La franquicia Super Robot Wars es una de las grandes sagas niponas desconocidas en Occidente, a pesar de lo mucho que se ha progresado en la última década. Vivimos un momento en el que podemos acercarnos a una tienda y comprar sin mayor inconveniente títulos japoneses de nicho como los Senran Kagura, el GalGun Double Peace o novelas visuales con tintes RPG del estilo de Utawarerumono 2 o Steins;Gate. Aún así, parece mentira que todavía no podamos adquirir una saga que lleva en el mercado desde la era de la Super Nintendo, que goza de un árbol genealógico que ríase usted de los Alba y que ha gozado de multitud de secuelas, spin-offs y remakes.
La excusa habitual que suele ofrecerse es que la inmensa cantidad de series y franquicias que acumula cada entrega supone un auténtico berenjenal en derechos y copyrights que desanima a cualquier distribuidora. Lamentablemente, esta excusa se cae por su propio peso en el momento que comprobamos que tampoco se traen los títulos de la subsaga Original Generations, que carece de tales problemas porque se inventan todos los robots. Que yo recuerde, el único título que nos ha caído más o menos comprensible era el SRW Original Generations Endless Frontier para DS en los Estados Unidos. Dicho juego era mucho más parecido a un Dirty Dancing que a un SRW clásico y que se ganó el apodo informal de «el RPG de las Tetas de DS» gracias a las animaciones en su sistema de lucha heredero del Namco X Capcom y que luego recibiría el Project X Zone 1 y 2. Pero los tiempos cambian, y para muchas compañías el mercado japonés ya no les basta para contar con cifras de ventas de escándalo. El público nipón está mucho más interesado en juegos de móvil plagados de niñas en minifalda como Kantai Collection o Love Live, y eso se nota en el bolsillo de productoras como Banpresto. Así que los antaño altivos y despectivos ejecutivos japoneses se la han tenido que envainar y han lanzado la quinta entrega oficial en japonés e inglés… si tenemos el valor de importarlo, claro está.
Aunque podemos encontrarlo en versiones para PlayStation 4 y para PSVita, es esta última la que os recomiendo vivamente experimentar por lo idóneo de las misiones en formato portátil y la facilidad para retomarlas en cualquier momento. Los gráficos no es que sean una maravilla, y casi todo se basa en escenarios divididos en cuadrículas por los que moveremos por turnos a nuestras unidades y nos dedicaremos con fruición a bombardear, tirotear, aplastar, desintegrar o cortar en pedacitos a nuestros enemigos en batallas que pueden llegar a ser bastante multitudinarias. Todo en unos encantadores diseños SD/cabezones que afortunadamente no aprovechan su macrocefalia para ocultar falta de detalles. Destaco esto porque el juego está hecho casi al 90% con sprites puros y duros, y reproduce fidelísimamente todas las maniobras, ataques y técnicas propias de los robotejos que manejamos, incluidas explosiones y FX. La lista de pilotos, unidades y capacidades de combinación es larga como un día sin pan ya que agrupan multitud de series clásicas y modernas desde los años 70 hasta la semana pasada. No os voy a aburrir con el listado completo, que tampoco es plan. Mejor os doy la clasificación a grandes rasgos según la tabla de valores de Kapwham Enterprises:
- Series de cuando servidor todavía se peinaba: léase Mazinger Z o Getter Robot.
- Ponzoña infecta: léase Daitarn 3, Zambot 3 o Brave Express Mightgaine
- Clásicos del género, te gusten o no: alias Evangelion o Yamato 2199.
- Baños de sangre: universo Gundam, Tomino y la madre que lo parió mil veces.
- Festivales de tetas: Full Metal Panic, Cross Ange y demás apologías del sexo oral.
A nivel de desarrollo la verdad es que Banpresto sabe hacer notar su veteranía a la hora de producir juegos de estrategia con este tipo de contenidos. No es fácil mantener la atención del jugador misión tras misión con la rutina de despliegue de unidades, movimiento por el casillero y turnos sucesivos de ataque y contraataque durante más de 50 fases. Especialmente cuando tienes que ir tocando todas las series y universos incluidos y te ves en la tesitura de ambientar unas cuantas fases en una serie sobre trenes y autobuses que se combinan para formar robots que lanzan rayos con señales de tráfico. Ahí es cuando intervienen los distintos caminos, los combates con resultados variables, los distintos finales y todas esas cosas que impulsan al jugador a volver a empezar el juego para verlo todo a pesar de echarle 80 horas en cada vuelta. Especialmente en un RPG táctico tan denso como este, en el que el conteo de estadísticas y arañar probabilidades está a la orden del día. Al menos dejan claro desde el principio que mínimo van a ser dos vueltas permitiendo elegir el sexo de nuestro avatar dependiendo si nos van más los morenazos con chaqueta de aviador o las mozas de generoso perímetro mamellar. Pero la verdad es que para cualquier lector avezado estas características difícilmente justifican una saga tan larga y tan plagada de éxitos de crítica y público en su país de origen. Tiene que haber algo más que se nos escapa por narices.
En realidad, el secreto de Super Robot Wars es bastante simple, pero no es nada fácil de concretar a no ser que se tenga detrás un bagaje y experiencia considerables. Super Robot Wars consigue conjugar las virtudes de un buen juego de tácticas con fanservice descarado por gigatoneladas, logrando trascender el género de la estrategia para transformarse en algo más.
Super Robot Wars V es puro porno de robots.
Pero porno del duro. Del lúbrico, sudoroso y aceitado. De ese porno que se refocila en la exageración para los que una orgía solo vale a partir de diez y un gangbang solo es un gangbang a partir de cincuenta. Da igual lo mucho que te gusten el anime o las series de robots, los conocimientos que hayas atesorado desde los 5 años o las conversaciones sobre por qué Mazinger Z lanza los puños y Afrodita A las tetas, mientras terminabas un bocadillo de mortadela con tulipán y en la televisión un señor con bigote gritaba que se sienten, coño. En Banpresto tienen trabajando a frikis más gordos, más enfermos, con más granos en la cara y más callos en las manos de lo que seas capaz de alcanzar o imaginar. Lo que es peor: les gusta su trabajo y les dan manga ancha.
Debido a esto, las situaciones estrambóticas y los Dream Teams son la tónica desde el minuto 1 y el crescendo continúa hasta el final del juego. Da igual las locas teorías y aspiraciones que puedas exigirle al juego, porque te las va a devolver triplicadas: ¿Asuka Langley quejándose de la falocracia del heteropatriarcado porque ellos llevan traje de piloto y ellas neopreno ceñido marcarajadelculo? ¿Amuro Ray llamando patéticas lloronas a los protagonistas de Gundams posteriores? ¿Athrun y Kira caminando por los pasillos de la Nadesico mientras la tripulación femenina tiene que ir súbitamente a cambiarse las bragas? ¿Bright Noa quitándole la tontería a Shinji Ikari a bofetada limpia mientras la oficialidad de NERV aplaude con ganas? ¿Mazinger Z haciendo un brofist con el Getter Robot encima del puente del Yamato mientras a su alrededor los malos juegan al frisbee con galaxias e Hironobu Kageyama (1) se deja cantando las cuerdas vocales, glotis, epiglotis, tiroides, aritenoides y cricoides? Tú pide, chavalín, que Banpresto otorga. Si te terminas la verdura, después habrá postre.
Evidentemente, para echarle todas las horas que se le echan a un Super Robot Wars es necesario cierto grado de implicación mental. Si no eres un aficionado al género de las series de robots niponas mejor ni lo intentes. No vas a pillar las bromas, ni las referencias, ni los momentos puestos ahí a propósito. Este juego no está hecho para ti. Quizás el mayor problema que puede tener entre su público son ciertas ausencias del todo injustificables al haber estado presentes en anteriores entregas. Se puede aceptar con muchas reservas el haber sustituido los valkyries de Macross por los Para-Mail de Cross Ange, ya que cumplen una función idéntica de unidades rápidas y móviles con mucha esquiva y poco daño. Se entiende que los derechos de series postroño como Daitarn ahora salen por dos duros. Pero no cabe en cabeza aceptar que a eso se le haga hueco y te dejes fuera a Gunbuster, Diebuster y Gurren Laggan. Si haces un juego cuyo nombre empieza por SUPER ROBOT no te puedes dejar fuera la trilogía que mejor ejemplifica lo que es un anime de super robots, las situaciones de echarle cojones, las sobradas del tamaño de la Catedral de Burgos y muertes por trillones. No está bien y es éticamente discutible. Más o menos como cuando vas a echar un partido un partido de fútbol en la consola y te dan a elegir entre el Chamartín y el Cataluña. Será un mal menor, no lo harán aposta… pero jode un huevo.
Cerrando párrafo de reivindicaciones frikosas y aprovechando para ir acabando, que ya son horas. Super Robot Wars V no te va a dar nuevas experiencias jugables. No va a revolucionar la manera que tienes de entender la narrativa en videojuegos. No va a redefinir tu concepto de entretenimiento digital. Lo único que hace es poner un escenario dividido en cuadrícula y montones de robots gigantes que se parten la cara por turnos entre discursos grandielocuentes sobre el amor y la justicia. Y lo hace estupendamente, mucho mejor incluso si se usa para amenizar un trayecto de dos horas en metro en hora punta durante la enésima huelga.
1. Popular cantante nipón intérprete de las canciones en series como Saint Seiya y Dragon Ball aparte de reconocido aficionado al embutido payés. VOLVER
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