el fondo del mar (o algo parecido… ya veréis si lo jugáis). De hecho, tiene un mapa en tres dimensiones bastante complejo acorde a las necesidades del juego.

Más allá de que Ecco aquí pueda conseguir poderes, armaduras y enfrentarse a todo tipo de enemigos y retos, lo que lo convierte realmente en un juego muy entretenido, es que visualmente está muy conseguido. Si se hiciera en la actualidad un juego de este estilo aprovechando la potencia de los dispositivos actuales, no se vería mucho mejor.

Pero lo más interesante, y lo que lo convierte en un juego espectacular para el verano, es su increíble utilidad para ayudar al usuario a echarse siestas. Enciendes el juego, vas a algún lugar rodeado de agua, y lo dejas ahí. Da igual que haga calor, ver al delfín remojándose en el agua da sensación de fresquito, y con la paz y la tranquilidad que transmite (si no estamos en plena misión de otras cosas) es muy posible que acabemos quedándonos bien sopa.

Nota normal: 8 fernandos alonsos

Nota veraniega: 11 fernandos alonsos

Ecco the Dolphin: Defender of the Future (2000) promotional art ...
Nadie puede resistirse a una siesta con algo así.

Cinquillo Battle Royale

por Strike

Género: Battle Royale.
Entorno: hostil. Todos los palillos apuntan a ti.

Deberás ser muy hábil contando si no quieres ser bloqueado en las primeras rondas. Unos pocos respawn después, carajillos de por medio, comienzas a dejarte llevar (+20 MP), conocer a los compañeros de mesa (+30 XP) y valorar como atacar sus puntos débiles (+10 MP).

Como cualquier otro F2P, permite pasar por la tienda y pagar por personalizar el personaje. Si juegas por primera vez y para que la experiencia sea más satisfactoria, te recomendamos pasar por tienda y comprar una mascarilla. Al jugar con compañeros desconocidos, esta añade +20 HP y hace más fácil subir niveles en siguientes partidas.

Banda sonora y efectos especiales

Los efectos especiales está muy conseguidos, el canto de las cigarras, el aletear de los gorriones y la picada de los mosquitos de las familias Aedes albopictus y Chironomus plumosus, gracias a una combinación de VR / AR que nos acerca al 4D.

La BSO es configurable al gusto, un simple reproductor MP3 y es posible poner la música más idónea para cada momento. Este humilde redactor y La Redacción recomendamos encarecidamente “Jubilación anticipada” de Pepino.

“Palilleros en potencia / lo seremos por la ciencia / conquistaremos la tierra / sin ser lombrices de tierra.”

Puntuación

Número de arenas: las que te quepan en el culo.
Multijugador: folding chair co-op.
Personalización: gorra, camiseta imperio blanca.
Accesorios: anís, purito, carajilo, bravas, olivas, palillo.
PEGI: 50.
DLC 1: en el agua.
DLC 2: en el baño del chiringuito, si hay huevos.

Fernando Alonso prefiere sobarle las cartas a Antonio Lobato.

Beyond Good and Evil

Por El Gordo

No recuerdo el año. En el foro secreto Jan estaba que no cagaba con el Beyond Good and Evil, un obvio clon de Zelda que deleitaba su reprimido nintenderismo. Siempre ha dicho que juega todo lo de Nintendo porque hay que conocer lo que se critica. Jan es como ese machote que va a bares de travelos todas las noches para poder decir que no es gay con fundamento. Pero si Jancete recomienda un juego, es que merece al menos darle un vistazo. Y estaba de oferta.

Beyond Good and Evil es un juego franchute y todo lo franchute cabe en una de tres categorías: extravagante, follable o irritante. Lamento (un poco) la generalización, pero miren dentro de sus corazones woke: están de acuerdo conmigo. Beyond Good and Evil es extravagante, y la verdad bastante simpático, a pesar de controlar a una periodista freelance. Tenía buenas maneras y voz agradable, Jade, la franchute protagonista. Se preocupaba por la gente sin recordárselo a todo el mundo. Su mejor amigo/figura paterna era un cerdo gracioso.

La historia era totalmente convencional pero competentemente ejecutada. No se podía ignorar si querías avanzar en el juego, pero sí cuando querías mongolear en el bonito pueblo de Jade. Tenías una lancha con la que podías hacer carreras. También podías ir a un bar y no hacer nada. Era un juego lento, lánguido, la manifestación en código de un verano de esos eternos sin nada que hacer por los que ahora daría un huevo. Tal vez suene exagerado, pero ¿para qué quiero dos huevos? Ya me he reproducido. O, parafraseando a Satanás en Time Bandits: «¿Pezones? Soy un tío».

¿Y Fernando Alonso? Aunque solo haya ganado dos, era reconocido como el piloto más talentoso del minijuego de carreras de lanchas.


Matmania

Por El Alcalde

Comiendo hojaldre sudao.

Nunca me han gustado los juegos de lucha. Los de lucha libre, sí. Quizá sea la parafernalia teatrera, el estilismo demente o esos torsos lubricados que… ejem. Estoy desviándome. El caso es que mi juego de verano va de eso; esforzados luchadores que forcejean sudorosos y… oh, lo he vuelto a hacer. Sigamos. Matmania, una coin-op de Taito realmente extraña. Por ejemplo, presentaba un formato vertical, cosa realmente insólita en un juego de este pelo ya que el 50% de la acción la ocupan unas gradas (llenas de personajes pop como John Travolta, ZZ Top o Superman) y un suelo absolutamente inservibles. Pero hay que decir que lo demás funcionaba muy bien. El control era sencillo y respondía a la perfección. La sucesión de luchadores era imaginativa y rumbosa (hoy, la representación de Coco Savage vestido como Orzowei hubiera cancelado el juego y a todo el que se hubiera acercado a menos de dos metros de la maquinita) y la dificultad estaba bastante ajustada.

Pero no para mí. Y ahora viene lo del verano. Porque comencé a jugar a ella un verano y me acabé el juego al siguiente. Hay que decir que yo soy de los torpes, lo que me habilita para aplaudir casi sin fallos y a reseñar videojuegos, pero poco más. Me costaba un horror derrotar contrincantes. Una o dos partidas por semana y apenas llegaba a derrotar a Piranha de vez en cuando. El Fernando Alonsouls de los juegos de lucha libre. Lo dejé por imposible.

Hasta el verano siguiente. En un establecimiento cercano a mi lugar de vacaciones estaba Matmania con su perspectiva imposible y su elenco de improbables luchadores. Por azares del destino, la máquina funcionaba con monedas de 5 pesetas, por lo que mi presupuesto se multiplicó. Así que en tres o cuatro días mi dominio del arcade era total. Vencí a Piranha, a un racializado Coco Savage y al contrincante final, Golden Hulk.

Ese verano me di cuenta de que no era torpe. Era pobre.


Casio Car Race

Por falkenmaier

Aquellas tardes aburridas de verano en que los yayos te echaban fuera de casa para que te diera el aire porque eran infinitamente más sanas las insolaciones con corte de digestión mientras jugabas unos Lakers – Celtics bajo el sol de las 15:43 de la tarde en la canasta del garaje, gozaban de alicientes extremos, cuando al final del partido de basquet con resultado de 10 a 8 a favor de alguien, recordabas que entre los presentes, se encontraba aquel amiguete que poseía un rejoj casio con maquinita de coches incorporada. Casio Car Race™ se llamaba, y era magnífico. El mejor juego de coches portable de toda aquella generación comprendida difusamente entre el 83 y el 87, con permiso del Puente al Seat 124. El mejor y a la vez el menos disfrutado; porque nunca vi a ningún propietario que lo jugara, salvo para explicarte con desgana su mecánica. Porque llegar a jugar una partida era todo un reto; porque no estaba al alcance de cualquiera escapar de la trampa dialéctica a la que te veías sometido si mostrabas el turbio propósito de acoger entre tus manos aquellos ajenos botones izquierdo y derecho:

– “¿Me lo dejas para echar una partida?”

– “Ahora no”

– “Pero si ahora no estás jugando”

– “Porque no es para jugar”

– “¿Por qué?”

– “Porque es un reloj”

– “¿Y por qué te lo compraron con juego?”

– “Por si me apetecía jugar”

– “¿Y por qué no juegas?”

– “Porque se gasta la pila”

– “¿Y para qué necesitas la pila?»

– “Para el reloj”

La madre que os trajo a todos con la puta pila. Yo creo que debía venir en las instrucciones alguna mierda que inducía a deficiente interpretación, porque durante el invierno, otro niño del cole que tenía el casio de los robots y botones amarillos, te venía con similares poderosas argumentaciones. En fin; muy a sus pesares, esa colección de infamias no enturbió en modo alguno las buenas sensaciones que me dejó el juego cada vez que llegué a catarlo. Era como tener un arcade en tus manos con todos esos muchachos al acecho, conocedores de la utilización de tus últimos cinco duros, pero mejor. Izquierda-derecha-izquierda / esquiva-avanza-esquiva. Preciso, emocionante, adictivo, trepidante, definido, desquiciante, sorpresivo y fascinante. Colección de sensaciones sobrevenidas con el cacharrito en tus manos y su dueño a tus espaldas. Palpando la incertidumbre, no sólo de saber si esa primera partida iba a ser la última, sino que podría llegar a suceder que ni siquiera la acabases, si tenías la suficiente habilidad como para agotar la paciencia de su propietario. Mejor que un arcade, y mejor que la cruceta teclátil del MSX. Mejor que tu vecina un año mayor cuando se ponía aquello largo que impedía ver su bikini al marcharse de la piscina. Mejor que los créditos finales del coche fantástico; mejor que encontrarte ensalada de garbanzos de primero. Mejor que comprobar que el desnudo del interviú llevaba sostenes; mejor que la carta de ajuste, mejor que cualquier otra cosa; porque cualquier otra cosa podía llegar a ser la nada comparada con algo. 

Cuenta la leyenda que Fernando Alonso, gran aficionado al mundo del motor, tenía uno de éstos de guaje; y se lo robaron en una visita a Barcelona cuando se alejó un momento de la mano de su padre cerca del Portal del Àngel. No llegaron a comprarle nunca ninguno más, y como es natural, ninguno de sus amigos llegó a dejarle jugar nunca ninguna partida. De manera que si un día te lo encuentras por la calle y le preguntas si ha llegado a jugar alguna vez, fijo que se hará el longuis explicando nosequé mierda del campeonato del mundo de nosequé. Pringao.

11 comentarios

  1. Palilleros en potencia / lo seremos por la ciencia / conquistaremos la tierra / sin ser lombrices de tierra.

  2. Nunca me perdonaré no haber puesto el Wave Race :facepalm:

    • Chistes sobre Jan >>> Wave Racer

    • Olvidaos del Wave Race, una lista de juegos veraniegos sin el Greendog: The Beached Surfer Dude! ni es lista ni es nada.

      Hemos fracasado como blog.

  3. Genial ese beach spikers, soys gente de cultura.

  4. Este párrafo me ha puesto la piel de gallina:

    "Mejor que un arcade, y mejor que la cruceta teclátil del MSX. Mejor que tu vecina un año mayor cuando se ponía aquello largo que impedía ver su bikini al marcharse de la piscina. Mejor que los créditos finales del coche fantástico; mejor que encontrarte ensalada de garbanzos de primero"

    Joder, he sentido lo mismo que el crítico culinario de la peli Rataouille cuando prueba el plato de Ratatouille.

    Gracias por existir Gamerah.

  5. Y el puto California Games?
    Esto es comunismo.

  6. Solo falta ya que alguien mencione el Cool Spot o el Mario Sunshine y cerramos el chiringuito.

    • El cool spot de snes era un mojon de considerables dimensiones. El mario sunshine siendo un gran juego" la big picture" que me deja es la caza de las putas monedas rojas

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