Silver Valley

I had a dream I could ride across the mountain top
Ride on the waves where the sea turns blue
Young trees, some trees
Rising till they touch the sky
I know a place where it all comes true

I know a valley, I know a valley
My secret valley the world has to see
One place for children welcome from around the world
Please come and share secret valley with me


Así empieza una de las series más entrañables y olvidadas de los 80, La Leyenda del Valle Secreto. No tiene nada que ver con el juego del que hablaremos ahora (si dejamos de lado que una se podía ver en los 80 y el otro funciona en una máquina de los 80), pero cada vez que jugaba a Silver Valley pensaba en Secret Valley. Vayamos al lío.

El año 2018 marcó el inicio de la recuperación de la marca SEGA, y la decadencia de la maldita Famicom / NES. Todo gracias a que en el último momento del año 2017 un malagueño, de nombre Enrique Ruiz, lanzó un juego para la 8 bits más querida de la historia, desencadenando el curso de los acontecimientos.

Tengo que confesar que Silver Valley no es para tanto. Quiero decir, sí, tiene mucho mérito lanzar un juego con… ochenta y tantas fases, desplazamientos vertical y horizontal, diferentes mecánicas y un montón de enemigos y jefes finales de pantalla, para Master System, en 2017. Pero también es cierto que se le nota demasiado dónde se ha desarrollado este juego, ya que peca de muchos errores típicos de los juegos españoles, especialmente de los creados en los 80.

Un poco Castlevania sí es a veces.

El mayor problema del juego es la dificultad. Una dificultad injusta y un pelín ilógica, porque en ocasiones va acompañada de algún error de programación, como que nuestro personaje tiene que ponerse fuera de una plataforma para poder llegar de un salto a la siguiente. Si además de tener que hacer esta pirueta le añadimos que hay que esquivar uno o más proyectiles, y derrotar a uno o más enemigos, todo esto con la resolución de la Master System, con un sistema de colisiones que no perdona una, y a lo mejor encima de unos pinchos que si te tocan te matan, acaban convirtiendo Silver Valley en un verdadero reto.

Además, durante toda la partida, y son un montón de fases, nuestro personaje no mejora en ningún momento. Ni un arma, ni una habilidad, nada de nada. Nuestra fiel espada, nuestro salto, y algunos momentos volando encima de un águila

Estos momentos con el aguilucho son muy refrescantes.

Os hablo del segundo fallo y ya nos metemos en las cosas buenas, que aún vais a pensar que es un mal juego, y tampoco es así. El protagonista (y otros personajes) del juego parecen sacados de un generador de RPG Maker (o derivados de Dragon Quest – Baile Caliente). Al ver los créditos del final nos enteramos que los ha cogido de un fondo de personajes de licencia abierta, así que todo en orden.

Como podéis ver, el parecido entre el prota y algunos personajes es absoluto. Pero qué azul más bello es el azul Master System.

Por lo demás, Silver Valley es un gran juego. Empieza recordando a los Castlevania más clásicos, con enemigos que se tiran encima nuestro esperando recibir su sesión de espadazos. De hecho, al poco de comenzar nuestra aventura ya estamos esquivando lámparas de araña, y luego esqueletos mientras subimos una torre, pero también tiene en esos inicios algo de conversación y algo de activar elementos en el escenario. Esta es una máxima del juego a lo largo de su casi centenar de pantallas, en los que irá alternando con cierta habilidad tipos de niveles al más puro estilo de clásicos como Navy Moves, o incluso podríamos citar a la saga Monster World (de la que nos acordaremos especialmente en las zonas estilo ciudades o poblados). Además, y por si fuera poco, cuenta con un minijuego estilo Pacman dentro del mismo juego, un detalle que hubiera llamado la atención enormemente en su momento.

Esta parte es difícil de narices

Técnicamente es una pequeña barbaridad, pues no sólo cuenta con una variedad de niveles tremenda, sino que tiene algunos detalles muy interesantes, como muchos planos de desplazamiento o decorados que se mueven, y a nivel sonoro lo cierto es que da el pego perfectamente, con melodías de esas que se pueden incrustar en tu cerebro y no salir con facilidad.

La historia del juego es una pequeña marcianada, pues empieza con dragones, esqueletos y otro tipo de elementos propios de la literatura fantástica, pero acaba la cosa con robots, extraterrestres y otras sorpresas. Y sí, como ya os he dicho antes, el juego es muy difícil, aunque para aliviarlo tenemos unos continues infinitos que nos permiten seguir avanzando siempre que queramos, haciendo que conseguir finalizar el juego sea una misión de tercos, pero no imposible.

Y por si fuera poco, después de acabar este, Enrique se ha currado otro juego de Master System bastante tremendo, pero de eso hablaremos otro día. Mientras tanto, disfrutad de este Silver Valley.

(Ninja)

Lo Ninja es seguero y valenciano. Vendría a ser una version ché de Joe Musashi, pero a diferencia del otro, sigue vivo y en activo.

3 comentarios

  1. En la reseña de Spellcaster (http://gamerah.net/spellcaster/) el azul Master System es de un tono claramente más oscuro...

    THEN WHO WAS PHONE??

  2. Eso es culpa del método de captura. Tu te acuerdas cuando veías imágenes de la Lynx en la Hobby consolas y se veía todo muy mal? Pues esto es lo contrario.

  3. Lo que nunca esperaría es que un juego mío saliera vivo de una crítica de Gamerah! Espero que hallas disfrutado jugándolo, igual que con galáctic revenge!

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