Mongolear. El diccionario Webster lo define como «el acto de hacer el mongolo intencionadamente, con ánimo de provocar a la gente, especialmente en temas relacionados con videojuegos o en redes sociales».
No lo vamos a negar. En Gamerah mongoleamos. Que no quiere decir que seamos mongolos, sino que nuestro contenido va dirigido a los mongolos de nuestros lectores. Y recalco lectores, porque eso del podcast sí que es de mongolos mandando amor a los mongolos que les oyen. Ya no es mongolear, es mongolismo. Sutil diferencia.
¿Y a qué viene todo esto? Que nosotros mongoleamos y Sony mongolea. Mongolea que no veas. Y a lo grande.
Me hubiese gustado poder deciros esto de viva voz, pero desde el golpe de estado en el podcast (en el que se cargaron a Pepe y nos prohibieron acudir a segueros como el Gordo y a mí – dramah) he tenido que recurrir a la palabra escrita, porque si algo os puedo prometer es que cuando Sony saca un juego mongolo yo voy a estar ahí para mongolear al juego, tanto como Sony mongolea a los que lo compráis. El amor con amor se paga.
Obviamente, estoy hablando del God of War Ragnarok, que es el gran lanzamiento de Sony para estas fiestas, que ha tenido notas increíbles (nunca mejor dicho) en la prensa especializada del sector y se ha vendido por millones. Y es que hay que reconocer que Sony ha sabido ver un filón en donde nadie más lo había visto. Sabe satisfacer las necesidades del mongolo como nadie… Que no se me sulfuren los nintenmongolos, porque Nintendo también cuida a sus mongolos pero son de otro tipo, adultos que viven con su madre y menores con viven con su madre. Los de Sony son niños que quieren ser mayores y adultos con pocas habilidades sociales, y ambos tienen en común la ausencia de referente paterno. Les ha criado Sony. Y claro, así están como están… En todo caso, esto ya lo habló en su momento el Doctor Aristóteles Robotnik en su libro «Nintendo y la oligofrenia», como mencionamos en esta estupenda reseña.
Volvamos al tema. Decíamos que Sony ha inventado un género, los pelijuegos, que satisfacen a la mayoría de sus mongolitos. Ghost of Tsushima, Uncharted, Last of Us, Days Gone, Horizon Zero Dawn, God of Wars, Gays Done, The Order, Spiderman, y podría seguir así hasta el infinito. ¿Qué tienen todos en común, aparte de que todos le chiflan a el Alcalde y a Dai? Porque los hay de mundo abierto, los hay de hostias, los hay más lineales que un lápiz, los hay de todo tipo… Y es que Sony consigue que el elemento común sean las larguísimas escenas de vídeo. Son juegos planteados como películas con partes jugables entre escena y escena, lo que resulta bastante inaceptable para un seguero de corazón como yo, cuya educación es el resultado de tardes en los salones recreativos, entre jebis melenudos y colillas de cigarros. La envidia del sector.
Y es por eso que cualquier cosa que salga de un estudio de Sony tiene bien ganado el nombre de pelijuego. Pero dentro del género han conseguido una perversión aún mayor. En anteriores reseñas os he hablado también de como Half Life, entre otros, fue el juego que consiguió integrar el contarte un historia mientras se jugaba y no en larguísimas escenas de video. Podía ser una conversación en un ascensor mientras cargabas el siguiente nivel, o mientras te dirigías a algún punto en concreto o incluso durante los tiroteos. No hacía falta el vídeo, la historia estaba ahí, en el juego. Y oh Dios mío. Sony lo sabe y, como Psygnosis, hasta eso han conseguido destruir.
Hagamos un inciso. Hablemos de God of War Ragnarok. Como ya sabréis, es la sexta parte de la saga de Kratos, cinco normales y una precuela (no cuento los abortos de PSP). No me voy a extender en por qué ahora el juego es con vikingos, porque ya lo sabéis. Probablemente.
En un momento dado, los genios de Santa Monica decidieron que no querían que las mecánicas de un sencillo beat ‘em up subyugaran su creatividad, y alumbraron la idea de que, lo que hasta entonces era un juego de hostias que basaba su atractivo en combates muy espectaculares y vacíos de contenido, se podía convertir en una obra de Shakespeare porque sí, porque ellos lo valen. Así que lo que era un juego eminentemente de acción se convierte en una aventura de acción, con sus combates, pero también puzzles, y como a los mongolos soniers les gusta presumir, una fuerte carga narrativa.
Ragnarok sigue la estela del God of War de 2018, que fue el que cambió la identidad de la saga. Vamos a tener combates, organizados en arenas que te vas encontrando mientras viajas por los nueve reinos, algunos puzzles más o menos elaborados, mejoras de equipamientos y habilidades y muchos personajes con los que hablar. Muchos.
En teoría no suena mal, ¿verdad? ¿Y habéis oído alguna vez aquello de que «lo poco gusta y lo mucho cansa»? Pues este es el vivo ejemplo. Como siempre, los valores de producción son enormes. Sony se gasta el dinero, porque sabe que tienen detrás a la mongolian army que les respalda, y porque es su manera de hacer pelijuegos pero… Cada producción de Sony quiere ser más superproducción que la anterior.
En algo que podríamos calificar como “el síndrome Kojima”, en los estudios de Sony ha calado la idea de que todo lo que tienen que contarnos es interesante y que todo merece ser escuchado. Aunque sea cualquier anécdota sobre la vida de los protagonistas del juego. Todo, sin filtros. Y aquí es donde la cosa empieza a desbarrar.
Porque el juego en sí no está mal. El combate es bastante plano y no es que haya una gran variedad de enemigos. GoW siempre se ha apoyado en lanzarte jefes espectaculares a los que mutilar con QTEs, y fatalities para los masillas. No tiene una jugabilidad que destaque en absoluto. El problema llega cuando creen que todo es interesante. Y aquí nace el Walking Fighting Game: la chapa.
Imaginad por un momento que vais de caminata por las negras laderas de Mordor, donde vive el Alcalde. Y tenéis que estar cuatro horas con él. Sin nadie más, sin otro ser humano a la vista. Y que el Alcalde no calla. Y no calla. Y te cuenta sus anécdotas de la Guerra Civil, de cuando estuvo en una cama tirado y pensó que nunca jamás se iba a levantar, de cuando en la postguerra él y Pepe comían sopa de perro…. Y así cuatro horas. Dan ganas de suicidarse, ¿verdad? De suplicar de que se calle o de llegar a la meta. Pues la meta nunca llega. Y él nunca calla.
Pues esto es God of War Ragnarok. En el juego siempre vas a ir acompañado por otro personaje, y este personaje jamás va a callar. Pero jamás.
Ya he comentado que no es un beat ‘em up al uso, ya que los combates se concentran en pequeñas arenas. Entre medias, vas a desplazarte del punto A al punto B haciendo escaladas, saltos y cabriolas. Todo en un modo automático en el que nunca puedes caerte. Lo podríamos llamar «la manera de entender un plataformas» de Sony. Ver y no jugar. Recuerda mucho a los Uncharted. Puede aparecer un QTE en el cae un meteorito y has de apretar el botón círculo repetidamente o te aplasta… Voy a pasear el perro, vuelvo en media hora, y aún estará ahí diciendo que aprietes círculo. Nunca pasa nada.
Y entre medias, la chapa. Manejes a Kratos o a Atreus, vayas con cualquiera de la decena de personajes que te va a acompañar, lo invariable es la chapa. Los problemas maritales de Thor, el rencor de Freya, las dudas de Atreus, la relación fraternal de los enanos, los traumas de Tyr… Es el God of War Diván Edition, porque aquí todo te va a dar la puta chapa. Y eso afecta directamente a la jugabilidad, porque se espacian en exceso los combates para que todos los personajes tengan su tiempo de darte la chapa. Hay enormes paseos entre combates y combates, porque aquí lo que importa es la chapa y que escuches todo lo que Santa Monica quiere contarte.
Con lo que volvemos a la perversión de la fórmula del Half Life. En Sony han entendido que quizás las diez horas de video de Last of Us 2 eran excesivas. A pesar de que este juego también tenía chapa, estaba concentrada en los pasajes de recuerdos de Joel y Ellie, en los que de nuevo te iban contando cosas de su vida que te interesan una mierda. Y como diez horas de vídeo no dan para todo lo que los estudios de Sony te quieren contar, de ahí estos extensos paseos… ¿Recordáis a Joel y Ellie en la fase del museo de historia natural de Last of Us 2? ¿Recordáis la fase de los niños de Uncharted 4? Pues en God of War Ragnarok todo el rato es así.
Y es una pena, porque todo el rollo patatero que te cuentan opaca lo que no es un mal juego del todo. Santa Monica, gracias a Dios, no son los cantamañanas de Naughty Dog, a pesar de que cual ladillas se les han pegado algunos feos vicios. Pero el combate no está mal del todo. La historia no está mal tampoco, aunque abusa de ese Shakespeare wannabe montándote una tragedia familiar del copón. Te mete ocho obras de Shakespeare en el Turmix, pulsa el botón de encendido y sale God of War. Y aparte, la puta mierda de la pretenciosidad del plano secuencia hace que no te puedas saltar un puto video en todo el juego. Se aseguran que te tragues la chapa enterita.
Porque aquí todos son cineastas frustrados. Nos despertamos cada día con la noticia de que un pelijuego de Sony será llevado a la pequeña o gran pantalla según toque. Horizon Zero Dawn, God of War, Last of Us, Uncharted… Joder, si la adaptación ya está hecha. Un puto copia-pega de las escenas del juego y arreando. Tienes una temporada de 52 capítulos. La cuestión es: qué hemos hecho para merecer esto.
God of War Ragnarok no es un mal juego. Y menos viniendo de un estudio de Sony. Llevo 25 horas de juego, que ya son más que las que dediqué a Spiderman, Last of Us 2 y Chuchima juntos. Pero ES UN JUEGO DE SONY. Innegablemente, con todos los tics que conlleva. Los fans ya sabéis lo que os vais a encontrar. Y los haters también lo sabemos.
Puntuación: pse / 10
P.D.: Seguid visitando Gamerah.net para contenido exclusivo que no encontraréis en el podcast. Porque lo poco gusta y lo mucho cansa. Cuasimuertismo forever.
No entiendo cómo podéis echar 25 horas de vuestra vida en estas putas mierdas.
No he aguantado 5 minutos en youtube: he visto un niño con un machete en un impresionante landscape, repleto de cascadas, el embaucador piar de algún pajarillo solo interrumpido por el soliloquio mongolo de un traumado que SE PREGUNTA si por un casual no podrá quemar la puta zarza que obstaculiza su viaje. Es para suicidarse.
y los habituales de los pelijuegos de sony tienen un ego de cuidado, a la minima creen que estan pasando el battletoads,spelunky o cualquiera de esos