A la pluma: Pepe
Me dijo una vez El Gordo de Minnesota que había que ser imbécil para gastarse un pastizal en el simracing cuando por ese mismo dinero te puedes comprar un buggy e ir al monte a hacer el mongol. Tiene razón. El problema de ese razonamiento es que a mí me divierten mucho más los jueguicos que la realidad. ¿Cómo he llegado a este punto en mi vida en el que cada vez que tengo cuatro perras pienso en comprarme un volante o adminículo de uso en simulaciones de carreras? Me alegro de hacerme esta pregunta porque mi historia con los jueguicos de coches y/o carreras es larga y aburrida. Os la contaré.
1- POLE POSITION
La máquina estaba en el Xipón, justo debajo de mi casa. Un bar oscuro y viejuno, con sofás setenteros de sky y un profundo olor a tabaco. De hecho, con seis o siete años, yo iba allí a comprar el Ducados de mis padres. Me quedaba embobado mirando jugar a los mayores y yo fantaseaba con que era piloto de Formula 1. Jamás eché ni una partida, pero soñaba con él.
2- OUT RUN
Ya fue en época de primera comunión cuando el Fama puso esta máquina en el bar. Supe que haría lo que fuera cada domingo para echar una maquinada. Mi madre me daba cinco duros que yo gastaba de manera indefectible en pipas, kikos, chupa chups y chicle de fresa ácida. Una mañana dominical tras la catequesis decidí no comprar nada para invertir la moneda en mi primer Out Run. Me pasé varios años después pidiéndole a los Reyes Magos que me trajeran una copia del juego para el Amstrad cosa que, por lo que sea, nunca sucedió.
3- MONACO GRAND PRIX
Esta máquina estaba en el bajo de una sala de juegos infecta en Cuatro Caminos, en Raimundo Fernández Villaverde, con bar y billares arriba y un ambiente pre-carcelario y positivamente delictivo. Olor a prao en el humo, abusos en chaqueta de cuero y cadenas. Me daba mucho miedo, pero esa pantalla curva, esa sensación de velocidad, me atraían más que el instinto de supervivencia.
4- MARIO KART
Mi hermano compró la SNES y, al poco, el Mario Kart. Buah. Todos los demás juegos desaparecieron al instante. El cartucho se quedó encajado y fosilizado en El Cerebro de la Bestia que pasó a ser El Carburador del Kart. Juego seminal, que le dicen.
5- INDIANAPOLIS 500
Llegó la adolescencia y el engaño manifiesto a mi tía; a toda una generación de adultos de este país se le dijo que los chavales del bachiller tenían que tener un ordenador para ser alguien en la vida el día de mañana. Hacer trabajos, entender el lenguaje de las máquinas, aprender, CONQUISTAR. Obviamente, lo único relevante que salió de aquello fue tratar de piratear todos los jueguitos posibles y perder las tardes entre diskettes. Con el primer ordenador serio que tuve busqué y busqué algo que pareciesen carreras reales, y me tropecé con esto.
6- GEOFF CRAMMOND GRAND PRIX
El reinado del Indianapolis 500 duró poquísimo porque apareció esto y y nada volvió a ser lo mismo. Pero nada es nada. Supongo que lo puedo calificar como el primer simulador que caté, quizás el primero que existió. No lo sé. Sí que sé que mi anhelo de emulación de realidad se vio colmado, que ver las carreras reales de Formula 1 en la tele alcanzó otro estatus porque vi que lo que yo jugaba se parecía a lo sucedía en la realidad. Todos los circuitos clásicos me los sé desde entonces porque le di un millón de vueltas a cada uno de ellos. Aún hoy veo algún vídeo de este paradigma de la simulación y me sorprendo por lo fidedigno que aún resulta. Siempre en mi corazón.
7- DAYTONA USA
Volvamos a los arcades, a las maquinadas. A esta maravilla jugaba en otra sala de Cuatro Caminos, ésta en Reina Victoria, en el lado bueno de la historia, rodeados de tragaperras y de seres humanos que ya han tirado cualquier esperanza vital por la borda, también los que jugaban a las tragaperras.
8- SEGA RALLY
Los arcades de Sega me obligaban a comprar sus consolas, pero nunca, nunca disfruté el Sega Rally tanto con en la sala de Gran Vía con San Bernardo. El recinto era enorme y solía estar muy actualizado, con una rotación de arcades que te obligaba a ir prácticamente cada semana aunque sólo fuese en plan feria de muestras, a ver las novedades. Pero, que yo recuerde, el Sega Rally estuvo desde el día en que la abrieron hasta el día en que cerró, muchos años después. Y, de la misma forma, nunca pude sentarme al volante según llegaba pues siempre había cola. No se me ocurre mejor piropo.
9- GRAN TURISMO
Una era se acabó aquí y otra comenzó. La Playstation arrasó con el mundo de los videojuegos tal cual lo conocíamos. Supongo que cada cual tendrá su punto de inflexión favorito, cuando fue que esto ocurrió. En mi caso es muy claro: Gran Turismo. Un fin de semana alquilé la máquina que ofendía, la advenediza, porque quería probar yo también lo que decían que había hecho Polyphony, el antes y el después. Muchos (muchos) puristas decían que era mentira y propaganda. Igual sí, pero yo abandoné TODO por Sony: ordenadores, consolas de la competencia, maquinadas… Con Gran Turismo no necesitaba más.
10- COLIN MCRAE RALLY
Y si con Gran Turismo me faltaba algo, quizás el vértigo, me lo daba el Colin. Un día, en Oviedo, con mi amigo Mario, casi no salimos a San Mateo por quedarnos en casa echando tramos, lo que quizás hubiese sido mejor que el resultado final de esa noche de fiesta.
11- GRAN TURISMO 2
Un accidente de coche me dejó tres meses postrado en cama. Aquel golpe de buena suerte coincidió con el GT2 y, bueno, qué contaros que no imaginéis. Nunca he jugado tanto a ningún jueguico. Le pedí a la que aún hoy es mi mujer que me lo comprase el primer día que salí del hospital y me pasé cientos de horas hasta completar el garaje y cualquier aspecto del juego. Una obra maestra absoluta.
12- PROJECT GOTHAN RACING
Yo amaba el MSR de la Dreamcast y eso me llevó a las Xbox para recuperar el placer absoluto de un gran arcade de conducción. Y cómo cumplió esta gente. ¡¡¡Kudos, kudos, KUDOS!!!
13- FORZA MOTORSPORT 2
La compra de la Xbox hizo que, por supuesto, me lanzase a los brazos del GT Killer, que también me conquistó. Antes de salir a la venta, Microsoft nos dejó probar una demo. Tenía tres coches y un sólo circuito. Era un motor tan magnífico que sólo ponerte al volante del Corvette en Mugello ya valía por juegos enteros. De hecho, desde la demo hasta la salida del juego estoy convencido que fue a lo que más horas eché con mucho.
14- RACE PRO
Por si fuera poco, de los rumores que llegaban de los grandes simuladores de PC apareció un productín que habría de robarme el corazón y darme algunas de las mejores carreras de mi vida (aún recuerdo una con el Ibiza en Macao que acabé ganando y que debe ser mi mayor hito online en general). Cómo simulaba las suspensiones, cómo sonaba.
15- PROJECT CARS 2
Saltando de generación quise saltar de saga y, aunque este estuvo lejos de ser perfecto, a mí me valió su mezcla de categorías, estilos y circuitos por delante de sus análogos GT y Forza. Sé de sobra que el juego tiene más defectos que virtudes, sobre todo la imposibilidad de disfrutarlo online, que a estas alturas de la cronología era inaceptable, pero desde un punto de vista estrictamente personal se convirtió en un fetiche; me divertía muchísimo la conducción y la variabilidad de carreras que podías diseñarte.
16- GRID AUTOSPORT
Habría de caer en la saga TOCA, siempre respetada pero nunca dueña de mi corazón, con esta iteración de GRID que cumplió, en conducción arcade (…) lo que el Project Cars 2 en «simulación»: refrescante cambio de registro y complemento de lo que jugaba en aquellos momentos.
17- DIRT RALLY
Claro que por entonces saldría el juego que los mataría a todos y se elevaría a mi cima absoluta, el verdadero heredero del Colin y mi 10 sublimado con los rallies y cualquier juego de cualquier género.
18- MARIO KART 8 DELUXE
Ahora bien, si de sublimar hablamos… 25 años destilando una fórmula para llegar a esta esencia incontestable. Tanto por volumen de circuitos y opciones, como por profundidad jugable, no creo que el modelo que se inventó Nintendo en los 16 bits pueda ser superado con este capítulo.
19- iRACING
Al fin me puse en serio con los simuladores y la época que le di al iRacing con Twitch fue realmente divertida. El sistema de competición es inigualable, como sabe cualquiera que le haya dedicado muchas horas.
20- ASSETTO CORSA COMPETIZIONE
Sin embargo nada, nada, digo nada, se ha parecido en toda mi vida de jugador a conducir el ACC. Nada. Es un juego con mil defectos y una sola virtud, que es la única que cuenta: conducir esto es otra galaxia. Podría ponerme a enumerar todas las cosas que no me gustan y no acabaría en todo el día. Como juego propiamente dicho es un espanto plagado de bugs y ofensas para los que nos gustan los productos completos; como receptáculo de competitividad está a años-luz de iRacing; pero es ponerse al volante y… y… amor, gente, amor puro.
A la pluma: Kete
El primer juego que te hace pensar como un piloto es el especial.
No eres más que un chaval en tu casa probando el siguiente Princo en la PS2. Ya has corrido en esos mismos circuitos en otros juegos, pero no les has echado la cuenta que se merecen. Sea porque el juego no te daba la información suficiente al mando como para llamarte la atención, o porque tú no se la prestabas, porque al final aquello iba de echar al resto de coches en cada vértice a base de hostias… Por lo que sea, nunca te has tomado los juegos de coches en serio.
Y no son los juegos, eh. Ya hay juegos cojonudos para hacer carreras, pero a ti nunca te han interesado. Eso es de frikis.
La cuestión es que tú ya has corrido unas cuantas veces en, pongamos, Suzuka, y para ti eso es una sucesión de curvas de la que solo recuerdas la última porque sabes que hay follón. No mucho más.
Pero de repente un día empiezas a verle el sentido a las marcas de frenada, a esos 300, 200, 100… a sacrificar primeras curvas para tomar mejor las segundas… y te da por probar aquello de las marchas manuales.
Una cosa te lleva a la otra y de repente te das cuenta de cosas.
Llevas años jugando sin saber que a un coche lo puedes estrujar, te vuelve a la cabeza aquella frase del libro de la autoescuela que asegura que el freno motor es el más importante en un coche, empiezas a ir una marchita por encima de la que te pide el cuerpo si después de la curva viene recta larga… cosas de carreritas en general.
El juego es el mismo. Pero tú has descubierto una puerta que ni sospechabas que estaba ahí.
¿Igual es el momento en el que un juego de coches pasa a ser un juego de carreras? Pues puede ser, yo que sé. Igual no somos tan tontos en el podcast como parecemos.
A partir de ahí empiezas a hacer cosas raras ya. Ahora resulta que a todos esos coches con los que te peleabas en cada curva y contra los que no rehuías una embestida, los respetas como a tu señora madre.
Ya no corres a 3 vueltas. Empiezas poniendo un 25% de la duración total pero claro, se te queda corto. Saliendo el último no te da tiempo a remontar con tanto respeto entre ceja y ceja. Un momento… ¿tendré que hacer la clasificación o que?
En menos que canta un gallo estás haciendo el fin de semana completo del gran premio.
Un buen día comprendes que no hay ninguna curva en la que vas a ganar la carrera, y que perderla, la puedes perder en todas y cada una de ellas.
Y ese juego en el que descubres esas cosas es el que te marca y es el especial.
En mi caso, el Formula One 05 de PS2. Una puta mierda de juego, sin ninguna duda. Lo sé porque es el primero que puse cuando me hice con otra PS2 años después.
Pero es la razón por la que compré mi primer volante, por la que hoy voy a dormir solo cinco horas después de apagar la consola y por la que quiero mucho a Fernando Alonso.
Maravilloso artículo, mi experiencia en juegos de coches se limita al Out Run y poco más (soy del club de las marchas automáticas) pero puedo llegar a entender el fervor que pueden despertar este tipo de juegos.
Algún dia probaré el SEGA Rally por aquello que es de SEGA.
Si eres de sega, un buen juego para probar lo de las marchas manuales que me pareció super gustoso es el ferrari 355 challenge (me parece que se llama así)
Buen repaso.
No he probado el Competizione. Supongo que acabará cayendo en alguna oferta de Steam. Pero hay tantos mods para el primero que ya no hace falta nada más en la vida.