TECMO CUP (Football Game)
NES-1992
Siempre que tengo que hablar sobre algo de mi infancia, me cuesta muchísimo. Más que nada porque en general no recuerdo una puta mierda. Envidio y elogio a los que pueden hablar con tanta seguridad y exactitud sobre recuerdos acontecidos entre los primeros diez o quince años de su vida.
Pero siempre hay cosas que te marcan. A mí, por ejemplo, el olor corporal de un maestro que tuve en primaria, que olía a PADRE (el mío no, padre como concepto general), un olor como a CONFIANZA. También un estuche de Michael Jordan, del que hice tropecientos dibujos, entre ellos uno con el que gané un concurso de mierda en el colegio (de Jordan, no del puto estuche). Una camiseta de Curro de la chica que me gustaba, que teniendo en cuenta que se la ponía todos los días, le debería oler la sobaca a chotuno, detalle en su momento ignorado. Y así otros tantos, porque son recuerdos especiales que por algún motivo se quedan grabados en la memoria. Tecmo Cup sería uno de ellos.
Ya mis inicios en esto de los jueguecitos eran prometedores. El oscuro pero estupendo mundo de la piratería lo iba a mamar desde muy pequeño. Un tío nuestro nos regaló una consola clónica de NES llamada BRIGMTON, con muchos juegos grabados dentro de la memoria y con botones de turbo en los mandos. Era la polla.
Funcionaba muy bien con todos los juegos. Bueno…en algunos, como “Batman: Return of the Joker”, había que poner la típica gomita marrón para que sujetase bien el cartucho, envolviéndola por detrás de la consola para que lo apretara para dentro, porque si no lo hacías era como ver el plus codificado. Todos sabéis de sobra a lo que me refiero, capillitas. Y todo eso lo hice sin necesidad de ver tutoriales de latinoamericanos en youtube. De ahí a quemar isos del Battlefield a cascoporro :_)
Tecmo Cup fue uno de los juegos que más me marcó en esa época entre la infancia y la preadolescencia. Mi hermano y yo nos pegábamos para jugar el primero, incluso nos levantábamos más pronto de lo habitual para poder echarnos unas partidas antes de ir al colegio. Volver, comer, hacer la tarea, y darle otra vez. Porque además, sabíamos que no era nuestro, y que tarde o temprano mi amigo lo requeriría de vuelta. Un placer que sabíamos que era efímero y que teníamos que exprimir al máximo. Una emoción y una adicción difícil de describir, como el buen cebolletismo nostálgico manda y del que todos solemos abusar cada vez más y cuanto más viejunos somos. Evidentemente, todo gira alrededor del factor clave, el nexo fundamental de todas estas emociones y lo que hace que todo sea memorable: Oliver y Benji, Campeones o Captain Tsubasa para los minuciosos.
A todos los de esa generación nos marcó esa serie de dibujos animados. La versión europea de este juego no contenía los personajes originales de la misma, que según he leído, el motivo era para que tuviese más tirón comercial. Decisión incomprensible por lo menos en nuestro mercado. Aún así, así imaginad lo que era tener el videojuego de tu serie favorita, con personajes casi calcados. El personaje equivalente a Oliver Atom es Robin Field, un rubiales estadounidense que quiere seguir los pasos de papá Field y ser “da boss» del fútbol mundial. El juego tiene dos partes bien diferenciadas, prácticamente como en la serie: en la primera juegas con los Razors, que es como el Villanueva de Alcardete FC, con unos cuantos pufos que ni los del modo Club del Fifa; en la segunda ya lo haces en un campeonato mundial con toda la selección de grandes jugadores a los que te has enfrentado previamente, los Tops, en los que también está Damon Stark (Mark Lenders) y Cecil, el hermano de Robin.
El sistema de juego casi se convertía en la invención de un género nuevo, el Fútbol-RPG. Y funcionaba realmente bien, pues aunque el sistema por turnos se ejecutaba de manera ágil, era lo suficientemente pausado -no tedioso o aburrido- para reflejar de manera fiel el ritmo de la serie, que sabéis que a veces era un poco desesperante (te daba tiempo a tomarte la leche con galletas y no habían llegado al área).
La miga del juego era el sistema de atributos o habilidades de cada jugador, que cambiaban según su posición en el campo, y que mejoraban conforme avanzabas en el citado campeonato del pueblo. Es cierto que el requerimiento de tener habilidad con el mando era casi nulo, y ciertamente la aleatoriedad en los encontronazos o el azar en los resultados de las decisiones eran recurrentes, pero tampoco podías ir a lo loco y tenías que jugar bien tus cartas. Sobre todo en lo referente a explotar a tus jugadores top, pues el cansancio afectaba en el resultado de esa acción, principalmente en aquellos movimientos especiales que no eran ni mucho menos ilimitados ni estaban siempre disponibles.
Podías pausar el juego en cualquier momento y pasar a los jugadores que te marcaba como posibles, aunque al principio lo más normal era ir a toda hostia marcándote un puñalito (Alcalde :3) hasta que tuvieses un encontronazo con uno o varios defensas. Ahí ya podías regatearlos, pasar o tirar, aunque al estar más cubierto, disminuían las opciones de que un centro o un tiro tuviese éxito. Cuando tocaba defender, tenías las opciones de marcar, robar o entrar, en las que también entraban en juego todas esos atributos que he comentado antes. El portero tenía especial interés cuando jugabas con los Tops, que tenías a Eddie (Ed Warner) y sus diferentes movimientos, entre ellas la parada del lobo, que la hacía casi siempre que estaba en el suelo después de un disparo. Muy épico.
Robin Field era el protagonista principal. Robin era el puto amo, pero con matices, pues tenía más de Julian Ross que de Oliver Atom. Creo que Tecmo nos ocultó que tenía una enfermedad rara, o quizá era vegano. Yo tuve siempre la sensación de que se cansaba muy rápido. Y no, no me digáis que era porque lo usaba mucho, que no cuela. Puede ser que en los descansos se zumbara fuertemente a Anne -su supuesta novia-, que casualmente justo antes de empezar la segunda parte de todos los partidos, le mandaba un mensajito de ánimo con una cara de felicidad que no dejaba lugar a la duda. Gran detalle y digno de destacar que en nuestra versión el parecido es más que razonable -no solo en el nombre- con nuestra Anne Igartiburu, además de ser contemporáneas.
Aparte de ser un fucker, Robin era el puto capitán de los Tops, con lo que tenía más variedad de súper disparos o asociaciones con los demás, que se reflejaban con animaciones bastante entretenidas y variadas (muy resultonas para la época), calcadas a las de la serie. Y es aquí donde la emoción al estar jugando era especial. Sobre todo con los partidos con los Tops, que eran tremendos, pues era una sucesión de tiros especiales, combinaciones de jugadores (tipo gemelos Derrick ), cañonazos que reventaban la red (o el mismo balón si daba al palo), despejes que provocan súper paradas, chilenas, etc. Siempre de manera dinámica y teniendo la sensación de que esas opciones de remate, eran consecuentes con la cercanía a puerta o un centro que llega limpio y en buena posición, pese a la naturaleza un poco aleatoria del sistema de juego en sí. Seguramente que el juego no es ni la mitad de bueno como yo pensaba que era, pero no os imagináis como me la suda. Dad por seguro que no lo volveré a rejugar en profundidad, si acaso en forma de emulador y no más de diez o quince minutos. Tengo mucho respeto por esos momentos que me han dado mis grandes juegos de mi historia particular. Y aunque pueda parecer contradictorio, no quiero dar ninguna opción a mancillarlos o avinagrarlos, ni lo más mínimo. Eso queda ahí, como un recuerdo impoluto y perfecto.
Por último, me gustaría señalar que aunque no había muchas melodías, eran muy pegadizas e identificaban perfectamente el contexto del juego: pre-partido, ataque, defensa, tiempo extra, cuando jugabas con los Tops o cuando te enfrentabas con un oponente complicado. Al empezar a escribir esto, volví a escuchar después de veinte años el tema principal que hay al principio de la reseña y casi se me cae una lagrimilla. Eso solo pasa con los recuerdos especiales que por algún motivo se quedan grabados en la memoria. Tecmo Cup fue uno de ellos.
NOTA FINAL
96 – buen juego
1. Le dije que lo perdí :$ (VOLVER)
creo que si echamos la vista atrás, todos tenemos ESE JUEGO DE FUTBOL que nos hizo sentir lo que cuentas Gualter...
algo que desgraciadamente no podrán decir nuestros hijos.
estarán siempre con la cantinela de '¿aquella mierda de juego cual era? ¿el FIFA 13? ¿el 15? ¡NO! ¡ESPERA! ¿No fué el FIFA del Mundial del 2014?... Bueno... que mas dá... fueron todos una mierda...'
O peor aún: hablarán de las CARTAS DEL ULTIMATE.
Fantastico, y yo con una NES y jugando al capitan planeta existiendo esto.
Ya podriais haber lanzado la revista Gamerah en los quioscos de 1990, en vez de empezar por la oscura epoca pre 3a guerra mundial de 2017.