—Inaba-san, acaba de venir Yoshida-san y solicita una reunión urgente. Parece bastante alterado. ¿Desea que lo retenga?
—Haz que pase, gracias.
(Sonido de pasos apresurados)
—Buenas tardes.
—Hombre, Akihiko-kun ¿cómo te va la vida? ¿Una cervecita?
—No me vengas ni con honoríficos ni con jodiendas, Atsushi. Te traigo mi dimisión.
—Pero cómo me dices eso, campeón, si eres una pieza imprescindible del equipo y todo el mundo está contentísimo contigo. ¿Qué ha pasado?
—Pieza imprescindible, mis cojones. Me engañaste vilmente cuando me llamaste para participar en este sindios de NieR: Automata que tenéis montado. Todo este proyecto es un autobús directo al despeñadero y no pienso arruinar mi carrera con él. Me largo. Suicidaos solitos.
—¿Debo asumir que no estás muy ilusionado con el proyecto Automata?
—Debes asumir lo que te salga de las narices.
—¿Y se puede saber qué te tiene tan cabreado?
—Para empezar, cuando me contrataste no mencionaste ni de pasada que me iba a tocar trabajar con El Tarado. Tú estás atrincherado en tu despacho bebiendo whisky Suntory y reuniéndote con otros peces gordos. No sabes lo que es trabajar con él.
—Bueno, parece que tenemos choque de egos en la oficina ¿Se puede saber qué problema tienes con Yoko Taro?
—Para empezar, que no sé que pinta tiene. Llega por la puerta de atrás, se pone esa jodida máscara sonriente y se pone a mandar como un dictador sudamericano hasta las cejas de farlopa. No me puedo cagar en su madre porque el tipo que arregla las impresoras podría ser él. Podría ser la puñetera señora de la limpieza que vemos durante las noches de crunching. Y eso es solo el principio.
—Sabemos que tiene unas costumbres un poco particulares, pero eso mayormente lo sufren los operativos de programación e IA. Tú te dedicas a diseñar personajes, el roce debería ser mínimo.
—Ése es el problema, el roce. En concreto, lo poco que se roza con el ser humano. Realmente no tienes ni idea de lo que se está gestando en el estudio ¿verdad?
—A ver, ilumíname.
—Para empezar, lo que me está pidiendo que diseñe no es serio. Soy el tipo que diseñó Dirty Dancing Tactics. Soy quien hizo que las bermudas fuesen traje de batalla medieval en Vagrant Story y que a nadie se le hiciese raro. Soy el tipo que le puso a Han Solo un traje de torero en Dirty Dancing XII y me dieron premios. Este Tarado lo que me está pidiendo como protagonista es un cruce degenerado entre lolita gótica y traje sadomasoquista con tacones de aguja. El tipo quiere que todos los personajes femeninos parezcan sacados de una película porno dirigida por Clive Baker. Y los pocos masculinos que salen son efebos preadolescentes. Mi mujer vio ayer el cuaderno de bocetos y casi me echa de casa.
—Vale, Yoko Taro es El Capitán Pajas. ¿Alguna cosa más?
—¿Sabes que desvía recursos de diseño y programación para satisfacer sus deseos fetichistas? Los encargados de la cámara están que se suben por las paredes porque la cámara debe enfocar obligatoria y permanentemente al culo de la protagonista. Ha obligado a reducir carga gráfica en escenarios y enemigos para mejorar el modelado poligonal del culo de la protagonista. Tenemos unos enemigos que son un chiste: bolitas con ojillos y cilindros con patitas. Escenarios desérticos donde de vez en cuando se ve un ñú tumbado o un alce cagando. Todo porque hay que destinar más potencia gráfica para culos. Hay más polígonos y carga de texturas en el culo de 2B que en todo Zelda: Ocarina of Time. Si lo llegamos a sacar en PC, podríamos cambiarle el nombre a StarButt Citizen.
—Lo has definido todo de manera clara, concisa y contundente. Maravilloso. Ha sido casi artístico. Eres un auténtico genio, Yoshida-san. Para tratar de alcanzar tu nivel voy a contestarte con un haiku: «Un pangolín mea/Hoy me escucharás/o vuelan hostias».
—Como haiku tiene poco valor.
—Poco valor el que darán por tí como no calles y escuches, engreído pagado de tí mismo. Ahora mismo Platinum Games está a diez minutos de la quiebra. Tenemos a la mitad del staff mandando currículums a Sony o, kamisama no lo quiera, a Team Ninja. ¿Por qué crees que hacemos todos esos postroños de Avatar o Transformers? Porque hay que pagar las facturas de luz y agua. En esta empresa he cometido un solo error, que fue traerme de Capcom al imbécil de Kamiya y desde entonces lo estamos pagando todos. ¡Saquemos Bayonetta 2 y Wonderful 101 en WiiU, que van a ser un pepinazo! Ni diez unidades vendimos de cada uno. Ese año tuvimos que brindar en navidades con gaseosa. Y lo siguiente fue peor aún. Te quejas de llevar un mes aguantando a Yoko Taro. Yo tuve que aguantar un año a Hideo Kojima. Un año entero. ¿Puedes imaginar siquiera una pequeña parte de las turras coñazo que me dio sobre política ficción, películas de los 80 y sus fantasías sexuales con Mads Mikkelssen?
—Tuvo que ser duro.
—No se me ocurre una penitencia peor para nadie. Pero ahora tenemos este proyecto y va a salir bien. La productora es SquareEnix y los pobres infelices están tan acostumbrados a mandar dinero a fondo perdido en proyectos alargados hasta el infinito por culpa de la locaza de Tetsuya Nomura que nos dan todos los anticipos que pidamos. Y créeme, con NieR: Automata nos vamos a forrar. Los fans de la acción se lo comprarán despechados porque ya no pueden jugar a Bayonetta en PlayStation. Los posmodernos hipsters se lo comprarán por su ciencia ficción de contenido metafísico que no entenderán ni borrachos pero tienen que posturear en Instagram. Los gaijins se lo comprarán porque es largo, con mundo abierto y salen mozas con espadas gigantes. La gente de buen gusto se lo comprará porque tiene fases de matamarcianos mejores que muchos matamarcianos de la última década. Los frikis se lo comprarán por el culo de la protagonista. Las frikis se lo comprarán para disfrazarse de la protagonista y calentar la entrepierna de los frikis. La administración Abe nos dará subvenciones por ayudar al problema de la natalidad en Japón. Vamos a nadar todos en dinero y tú serás recordado durante milenios por haber diseñado el mejor, más brillante y más perfecto culo de toda la era Heisei. Así que vuelve a la mesa de dibujo y haz aquello para lo que fuiste concebido por tus antepasados.