
Me he pasado definitivamente al Le Mans Ultimate (LMU). Ya no hago SimPetting en ningún otro juego.
El motivo principal es la organización online. Es fascinante como la burocracia, el orden y el imperio de la ley desemboca en el progreso y la civilización.
En principio este simulador palidece ante todos los otros en variedad. Es el que menos circuitos tiene, solo nueve, y uno de los que menos categorías, las que pertenecen al WEC, lo que le constriñe por encima de cualquier rival. Si bien que no tenga muchas categorías de vehículos es malo, el verdadero problema son los circuitos. Se debería hacer repetitivo.
No lo hace porque el juego propone carreras semanales online rotando entre esos circuitos, y sus diferentes versiones (maravilloso cómo quitar o poner una chicane te hace sentir en un paraje distinto), y los coches que te pide para correrlos. El resultado es que hay suficientes combinaciones diferentes como para no notar (tanto) que va canino de contenido.
Además, tan importante como eso es que te «obligue» a probarlo todo; el funcionamiento de las pruebas anima a los corredores a no apalancarse en un coche, una categoría, un circuito. Si la democracia se impusiese sobre el férreo diseño de la autoridad en LMU, a buen seguro que tendríamos a un 90% (÷-+10%) de simpetters con su mismo GT3 ora en Spa ora en Monza (con chicane). Nuestro Gran Hermano de Studio 397 (creadores) y Motorsport Games (editores) nos guía con puño de hierro por nuestro bien. Y acierta.
Por supuesto, nada de todo eso funcionaría si el simulador no fuese excelso. No deja de ser una evolución del magnífico sistema físico y demasiado PCero para ser considerado un buen juego llamado rFactor 2. Con esa base, tan libre y abierta que obliga a toquitear en carpetas, comandos, mods y vida social para tener con quién correr, han montado un juego, esto es, algo en lo que te sientas, enciendes y corres con gente de tu mismo nivel sin tener que hacer nada en ninguno de los anteriores desagradables apartados, sobre todo el de tener amigos y quedar con ellos a horas concretas. O participar en campeonatos organizados de forma externa al juego, inconveniencia que asegura el abandono masivo en menos que canta un gallo.
Y, así, LMU aúna el placer de conducir y competir en el conjunto de físicas más satisfactorio que conozco, las mejores sensaciones al volante y a la vista, con una organización que te pone en pista, sin hacer nada, en carreras competitivas respecto a tu propio nivel en cada instante en que te sientas a conducir, sin ningún esfuerzo adicional.
Me gusta conducirlo mucho más que iRacing, me gusta competir mucho más que en Assetto Corsa Competizione, me gusta arrancarlo sin preocuparme de ningún toquiteo necesario en Assetto Corsa o rFactor 2, me gusta que haya gente gracias a su esfuerzo por tenernos, no como los deslavazados Automobilista 2, Raceroom o Rennsport.
Le Mans Ultimate ha conseguido, pues, cerrar el círculo. No es perfecto y todos sus rivales le superan en algún apartado. Sin embargo, la suma de todos, y el hecho de que ellos nos pastorean sobre cómo jugar, les ha puesto en la pole de todos los simuladores de competición de la actualidad.
Teniendo en cuenta que hace un año amenazaban ruina y sus circuitos eran un solar, la remontada en base a centrarse en llamar al pan, pan y al vino, vino, en gobernar la dúctil voluntad de los simracers, merece mi aplauso. Y mis horas al volante.
