En la vida profesional, al igual que en las aventuras de los grandes héroes, a veces no basta con seguir el modo tradicional de hacer las cosas. De hecho, si solo nos limitamos a hacer lo que se espera de nosotros, probablemente nunca alcanzaremos nuestros sueños.
Link, el indiscutible héroe de la saga The Legend of Zelda, es la prueba viviente de que no siempre el camino más recto es el que nos lleva a la gloria. Su historia, llena de giros inesperados y cambios radicales, refleja lo que muchos de nosotros hemos experimentado en nuestro propio viaje profesional.
Y lo digo desde la experiencia. Hoy escribo esto como CEO de una multinacional con oficinas en España, Catalunya, Japón, Inglaterra y Alemania, algo que, sinceramente, ni en mis sueños más salvajes me hubiera podido imaginar cuando empecé mi carrera. Pero para llegar aquí, tuve que recorrer un camino que pocos entenderían. Como Link, mi trayectoria ha estado marcada por decisiones no convencionales, elecciones poco tradicionales e incluso trabajos que algunos considerarían «poco profesionales».
Hablemos de Link. Para empezar, no nació en una familia influyente, ni tenía habilidades excepcionales, ni mucho menos creció en un entorno lleno de oportunidades. Era solo un niño humilde, un campesino analfabeto en una aldea aislada, enfrentando limitaciones que a muchos les habrían parecido insuperables.
Su aldea, un rincón olvidado del mundo, no era un lugar que inspirara grandes sueños ni ofreciera un camino claro hacia la grandeza. Sin embargo, ahí está la lección más valiosa de su historia: Link no se dejó definir por sus circunstancias. Nunca se conformó con el papel que otros podrían haberle asignado.
«Si algo me ha enseñado mi carrera profesional, es que perseverar es el secreto del éxito. El tiempo que pasas aprendiendo a superar los obstáculos sin perder el foco, ese es el momento en que realmente te defines.» Esta frase podría haber sido dicha por Link si no fuese autista, pero en realidad, es algo que me repito constantemente delante del espejo. Mi camino tampoco ha sido lineal. Antes de convertirme en CEO, fui cosplayer, algo que en su momento muchos consideraron una «distracción infantil». Pero esa etapa me enseñó a conectar con una audiencia, a comprender las narrativas y a crear experiencias únicas, habilidades que hoy uso todos los días.
¿Link el marinero? Sí, fue marinero, navegando por mares llenos de incertidumbre. Yo también tuve mis propias aventuras fuera de lo común: fui boxeador por un tiempo. ¿Qué tiene que ver con ser CEO? Más de lo que creerías. Aprendí disciplina, a anticiparme al movimiento de mis oponentes y, sobre todo, a levantarme una y otra vez. Después, incursioné como paseador de perros, un trabajo que podría parecer «mundano», pero que me enseñó a gestionar prioridades y satisfacer a múltiples clientes al mismo tiempo.
Link también tuvo una etapa como furry. Bueno, en mi caso, fui seguero, promocionando títulos de videojuegos que muchos consideraban pasados de moda. Pero incluso en ese entorno encontré lecciones valiosas: cómo comunicar el valor de algo que otros subestiman, cómo entusiasmar a una audiencia que ya ha perdido la fe.
Finalmente, Link se convirtió en músico, desarrollando una sensibilidad artística que lo ayudó a conectar con los demás. Yo me convertí en padre, un rol que me cambió completamente la perspectiva. Ser padre no solo me enseñó paciencia, sino también cómo priorizar lo realmente importante y gestionar mi tiempo de manera efectiva.
Hoy, como CEO de Gamerah, miro hacia atrás y veo un patrón que antes no entendía: cada etapa, cada experiencia (por extraña o fuera de lugar que pareciera), me preparó para este momento. Como Link, mi historia es prueba de que no importa cuán poco convencional sea el camino, lo importante es avanzar con perseverancia y confianza en tu propio juicio.
Así que aquí va mi mensaje: no subestimes el valor de los caminos alternativos. No importa si empiezas como cosplayer, boxeador, paseador de perros o seguero. No importa si vienes de una aldea de mierda (o un trabajo que detestas). Lo que importa es que uses cada experiencia para avanzar, porque al final, el éxito no se mide por lo lineal de tu carrera, o por su cabello, sino por el impacto que logras con lo que has aprendido.
Si Link llegó a ser el Héroe del Tiempo, tú también puedes ser el héroe de tu historia. Y si yo, con mi historial de trabajos inusuales, he llegado a ser CEO de Gamerah, tú también puedes lograr lo que te propongas. Solo tienes que ser valiente y atreverte a salirte del camino marcado.
El éxito no es un destino, sino un viaje. Y los héroes, en la vida o en Hyrule, son los que nunca se detienen.
¡Viva el CEO!
y porque tocaba un CEO calvo.
dilo todo
VIVA!!