Disonancias Ludoargumentales: The Last Of Us

No se si os pasará a vosotros, pero ahora el porcentaje de gilipolleces que leo sobre videojuegos ha aumentado un 80 000% con respecto a mis años mozos. También es cierto que el medio ha cambiado y que antes no lo ponían a huevo. Es decir, si el juego iba de una esfera que se dedica a correr por un laberinto comiendo pastillas mientras cuatro fantasmas la persiguen pues no vas a decir que en realidad aquello es una metáfora sobre la voracidad capitalista impuesta en nuestro corrupto sistema neoliberal de tendencias alt-right. Pues no, hijicos, no, eso es EL PUTO PACMAN. Basta ya de buscar significados ocultos en obras eminentemente lúdicas para autojustificar el que te sigan gustando los videojuegos después de los treinta.

Sin embargo, existe otra tendencia aún más peligrosa en el mundillo, y es aquella que piensa que hay que buscar grandilocuentes significados metafísicos en un juego porque este ha sido bendecido por un éxito de ventas (y probablemente por una cantidad inmoral de dinero invertido en publicidad). Permitid que os ilustre con un ejemplo concreto de título «intocable» para la crítica: The Last Of Us, desarrollado por Naughty Dog y distribuido por Sony Computer Entertaiment. Una rápida búsqueda en las principales referencias de internet nos proporcionarán un inacabable surtido de epítetos floridos: viaje emocional, odisea épica, empatía intergeneracional, relación paternofilial en medio del apocalipsis, sigilo extremo en homenaje al jugador oldschool, cúmbre del género, experiencia cinematográfico-jugable…

¿Pero estamos gilipollas o qué? ¿Es que nadie es capaz de ver lo evidente aunque nos lo rebocen por la cara ochenta veces?

The Last Of Us no narra una historia de supervivencia, ni el fin del mundo, ni una historia de amor fraternal. Todo eso son pajas mentales urdidas por juntaletras que tienen que justificar ante su débil psique el tener una consola enchufada en el salón porque eso de los jueguicos es de ninios y pajeros.

En Last Of Us manejamos a Joel, que es un pederasta de libro. Así de simple. Ninguna mujer por debajo de los 40 quiere acercarse a él porque ya saben de qué pie cojea. Al principio del juego una mujer necesita que Joel les ayude a ella y a su joven protegida a salir de un campo de concentración, pero cuidadito con las manos que no te quito ojo. Vaya, qué casualidad que a la hora de juego la mujer haya muerto y se queden solos la niña y el pedófilo, en un entorno alejado de toda civilización. Sin embargo, la cría ya iba bien advertida y no baja la guardia ni medio segundo. Y este hecho frustra a Joel, lo frustra enormemente. Al principio trata de controlar y enfocar dicha frustración, pero no tardará en comenzar una serie atroz de asesinatos tan virulentos como innecesarios. Joel no folla, y como no folla entonces mata y mata y mata. Con rifles, con pistolas, con escopetas, con cuchillos, con trozos de cristal, con cuerda de piano, con las manos desnudas. Cualquier método es bueno a la hora de desahogar la cólera contenida en su interior. Joel no moja el churro porque la loli de turno no hace más que escaparse de sus atenciones. Y cuanto más avanza el juego más turbia se pone la cosa. Al principio disfrazan los horrendos actos de Joel como «actos de supervivencia inevitables” ya que mata infectados, pero no tarda en empezar a degollar a cualquier fulano que se cruce en su camino. De manera igualitaria, todo sea dicho: le da igual que lo que se le cruce sea hombre, mujer, intersexual, blanco, negro, oriental o apache: todos son sacos de carne para que Joel los apuñale.

¿Creéis que exagero? El propio juego nos lo grita a la cara un par de veces. A mitad de aventura y durante una cinemática, un acojonado superviviente cuenta como un poblado entero de apacibles seres humanos fue pasado a cuchillo por un monstruo disfrazado de persona que seguía a una niña. Al final, los agentes sociales rescatan a la niña, la llevan a la civilización y le prometen una estabilidad, una educación y un futuro. ¿Y qué es lo que hace Joel? Entrar a tiros en la comisaría como si fuese el jodido Arnold Schwarzenegger. Un Holocausto barbudo y mugriento que asesina a todos los médicos y policías, agarra a la niña y se la lleva a alguna cabaña dejada de la mano de Dios donde sufrirá a saber cuantos despropósitos mientras murmulla «te pareces a mi hija, seguro que os habríais llevado muy bien». Estaría dispuesto a apostar 100 euros a que todavía guarda los restos de su desdichada hija en la nevera. Y lo más divertido es comprobar la manera en la que Naughty Dog ha ido gritando al mundo este planteamiento: en un DLC posterior la niña encima era lesbiana, por lo que Joel jamás podría engatusarla, ergo más frustación y más masacre.

Así que esto es The Last Of Us: la versión de Naughty Dog del clásico Lolita de Nabokov (ya sabéis, ese libro que siempre queman las madres del APA cuando les da por hacer cosplays de Eva Bräun antes de irse a ver el Sálvame). Pocos medios reconocieron la valiente y radical propuesta de los creadores del entrañable Way Of The Warrior. Incluso Famitsu le otorgó el PedoBear Seal Of Quality, siendo la segunda obra occidental en recibir tan prestigioso galardón junto con el film American Beauty.

 

¿Y por acá? Pues montándonos nuestra propia película.

Cochino profesional desde 1999 & Vinagre vocacional desde el Cámbrico.

5 comentarios

  1. EVA BRAUN NO LLEVA UMLAUT. SE ESCRIBE COMO LAS DEPILADORAS. Vaya decepción.

  2. Joel, el primer Incel de los videojuegos.

  3. Solo Sony coge una bella historia de amor como Lolita y lo convierte en un murder simulator...

  4. He alucinado con los elogios de la crítica al argumento de este juego, una auténtica mediocridad. El juego me gustó mucho, la mecánica de sigilo es impecable y la ambientación está muy bien. Pero la historia es una colección de tópicos previsibles y mal contados.

    Por cierto que el Pac-Man es una metáfora sobre una generación que pasa gran parte de su juventud en salas oscuras, escuchando música repetitiva, tomando pastillas y rodeado de fantasmas, y que lo haga mejor o peor, coma más o menos saludable fruta, inexorablemente acaba llegando a una kill-screen. Ahí si hay profundidad argumental y no en The Last of Us.

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