Si echamos la vista atrás y abrimos el baúl de los malos recuerdos, seguramente encontraremos fotos Jan en bañador, un princo de Crash Bandicoot y el vergonzante concurso de reseñas de Gamerah.com (ahora Gamerah.net). Aquel tártaro del sinónimo proscrito y de la oración subordinada que implora un final digno, nos llenó de vergüenza a todos los redactores. De hecho, provocaron una profunda depresión a nuestro führer que desde entonces ahoga sus penas en zumo de moras y sesiones maratonianas de Destiny.
Desde entonces decidimos que, a menos que seas nintendero, un enema es suficiente para toda una vida y que jamás volveríamos a publicar textos ajenos a la Gloriosa. Semejante veto habría desanimado a la canallada, pero todavía hay valientes que se atreven a desafiar la ira de Cubitorah. Este es el caso del tremendo mongolito Indie Luft que nos ha enviado un texto que deja al Necronomicón a la altura de “Teo se va de putas” en cuanto a legibilidad.
Un espanto que remeda con poco acierto el pulido estilo gameriahno y el gusto por el afilado estilete del insulto certero y minimalista. Una puta mierda que tampoco brilla por su concisión precisamente, ya que se extiende hasta unos 20 folios de abigarrada pseudoescritura. El entusiasmo, eso sí, no se lo vamos a negar. Aunque sea más bien esa compulsión perturbada tan habitual en esos tipos que siempre saludan en el ascensor. También nos sirve para crear una nueva sección «El Rincón del Mongolo» más bien como cordón sanitario para resto de redactores. Una línea Maginot desde la que defendernos de la invasión de las hordas con exceso de cromosomas. Esperamos que ésta sea una sección con crecimiento cero o, en el mejor de los casos, negativo.
Ningún siervo de Cubitorah ha aguantado más de un par de hojas, así que no estamos seguros de qué va la reseña. Algo de un Zelda y no se qué hostias sobre feminismo y esas cosas que os gustan en 2017. Echadle un ojo vosotros, que os lo tragáis todo y, ya si eso, nos contáis en los comentarios a ver qué tal está. Aunque tampoco pensamos leerlos.
Valor y al toro.
PREFACIO
…y entonces Cubitorah ladeó levemente su cadera de saurio y lanzó aquel sonoro pedo que dio por finalizada su hibernación, desperdigando a La Redacción de Gamerah a los pies del Everest. La noticia de aquel retorno hizo sonar con estruendo las alarmas de la comunidad internacional de científicos, que enviaron a sus mejores expertos con el fin de inspeccionar a aquellos hombres del pasado. Querían averiguar qué fuerza nuclear en el interior de Cubitorah (fuerte o débil, más de la primera que de la segunda) había conseguido mantenerlos con vida mediante alguna teorizada influencia sobre el espacio-tiempo intestinal del legendario kaiju.1
Pero aquellas pruebas que debían despejar inquietudes científicas2 iban a ser ignoradas por los anacrónicos redactores… en favor de una más apremiante responsabilidad. Porque La Redacción, venida del siglo XXI, fue también asaltada por una jauría de periodistas. Y la falta de escrúpulos de aquellos chacales informativos contrastaba sobremanera con la inseguridad de un puñado de articulistas expertos en videojuegos que también habían sido enviados para entrevistarlos, pero que se sentían demasiado cohibidos para acercarse a aquellos mitos vivientes. Mientras Cubitorah emprendía rumbo a Tokyo, por no perder las viejas costumbres, los integrantes de La Redacción avistaron a aquellos redactores de la prensa del videojuego. Luego se miraron entre ellos, todavía cubiertos por materia fecal y secreciones mucosas anales excretadas por Cubitorah. No necesitaban decirse unos a otros lo que sus miradas compartían: “sigue habiendo mongolos, nuestra misión no ha terminado”. Y así, atravesaron con paso firme el tumulto de científicos y periodistas, ignorando sus preguntas, acercándose a aquel grupito de impresionables juntaletras.
Entablaron contacto con ellos propinándoles amables collejas, revolviéndoles el pelo y haciendo uso de otras muestras de lenguaje corporal que reafirman superioridad y dominación jerárquica. Los aceptarían bajo su tutela y harían no mejores personas de ellos, pero sí mongolos más ilustrados. Confieso que uno de esos mongolos era yo. Y que reíamos como infantiles idiotas mientras nos hacían la cerilla, frotando sus nudillos contra nuestros cueros cabelludos. “¿¡Por qué te pegas!? ¿Por qué te pegas?”, le gritaba El Alcalde a uno de nosotros, sujetando sus muñecas y golpeándole con sus propias manos, mientras el mongólico periodista cerraba los ojos con fuerza y sonreía complaciente…. Viendo a Cubitorah perdiéndose ya en el horizonte (su rumbo sugería un pequeño detour por Bután), con una ligera ventisca rodeando aquella mañana la cordillera del Himalaya y sesgando aquellas mastodónticas patas, comprendí que íbamos a aprender justas y necesarias lecciones de aquellos sabios hombres. Mientras los redactores de Gamerah repartían sardinetas a mi alrededor, el Sol seguía elevándose frente a nosotros. harukiya me sacó de mi absorto pensamiento para advertirme de que yo tenía una mancha en el cuello de la camiseta… cuando miré hacia abajo me dio un fuerte garnucho en la nariz aunque tuviera de verdad una mancha en el cuello (que la tenía, de tomate).
Los meses pasaron mientras bola y dai nos sometían a un duro aleccionamiento pavloviano para despojarnos del mal vicio de querer buscar trascendencia en “los jueguecitos y las consolitas”. Un entrenamiento conductivo basado en la Técnica de Ludovico (Anthony Burgess, 1962), ante el que nuestra cordura no sucumbió gracias a las dosis de seguerismo en forma de partidas nocturnas a Game Gear con las que Jan nos levantaba la moral a escondidas de los demás (en el fondo es un trozo de pan [nunca lo admitirá; ni esa muestra de magnanimidad ni su buen fondo]). No puedo decir lo mismo de los continuos tormentos a los que nos sometió El Alcalde. Jamás olvidaremos aquel día en que obligó a uno de nosotros a ahogarse durante un largo rato a sí mismo empujando su propio cuello contra su mano (la mano del Alcalde, se entiende, legendario azote de nintenderos que incomodaría al mismo Josué Yrion). El pecado imperdonable de aquel mongolo fue citar El Héroe de las Mil Caras de Joseph Campbell. Hablando de las aportaciones de los juegos de Bethesda al monomito. En la pausa del almuerzo.
Pero todo aquello es ya agua pasada. Y mi primera misión es escribir hoy, tal como me encomendó harukiya, un texto que refleje el mongolismo de vuestra época a través del mongolismo de la nuestra. Como dos serpientes enfrentadas. Como cuando paseando por la calle giráis la cabeza para mirar un escaparate del GAME y una superficie reflectante imprevista os revela que os estáis hurgando la nariz en público sin haberos dado cuenta, desde hace varias manzanas, abstraídos hasta ese instante en vuestro eterno mongolismo. El objetivo de mi crítica, designado por el quórum unánime de La Redacción, estuvo claro: analizar The Legend of Zelda Ocarina of Time, el que aún en 2117 es considerado por defecto mejor juego de la historia… porque hace 119 años la gente empezó a dejar de hacerse la estúpida pregunta de cuál es el mejor videojuego de la historia. Y es que desde 1998 ha ido decayendo, sin prisa pero sin pausa, el interés en alimentar un debate tan improductivo como imbécil.
METODOLOGÍA METAMONGUER
Sabemos que en vuestra época os divierte, y aún os parecerá todo un descubrimiento, juzgar tiempos pretéritos con los conocimientos y la moral de vuestra época.
En el año 2117 esto no es así. O no exactamente. Ahora nos gusta juzgar tiempos pasados con la moral y el saber de otros tiempos pasados distintos. Y no lo hacemos con ánimo intelectual, sino por puro pasatiempo. Imitamos entre risas, por ejemplo, la escandalizada lectura del primer teorema de incompletitud de Gödel por parte de un pitagórico al círculo de acusmáticos que forman su hermandad, tras lo cual todos ellos se cachondean. Hasta que escuchan el segundo y empieza a rular la cicuta. O ridiculizamos a las primeras poblaciones neolíticas capaces de crear puntas de flecha simétricas con sílex, minusvalorándolas con el criterio científico y la sensibilidad humanística de un novelista romántico de mediados del siglo XIX (que de lo primero no tiene y la segunda la finge). Porque en este último caso emulamos a un imbécil que lo es por elección propia criticando a unos imbéciles que lo son por costumbre, mientras nos salen chorros de Scotch The Macallan 2016 por la nariz en el proceso. Escuece, pero merece la pena. Porque la mejor risa es siempre la que duele físicamente. Somos muy felices en el Schadenfreude retrospectivo, sabiendo lo ignorantes que erais todos antes de que se descubriera la verdadera naturaleza del espacio-tiempo, tras conseguir la ciencia unificar las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza en una sola teoría.3
La mejor forma en que puedo servir a La Redacción, además de empujar la mayor parte del día el molino que mantiene la corriente eléctrica de la máquina de hielo de nuestros maestros (y que alimenta las seis pilas AA recargables que Jan guarda como un tesoro: dramatización), es aplicar esa misma metodología a la crítica de Ocarina of Time. En concreto, interiorizar el análisis cultural de inspiración postestructuralista aplicado al videojuego, tan en auge a principios del siglo XXI, para utilizarlo como herramienta de opinión en un juego de finales del siglo XX. Porque elegir dos puntos de referencia más distantes podría hacer que la triangulación resultante os hiciera sangrar la nariz por la falta de costumbre. No lo intenten en casas ajenas (en la suya sí, hagan lo que les dé la gana en la suya, solo faltaría).4 (léeme ya)
EL FUTURO DEL ANÁLISIS CULTURAL POSTESTRUCTURALISTA
Los textos periodísticos y culturales que analizan las formas en que los poderes económicos y políticos se supone que manipulan a las masas a través de la cultura (nunca falsables y que rara vez acertaron en sus predicciones más allá de lo obvio) acabaron convirtiéndose, paradójicamente, en un manual de cómo hacerlo, pero de verdad. La chispa de la sospecha surgió en aquella mesa redonda del E3 2022 en que una directiva del equipo de desarrollo de apps,5 y activista feminista,6 increpó al ejecutivo7 de una de las mayores empresas productoras y distribuidoras de videojuegos norteamericanos por estar incluyendo en sus productos (repetimos: productos) conceptos de las ciencias sociales pero representados como ideas absurdas, como burdas caricaturas al servicio de todo lo contrario.
Evidentemente se trataba de representaciones simplistas por culpa de guionistas ineptos y por un control corporativo desmedido, que obliga siempre a desmotivadas reescrituras de guión. Pero a ella, recelosa detractora del principio de parsimonia, se le había metido en la cabeza atribuirles a aquellos ejecutivos conciencia y premeditación, y acusó allí en público al ejecutivo y a los gigantes de la industria de hacerlo con la única finalidad de ridiculizar y desactivar frente a las masas aquellas verdades reveladas gracias a métodos de análisis postestructuralistas y la labor de las ciencias sociales en el campo de la crítica cultural. A lo cual el productor respondió, de forma irreflexiva: «Pues mira que nunca se nos habría ocurrido, lo consideraremos!». Esa declaración, que podría haber sido entendida como simple sarcasmo si no fuera por el palpable nerviosismo que se apoderó de él o por sus patéticos intentos por retractarse, hicieron intuir una tenebrosa trama conspirativa que años más tarde sería destapada… El caso es que los académicos y críticos culturales creían que sus teorías eran descriptivas del tan férreo como ficticio control de la oligarquía sobre el orden social a través de la cultura presente, cuando en realidad se estaban convirtiendo desde hacía años en textos prescriptivos que servirán para dirigir la sociedad futura. Manuales para la ingeniería social servidos en bandeja de plata a los poderes económicos y políticos que tanto odiaban y denunciaban. Y si en un principio la industria del entretenimiento y la información solo imitaban los discursos de aquellos académicos y críticos culturales para congraciarse con ellos, aprovecharlos como caja de resonancia mercadotécnica y atraer sus bulas (y con estas a la gente influenciada por sus interpretaciones hacia sus productos y servicios), al final acabaron convirtiéndolos en tontos mongolos útiles para aquellos poderes fácticos. 
En nuestro país todo esa polémica no tendrá mucha incidencia, por cierto, estaréis demasiado ocupados con problemas más acuciantes. Pero esa es otra historia y debe ser contada en una nota al pie.8 Situados en antecedentes, por favor, tomad con inmerecida confianza esta mano que os tiendo. Acompañadme en este febril ejercicio crítico que llenaría de rechazo y luego indignación al mismísimo Dr Rubirosa:
ENÉSIMA CRÍTICA CULTURAL DE OCARINA OF TIME
(ahora con un 55% más de Estudios Sociales)
Aunque la expresión “soltero parásito” no se hace realmente famosa hasta pasado octubre de 1999, cuando se publica La era de los solteros parásitos (パラ サイトシングルの時代, Parasaito shinguru no jidai) de Masahiro Yamada, el concepto ya venía siendo utilizado por este sociólogo japonés desde 1997. El término, acuñado por este profesor de la Universidad pública de Koganei, cuyo objeto de estudio principal son la familia y su evolución, podría resultarnos sorprendentemente despectivo y brutal. Mucho más incluso que conceptos como nini (ni estudia, ni trabaja) o el anglosajón NEET (not in employment, education or training), a los cuales Yamada se adelantó de forma flamante. De todos modos, el mundo académico humanístico siempre remolonea varios pasos por detrás de la sociedad. Porque ese fenómeno, el de los jóvenes que abandonan el nido tarde o nunca, ya venía siendo observado con creciente preocupación y desasosiego por padres y madres japoneses. Algo que demuestra la misma Nintendo con su versión de esa dinámica: los niños kokiri de The Legend of Zelda: Ocarina of Time.I Y eso es algo que tiene mayor sentido si tenemos en cuenta que la empresa de Kyoto siempre se ha preocupado por los valores familiares y la inclusión de multijugadores para toda la familia, siendo la serie The Legend of Zelda la principal vía de desarrollo de sus ideas para un solo jugador, para el jugador solitario.
Tiene sentido que el jefe final de la primera mazmorra del juego, en el interior del Árbol Deku (figura paterna de los niños kokiri), sea Queen Gohma, apodada convenientemente Parasitic Armored Arachnid. Puede que el anciano árbol muera por la acción de esa bestia matriarcal y parasaito en sus entrañas, que la reina Gohma le haya dado la puntillita, pero esos pequeños bastardos irresponsables y vestidos de verde tampoco es que hayan ayudado mucho en su mejoría. No es el caso de Link, claro, el único soltero parásito del pueblo de decepcionantes y ociosos parásitos kokiri que toma las riendas de su vida y da un paso al frente gracias a la figura materna llamada Navi. Porque, watch out!, el Árbol Deku y la propia Nintendo saben algo de Link y el jugador medio de Nintendo de finales de los 90: que tienen miedo a las mujeres y quizás les convenga una fémina no sexualizable, de tan pequeño tamaño que no pueda intimidar con su presencia física; pero intrusiva, mandona, exigente y siempre dispuesta a guiar y aconsejar. Porque algún día tienes que dejar esta estúpida fobia de lado, buscarte una mujer, tener hijos y jugar con ellos a Mario Kart, que vende muy bien pero siempre puede venderse mejor. Y compra mandos, muchos mandos, cuantos más mejor. Y hey listen!, muchos mandos para muchos hijos. 
El abandono del hogar paterno por parte de Link viene acompañado de un momento en que esa ginecofobia del protagonista se hace palpable. Lo hace en esa cinemática en que Saria, amiga de la infancia, se despide de Link y este no sabe mostrar sus sentimientos. En ese momento de silencio en que ella espera un abrazo o la promesa del reencuentro, pero él da aterrorizados pasos atrás y huye del contacto físico y emocional sin decir palabra. Deja a la amable niña kokiri, la única que jamás lo marginó, pensativa y sin respuestas; confundida y triste. A partir de ese instante liminal, Link se lanza a una búsqueda en que de forma sincrónica explora y entiende la geopolítica hyliana, ahí donde el protagonista deberá jugar un papel. Hyrule podría ser perfectamente una representación soterrada del Dai Nippon Teikoku (大日本帝國, El Gran Imperio Japonés), mediante alianzas con sus reinos vecinos, Goron y Zora, en una suerte de pantasianismo desconectado del resto del mundo, incluyendo al pueblo Gerudo, indefinido de forma heurística por calculadamente errática, al aunar estética árabe con un exagerado y amenazante feminismo occidental. Las ideas nacionalistas e imperialistas de intelectuales como Shūmei Ōkawa chocan así, a través de la geopolítica hyliana, con un eurasianismo desbocado al tomar el malvado gerudo Ganondorf control sobre su pueblo. Pues ese feminismo Gerudo lo es solo en apariencia: su jerarquía se somete al de un varón nacido cada 100 años. El pueblo Gerudo es, así pues, el orden heteropatriarcal perfecto. Lo cual significa que Ganondorf es la figura paradigmática del heteropatriarcado, el líder polígamo de una raza de mujeres; que no se puede ser más hetero, más pater ni más cratos en la vida que el pelirrojo tirano. El subtexto de este pueblo de mujeres es claro, su rancia lección ineludible: Nintendo trata de decirle al jugador que si la mujer es guerrera y autónoma no le queda más remedio que aislarse de los hombres.
El reino de Hyrule tampoco queda libre de mensajes patriarcales. Lo mismo podemos decir de sus reinos aliados. Obsérvese sino a los Goron, que manifiestan rasgos de misoginia sutiles pero determinantes en lo cultural. Por ejemplo, basando su dieta en rocas porque se niegan a cocinar, condicionados por un machismo tan enraizado en Hyrule por influencia del pueblo hyliano que hace que hasta una raza vecina sin hembras, como los Goron, acaben negándose a hacer trabajos que consideran indignos de un varón. Como cocinar. No cocinan porque lo ven como algo reservado a las inferiores hembras… aunque no tengan hembras. Hasta ese punto llega su alienación: comen rocas aún no teniendo hembras. Que baje Nayru y lo vea. Por su parte, entre los Zora solo hay una hembra: Ruto.
Cabe adivinar, por pura biológica, que su futuro es centrar sus energías en la puesta intensiva de huevos para que los súbditos zora los fecunden. Incluso siendo de la familia real de su feudo, su destino es ser objetivizada y atada a su misión reproductora. Y podrá ser quizás una genuina práctica para que todo un pueblo sea de linaje real, algo que no suena nada mal… Pero eso supone que Ruto será despersonalizada y condenada a responsabilidades forzadas estructuralmente, que estaría condenada a perder su humanidad (¡perdón!) hylianidad (joder…) zoraidad (ahora sí… lo siento, la inercia de los -centrismos). Es inverosímil que esta forma exagerada de poliandria machista sea un rasgo evolutivo.
Tiene pinta,más bien,de una forma de calculada eugenesia machista. Normal entonces que, ante tal horizonte vital, la muchacha se fugue con el único recuerdo que le legó su madre y predecesora: el Zora’s Sapphire. Se trata de la última de las llamadas Spiritual Stones, la que Ruto regalará a Link no sin antes hacerle pasar por una serie de situaciones embarazosas dada su patológica fobia a las mujeres. Cabe decir aquí que Link parte de una clara ventaja a la hora de congeniar con el género femenino: ser mudo le hace incapaz de caer en el mansterrupting y el mansplaining. El peligro es que puede parecer que se hace el interesante, lanzando señales equivocadas. Algo que le pasa con Ruto, predispuesta a ello por estar deseosa de rehuir su implacable destino.
El tránsito por la tercera mazmorra, teniendo que sostener a la chiquilla sobre su cabeza, será toda una terapia de exposición. Pero Link progresa adecuadamente y demuestra, además, no tener la menor traza de transfobia entablando luego amistad con glamurosas Great Fairies. El joven no encajaría, ni ya crecidito y de ninguna forma, en el término machirulo. Y si alguien dijera aquello de “machete al machote”, pues maracas al machín, porque Link tiene una debilidad, tú lo sabes muy bien, lo lleva en la mirada. No perdamos de vista, de todas formas, que el instrumento que el protagonista necesita es la Ocarina del Tiempo, que Zelda le presta para que pueda abrir la puerta al Sacred Realm, lugar creado por las tres diosas de Hyrule: Nayru, Farore y Din. Nótese aquí que si bien la feminidad de las diosas puede llevar a engaño, se nos narra que “their labors completed departed for the heavens” y que la trifuerza “remained at the point where the goddesses left the world”. Sin una deidad masculina, un Dios sabio con autoridad y sentido común que las guíe (y siendo, aunque diosas, féminas al fin y al cabo), abandonan su propia creación y se dejan la llave para controlar ese mundo por el camino. Con ese mito originario cuyo subtexto es la irresponsabilidad, la leyenda no podría dejar en peor sitio a la mujer aunque añadiera que “el bolso seguro que no se lo hubieran dejado”. De ahí la estructura patriarcal del régimen feudal hyliano, que no traduce el mito en triunviratos femeninos porque con un hombre con cabeza al mando del Dai Hyrule Teikoku hay bastante, y con ese nos basta y nos sobra.
Link, por su parte, accede a ese Sacred Realm, revelándole a Ganondorf en el proceso las palancas del cambio social. No está de más señalar que la brillante idea fue de Zelda, que conste. Y con tal poder, el pelirrojo misógino invade con gran hâte y mucho furor el castillo de Hyrule. Minipunto y punto para el equipo del heteropatriarcado. Siete años de dominio bajo una radical dictadura heteropatriarcal dan para mucho. Y no para bien, como comprobará Link tras despertar siete años después de su sueño en el Sacred Realm. Ahora ya no es el chaval de los recados, sino un héroe de los pies a la cabeza que imita, como explícito hyliano y no parasaito kokiri, la figura del héroe occidental que salva y emancipa a pueblos atrasados. El etnocentrismo más flagrante se nos mostrará una y otra vez en este nuevo mundo gobernado por Evil King Trump Ganondorf. Desde salvar a los zánganos kokiri, descarriados de forma previsible e inmediata tras la muerte de su figura paterna, hasta las Gerudo, que no saben ni de dónde les viene el aire del desierto después de perder por lontananza del Este a su auto-promocionado líder masculino. Será absoluta la necesidad de los distintos pueblos y razas del Teikoku y aledaños de un hyliano que los ayude, una influencia del relato occidental de hombre blanco (o educado por blancos en principios occidentales) que lidera a pueblos colonizados demasiado ignorantes para rebelarse, o siquiera sobrevivir, sin esa asistencia extranjera. Siempre con la excusa barata de que un point of view caucásico/humanoide, masculino, hetero y cis es el más apropiado para introducir al principal público target en una cultura extraña a través de la ficción. No será eso, claro que no. Durante este periplo por el mundo post-pifiada-de-Zelda, Link será asistido por un enigmático personaje llamado Sheik. Un personaje que aúna aparente androginia con visible androfobia, porque cada vez que Link se le acerca lanza una nuez deku (cual bomba de humo ninja o flash grenade táctica) y desaparece.Al fin nos será revelado que se trata de Zelda de incógnito, lo cual arroja toda una subtrama que invita a sustanciosas interpretaciones. Porque recapitulemos que pierde a su padre, el rey, durante su infancia y a manos de Ganondorf. Lleva siete años bajo la tutela de su niñera Impa (lesbiana estereotipada: pelo corto y pantalones largos; ruda y seria; cuyo silbido estruendoso, rural y ultramontano retrotrae a la práctica trashumante). Sin un padre, figura masculina fuerte, que la guíe en el heteronormativo desarrollo de una identidad de sexualidad hetero y génerocis, Zelda se acaba travistiendo como hombre:Sheik
IV Pero dejemos por un momento al personaje que da nombre a la serie para volver sobre su protagonista: Link. Porque el resto de mazmorras que debe superar como adulto están repletas de claves que ayudan a entender al hyliano y su construccionismo, que pasa de sincrónico en el pasado a sincrónico en el futuro post-cagada-de-Zelda y después a diacrónico una vez gana la habilidad de viajar en el tiempo. Uno de los combates más memorables para cualquier jugador es sin duda el que nos enfrenta contra Dark Link, fina metáfora sobre la despersonalización. Y tiene lugar en un momento relevante: el templo del agua, donde la continua manipulación caprichosa de los niveles de fluidos (obvia alegoría sexual) coincide con el reencuentro con Ruto, que sigue enamorada de Link porque aún no ha entendido que es Zelda quien le interesa a él. Porque el héroe hyliano sigue apegado a la ocarina que le dio la princesa, sin sospechar que todas las canciones que está aprendiendo en ese futuro post-chapuza-de-Zelda se las está enseñando esa misma niña, ya adulta. El caso es que Ruto vive engañada en su propia mentira. Entenderá que Link le calienta y luego se quiere ir con otra: posible monógamo tóxico. El jefe final de la mazmorra, claro, no podía ser otro que un óvulo que controla una masa informe de agua: Morpha (lo del sobrenombre de Giant Aquatic Amoeba es para despistar). Si la escuela de Frankfurt nos enseñó a unir marxismo con análisis freudiano, que lo hizo pero con mucho invent, es de recibo sacar a colación que el agua es símbolo de sexualidad hasta en el mundo onírico. No hará falta decir por tanto qué simbolizan las botas de hierro. En ese contexto, el jefe final Morpha otorga resistencia y fricción a la superficie del agua a voluntad para agarrar a Link y zarandear al pobre muchacho en el aire de forma indigna, como el brazo de una militante de Femen que alza su puño reivindicativo de forma rítmica, deseando apresar algún día en su interior los testículos de todos lo hombres del mundo occidental que niegan el patriarcado o que aún quedan por concienciar. Es significativo también el templo del desierto, donde hay que borrarle la cara a la estatua de una diosa, en una muestra de gamberra profanidad. Y lo hacemos con el reflejo de la luz del Sol, símbolo religioso de masculinidad por antonomasia. Porque podría entenderse que dada la procedencia nipona del juego el Sol es aquí la femenina Amaterasu Okami (天照), pero no se lleven a engaño: la inspiración medieval occidental del título y lo arábigo del escenario no dejan lugar a dudas. Y esa suerte de humillante y festivalero money shot de rebote da acceso al jefe final que son, no se lo pierdan, dos viejas brujas. Se nos hace saber aquí que ambas ancianas son las tutoras legales de Ganondorf, lo cual indica que la misoginia del heteropatriarca es seguramente causada por el duro entrenamiento al que lo sometieron esas dos hermanas solteras, que deben serlo a estas alturas por pura misandria. Irracional ira cíclica por movimiento pendular que al final han acabado pagando justos por pecadores. Luego dirán que en Nintendo improvisan las historias. Ya, cuéntanos otra en el próximo GDC, Shigeru.
En una cinemática las dos ancianas brujas se fusionan y, merced a una especie de lógica de la doble negación aplicada al escaso vigor cuatricentagenario, se convierten en una (¡1!) hermosa joven. De esa guisa, la bombástica hechicera lanza un sensual guiño a Link, que a estas alturas ya casi ha vencido su ginecofobia tras mermársela (la ginecofobia) la gerudo Nabooru con su previa joint venture. Pero el joven hyliano no queda impasible ante la gigantesca bruja fusionada, que debe de medir así a ojo y con buen z-buffering unos seis metros. Y aquí o el postestructuralismo no llega o el discurso del juego no da de sí, porque no puedo ofrecer una interpretación concluyente sobre si la respuesta psicosomática de Link al provocativo guiño es resultado de una megalofobia incipiente o una larvada macrofilia mezclada con trazas aún persistentes de caliginefobia. Que elija el lector la opción más convincente y que R.A. Montgomery y Edward Packard se la bendigan. De verdad, no sé, la ciencia a veces puede ser muy confusa. ¿Qué quieren que les diga?9 Resulta abrumadora la cantidad de alegorías y mensajes contenidos en un simple cartucho de Nintendo 64, el volumen de semiótica cultural que Nintendo consiguió embutir en 256 Mbits. Porque la prodigalidad de significados que se elaboran en el juego están desperdigados también por todo ese Hyrule, más allá de las mazmorras. Sirva de ejemplo el personaje de Ingo, el nuevo capataz de Lon Lon Ranch en ese futuro post-liada-parda-de-Zelda. Este huraño personaje es el que pierde contra Link en una carrera en la que se apuesta a Epona. Porque su misoginia le lleva a proyectar su minusvaloración de las capacidades y virtudes femeninas incluso en animales: sus caballos. No ve, lleno de prejuicios, que la yegua Epona es más veloz y salta más alto que el mejor de sus sementales. Seguramente ese sesgo machista es el que lo lleva a congeniar con Ganondorf y a abusar laboralmente de Malon, representación de la precariedad laboral de la mujer a lo largo de la historia bajo el yugo de hombres poderosos que se alían contra ellas. En aras de un discurso cohesionado, tiene sentido que su padre Talon sea un vago inofensivo del cual su propia hija Malon, ya siendo cría, se ríe con superioridad moral. Recordemos aquí a Zelda, ya de niña, avisando de que su padre ignora lo que sus presagios en forma de sueños y su intuición femenina le dicen sobre Ganondorf. El tópico de las figuras paternas bobaliconas frente a unas hijas muy inteligentes y pragmáticas que lo son, precisamente, por eso. Porque es necesario que el padre sea una figura desautorizada para que la hija salga bien, idea que entronca con la falacia del buen salvaje, asociada a su vez con el edén extramonetario y libre de comercio que debe recuperarse a toda costa: el Sacred Realm. No queda nada por atar en Ocarina of Time. No hay flecos sueltos, todo se borda, se hila fino y no se da puntada sin hilo. Esa atención al detalle es algo que también podemos captar en la trayectoria narratológicamente elíptica de Zelda, que en ese futuro post-estropicio-suyo observa como la ginecofobia de Link (en principio paralizante, insana pero inofensiva) es opuesta de forma diametral a la misoginia de Ganondorf. Enseñándole nuevas canciones irá confiando más en él hasta revelarle su identidad, quitándose de encima su disfraz adoptado por puro antagonismo hacia la heteronormativización forzada en Hyrule por Ganondorf. Aunque no sin cierta influencia de Impa (la bollera estereotipada), que no podría evitar aunque quisiera la imitación de esos modos propios de una personificación del lieu commun lesbiano (torpe cliché de Nintendo) por parte de su hija adoptiva Zelda.V La chica, no teniendo ya que ser princesa tras el coupe d’Etat por parte del gerudo, se despega de las normas culturales establecidas en Hyrule y renuncia a un reino que ha fallado de forma miserable intentando detener el brutal heteropatriarcado venido del desierto. Algo normal de todas formas si sus soldados luchan de la misma forma en que patrullan, esta es: estando quietos y moviéndose a la vez. Recuerdo que llegué a leer una vez, en una de esas insondables minas repletas de sabiduría llamadas foros de videojuegos, que la transformación de Zelda en Sheik no es travestismo, sino transexualidad vía magia (argumento habitual de un usuario para defender un nick mal escogido, que no sería la última ni la peor de sus malas decisiones 10.
La idea es interesante, pero a esta le sobran cábalas y le faltan asideros postestructuralistas, así que limitémonos a pensar que Zelda adopta un cross-dressing que exterioriza una contenida identidad transgénero desarrollada durante su adolescencia, al imitar de forma malinterpretada el rollo que identifica a Impa (deudor de los estilos tomboy y garçonne, pero pasado por el ninja sutairu), sin dejar de lado su interés en los hombres, que queda sujeto a su androfobia pero adopta como Sheik una identidad básicamente genderqueer aunque codeándose en cuanto a orientación con la homosexualidad según le pille el día.11.
Con lo cual algo de rebeldía con trampa,haberla la hay.12. Solo el coraje de Link la hará volver a aceptar su identidad hetero cis al ver un chico que no lucha por decirle a los demás lo que deben pensar, sino que hace frente a aquellos que tratan de imponer su pensamiento, descubriendo el joven por el camino (de forma colateral) a deshacerse de aquellas fobias que lo lastran y condicionan, gracias a un trato cada vez más natural con sus amigas. Zelda le ha ido enseñando canciones que toca en ese instrumento que le dió, antes de que por su culpa GanondorfV Iaccediera al SacredRealm, donde las realidades de ambos divergen.13
Desde entonces han pasado pocos días o semanas para él pero una larga y confusa adolescencia para ella. Mientras Link se acaba de curar de espanto, ha recorrido un camino contrario a la misoginia de Ganondorf, porque no siempre el odio nace del miedo ni el miedo tiene porque llevar al odio. Así que Zelda abraza una contenida pasión hacia el héroe masculino, un poco tímido pero guapo: Link. Que es echado para adelante sin necesidad de repetir todo el rato que esa boca es suya, algo que da ejemplo y contrasta con lo que el mundo le enseñó a ella. Y si la trifuerza del Poder fue para el impotente Ganondorf, la de la Sabiduría para la confusa Zelda y la del Coraje para el fóbico Link, la gran lección es que la sabiduría y el coraje vencen juntos y de forma legítima, no por separado, cualquier poder. Ganondorf es derrotado. Pero no todo podía salir a pedir de boca… Pues Zelda devuelve a Link a su tiempo porque sabe que es un inocente crío en el cuerpo de un atlético adolescente. Porque “mira que guapo es, pero es que no tiene malicia alguna”. Porque acepta que este pobre chiquillo no puede hacerle, ni puede pedirle a él que le haga, las cosas con las que lleva años fantaseando. Porque “mira que ojazos, que bíceps y que valiente ha sido, pero qué sabrá este de sexo”. O quizás de amor. Link, como viene siendo tradición en los juegos Nintendo, no recibirá ni un beso de la princesa. Zelda no puede besarle por el mismo motivo por el cual Link no entenderá, hasta dentro de muchos años, el doloroso anhelo de ella, moralmente obligada a pegar con tristeza sus labios a la boquilla de la Ocarina del Tiempo, en la que él lleva posando los suyos desde que la princesa se la entregó. Tenerse tan cerca para acabar tan lejos. Porque Zelda es consciente de que con ese mismo acto, tan ineludible como íntimo y personal, loperderáparasiempre.14 I Tema revisitado en The Legend of Zelda Majora’s Mask a través de Tingle, donde resulta aún más obvio, porque no se puede ser más soltero ni más parasaito que él.
Hablamos de un tipo que dibuja mapas y pretende ganarse la vida con ello, aunque ningún habitante de Termina ha pedido un cartógrafo ni le ha obligado a aprender dibujo técnico. Nadie en Termina necesita mapas de Termina, porque no es tan grande. Una suerte para él que aparezca Link, forzado a remunerar su esfuerzo básicamente porque es un extranjero que necesita dichos mapas al tener que salvar esa región en tres miserables días (aunque sea en bucle, por no repetirlo mucho) y no es de recibo para él aprenderse la orografía del lugar. II En posteriores entregas habrán más hembras zora, pero con otras relevantes peculiaridades. En Majora’s Mask el personaje femenino zora más importante es Lulu y pierde la voz, siendo cantante su vocación y modus vivendi, porque le roban su puesta de huevos. Traducción: no es nadie sin sus huevos. En The Legend of Zelda Twilight Princess se nos presenta una reina zora, sí, pero su fantasma necesita de Link para transmitirle al príncipe huérfano el correveidile de que le eche cojones a la vida, porque de una madre suena como muy ridículo y humillante (y de una que se desprende de forma natural de sus ovarios fértiles antes del momento de la fecundación, pues más aún).
En conclusión: las hembras zora están para desovar y poco más. Tengo la teoría, no falsable, de que si sumáramos todas las partidas jugadas a Ocarina of Time desde su lanzamiento el 21 de noviembre de 1998 en Japón, obtendríamos unos macrodatos que, entre otras cifras inútiles, pondrían sobre la mesa que Sheik lanza más nueces deku, combinando todas las cinemáticas donde hace uso del cobarde metsubushi, que la cantidad acumulada de frutos lanzados por los jugadores hasta ahora. Este personaje, verdadero nuts buster, habría gastado más nueces que todos nosotros juntos. IV Tópico machista que será reutilizado en The Legend of Zelda Wind Waker. Donde Tetra, la capitana y matriarca pirata, redescubre la felicidad (y deja de ser tan arisca, chulita y mandona) al vestir como Dios manda que vistan las mujeres. Justo en ese giro de la trama en que descubre que pertenece a la realeza y por tanto debe predicar con el ejemplo. Illuminati confirmed.
V La presencia de los Sheikah en otras entregas de la serie Zelda irán perfilando con los años una especie de clan ancestral ninja, protectores de unas ideas que serían el símil en el lore zéldico a los Principios de Yogyakarta. No me lo discutan, me hace ilusión pensar así.
Ganondorf/Ganon personifica a través de la serie los males recurrentes que asolan el mundo, algo habitual en las construcciones narrativas para poder epatar al espectador, lector o usuario y desarrollar una trama clara y atractiva entorno a la lucha contra estos. Y eso no tiene porque ser malo. Lo paradójico es que las mal llamadas ciencias sociales inspiradas por la Teoría crítica hacen lo mismo para que el “carácter transformador” posterior llegue a buen término. Convertir las desgracias del mundo en obra de unos agentes concretos, para dar una explicación convincente por atractiva y por lo tanto vendible. Para que la gente la compre cual mercancía (y vamos acumulando paradojas). ¿Qué gracia tienen los más realistas procesos estocásticos, autogenerados o espontáneos en una trama? ¡Ninguna! ¿Qué tiene de apasionante la verdadera ciencia para las masas? ¡Nada! Al feligrés no lo convences con explicaciones racionales o admitiendo que no tienes una clara explicación para algo tan complejo que se escapa a tus mediciones, lo convences con parábolas. Y téngase en cuenta que aunque el símil y la simplificación pueden ser herramientas al servicio de la divulgación, el caso es muy distinto si la misma simplificación es el núcleo doctrinal, si el mismo sesgo es el origen de todas las interpretaciones y el molde de toda supuesta revelación, que fue escogida ya de antemano. Lo llamarán ciencia para convencer al incauto, pero no lo es. Son solo cuentos pendientes de un final aleccionador, al servicio del Ganondorf de turno que las remate.
NOTAS: 1 Por favor, basta. Dejad de preguntarles por este asunto. Es bastante peliagudo para ellos, por decirlo de una forma tan suave como violentos son los movimientos intestinales de Cubitorah. Son momentos muy duros de rememorar. Especialmente para el Gordo de Minnesota, que todavía sucumbe al estrés post-traumático al escuchar cualquier palabra que le recuerde a alguna parte o función del sistema digestivo presente del yeyuno para abajo.
2 Véase infra, nota 3.
3 Lo siento, en gamerah no nos importa hacer spoilers sobre los Baile Caliente y otros juegos para mongolos terminales, pero en el terreno de la ciencia preferimos no desvelar las sorpresas que os esperan. Lo único que se me permite contaros, a modo de sneak peek, es que quien conseguirá unificar todas las leyes en una sola será un joven indio oriundo de Kanpur (कानपरु ). Un precoz hindú que se sacará con la punta de la picha el doctorado en Física Teórica en la University of Delhi (दल वववयालय). Gran aficionado a los musicales de Bollywood y mejor bailarín, impulsará una rama de la física que llamará (por motivos aún desconocidos) Anticubiletian mechanics (तकबलेटयन मकै े नस). Y no, no tiene nada que ver con la teoría de cuerdas y la Teoría M porque todo aquello era mentira, algo que ya se intuía tras el escándalo Bogdanov, y que llevaría a la completa relativización de la ciencia en el mundo occidental (véase infra, nota 9). No hacía falta once dimensiones. Tampoco veintiséis. De hecho, las mayores eminencias de la física mundial (ninguna europea) discuten con desgana en 2117 si prescindir de 3⁄4 de la tercera.
4 Hagamos un pequeño alto en la travesía, querid@ lector@. Porque a partir de aquí podrías empezar a cabrearte, y mucho. Así que necesito asegurarme de que los dos tenemos algunas cosas claras y que conste que te he dado la oportunidad de bajarte del barco a tiempo. Así que hablemos de la ira y la rabia. Debes saber que tu sistema límbico, donde reside tu núcleo amigdalino, genera irritabilidad al ser estimulado. A través de este, el resto del sistema límbico envía señales al hipotálamo (dato etimológico interesante: del griego ὑπό [ÿpó] y θάλαμος [thálamos], «debajo de la cámara nupcial»; tremendo gol a balón parado del heteropatriarcado). ¡Notas como lo hago, verdad? Todo esto activa a través de la hipófisis la segregación de hormonas del estrés y adrenalina. Entre otros efectos, aumenta la perfusión de tus órganos nobles. Podría haber luego un cierto rasgo de placer sexual en la respuesta agresiva y el acoso al disidente. Tengamos aquí en cuenta que el sadismo es, neuronas especulares mediante, la forma más cobarde de masoquismo. En tu corteza cerebral todo esto se valoriza y redirige en torno a tus prejuicios aprendidos, tus conductas acostumbradas y una somera evaluación de costes y beneficios (vaya, la corteza cerebral es un poquito neocapitalista), para decidir qué harás con esa rabia. En este punto podrías valorar, si tu religión o ideología política lo justifican, que «la rabia de las víctimas deviene en la ira de los justos». Todo está justificado entonces, incluyendo el ataque en grupo y la persecución implacable del transgresor, entendido como opresor o hereje. En el caso que nos ocupa buscarás la Retribución (El ajuste de cuentas, Alzamiento del oprimido, Armagedon, Retribución), idea nuclear de religiones con influencias zoroastristas, del marxismo y de cualquier ideología emparentada con este último, cuya visión maniquea de toda manifestación humana es la antítesis dualista: el bien contra el mal. Con la idea de que la utopía o el paraíso serán al fin alcanzables invirtiendo posiciones de poder. La rabia no es, de todas formas, exclusiva de algún lugar de tu cerebro. No hay un «centro de la rabia». Se relaciona con casi cualquier cosa, con casi cualquier neurotransmisor: adrenalina, noradrenalina, dopamina y un no parar de -inas. En muchos aspectos es un rasgo adaptativo polivalente de cara a huir, defenderse o atacar. Y redirigido de forma conveniente es una preparación para motivar el ataque en base al placer, cuyos resultados (si percibes como victoriosos) perpetúan en ti el interés en rememorarlo una y otra vez. Puedes acabar, al fin, en un estado de alerta permanente. Una susceptibilidad absoluta y perenne con la que te podría ser difícil conciliar el entendimiento o la persuasión. Llega el punto en que te sobreexpones a diario a noticias y testimonios indignantes que distorsionan tu visión del mundo y lo indignante te parecerá pandémico. Siendo esto así, te estoy dando una dosis. Entenderías que te estoy tentando con un nuevo chute de indignación, aquel que buscas en todo momento y lugar. Porque a parte de darle un sentido y misión a tu vida, te gusta. Estás disfrutando de ello, acumulándolo de cara a pedirme responsabilidades, relacionar sucesos inventando enlaces causales, desarrollar un discurso emocional que se retroalimenta, estigmatizarme y buscar (directa o indirectamente) aliados con los que tratar de despedazarme. Este es mi último aviso. Si a partir de aquí sigues leyendo, ya sé que ahora sabes por qué lo haces. Y tú sabes que yo sé que lo sabes. Que conste que siempre estás a tiempo de desembarcar. Porque, a riesgo de alargar demasiado la alegoría marítima, te aseguro que no me interesan los motines sea quien sea el que pudiera acabar arrastrado por la quilla.
5 Equipo de desarrollo de videojuegos que más tarde se centrará en la creación de software con el progreso social como meta, de los cuales sobresale sin dudaa el exitoso Social Karma Base, una aplicación para móviles inspirada en el concepto FNB (Felicidad nacional bruta, indicador social auspiciado desde 1972 por Shabdrung Ngawang Namgyal, rey de Nepalb ). Utilizando un sistema de cuestionarios inversos al establecido por el FNB, Social Karma Base extrapola la cantidad de actos de agresión cotidianos sufridos por sus usuarios y su intensidad a través de distintos algoritmos basados en la extrapolación estadística. Así, las comunidades minoritarias o grupos sociales excluidos u oprimidos pueden colaborar aportando su granito de arena. La víctima/usuario puede registrarse para ingresar en la base de datos información sobre cada menosprecio o acto discriminatorio sufrido durante la dura jornada del excluido en un cómodo cuestionario, que se despliega mediante un algoritmo similar al de Akinator. La información pasa entonces al big data y es convertida luego en estimaciones detalladas de cuánta opresión se vive en el mundo en resultados globales o regionales, cualitativos o cuantitativos, fáciles de consultar. Puedes conocer, por ejemplo, el flujo de micromachismos (también llamados pequeñas tiranías, terrorismo íntimo o violencia blanda; pero recuerda: si no son micromachisms, no son los auténticos), que son perpetrados mundialmente al minuto y su grado de intensidad. Incluye, además, todo tipo de preocupantes pero visualmente atractivas features, como ránkings y gráficas que ilustran el pandémico malestar sociocultural que te rodea y te asfixia. a De sus videojuegos no sobresale ninguno. El alto grado de compromiso con la denuncia social de aquellos programas de entretenimiento fue inversamente proporcional a su capacidad de divertir o entretener. Correspondencia habitual en el medio, cabe admitir. b Este sistema de medición macrosocial será adoptado, por cierto, en varios países del sur de Europa en la década de los 30 (entre ellos España por su penosa situación en aquel momento: véase infra, nota 8). Los políticos del norte del continente se referirán a él como CIB (Consuelo interior bruto), repitiendo con sorna el dicho de que “el que no se consuela es porque no quiere”.
6 La activista, por cierto, tenía una capacidad sobrehumana para justificar todas sus decisiones y opiniones… Una fuerza dialéctica über alles que se revalorizaba al venir acompañada por una recurrente manía por cambiar de opinión, aunque nunca en lo esencial, que rozaba a veces lo patológico. Su asombrosas peripecias epistemológicas, entre capitanear shitstorms e inaugurar trending topics de espíritu retributivo, acabarían fructificando en una publicación hagiográfica no oficial sobre sus actividades en redes sociales (Boone, M. S. (Ed.). (2024). Cultural structure behind the only alleged moral superiority of the Ant against the Grasshopper. Nueva York, EEUU: Simon & Schuster), que con una inesperada pero abrumadora cohesión narrativa, arrasará en Amazon e inaugurará un nuevo subgénero literario de corto pero intenso éxito: las biografías de influencers. Por no hablar de su peso determinante en la configuración de nuevas temáticas abordables por el fan-fiction más avantgarde.
7 Del productor poco se sabe porque era discreto y si utilizaba redes sociales era de forma anónima. Sí se conoce, sin embargo, que pasó como cargo ejecutivo por distintas empresas sin un patrón sectorial definido, y que siempre las abandonaba por otra de mayor capital dejándolas con pronósticos financieros excelentes a corto plazo, pero atrapadas por ello en cláusulas y dinámicas que las hundirán a la larga. Un genio del timing financiero al servicio de la autopromoción personal. De todos modos fue interesante conocer a través de su ex-mujer que las pocas veces que la dejaba conducir se dedicaba a incordiar todo el trayecto desde el asiento del copiloto en clara y maximalista posición de manspreading, moviendo las piernas lateralmente al ritmo de grandes éxitos de Elvis Presley, que acompañaba con un sobreactuado lipdub. Su canción de escucha compulsiva habitual era A Little Less Conversation, y los débiles pero irritantes rodillazos con los que le amargaba el trayecto a su mujer alcanzaban su auge con la línea “Close your mouth and open up your heart and baby satisfy me”. Y sí, siempre imponía qué música sonaba en el coche, incluso siendo pasajero.a a Es de justicia señalar que la ex-mujer fue muy valiente al hacer públicos estos y otros detalles, a pesar de sopesar la posibilidad de ser vista como víctima infungible. Una culpabilización miserable fuera de lugar si el público de su época hubiera conocido sus complicadas relaciones familiares de la infancia o su precario estado emocional durante el matrimonio. Pero nadie la señaló de esa forma, menos cuando se supo por terceros que fue ella quien pidió la separación tras darse cuenta de lo egoísta que resultó ser su marido, después de sentir una sola vez en sus carnes las consecuencias de aceptar alegremente la condición recíproca del principio lógico DAMA (véase infra, nota 9). Aquella fue la demostración clara de lo asimétrico de aquel matrimonio (porque pedirlo de forma insistente demostraba que él quería mucho hacérselo a ella, contraste radical con la renuncia al instante del marido tras recibirlo él y no querer probarlo más o apostar por el gusto adquirido). Y lo más importante es que fue catártico y liberador para la mujer en un sentido más amplio. Porque no atorándose en el rencor por años de menosprecio, aquella experiencia le abrió la puerta que la llevaría con el tiempo a quererse a sí misma como se merecía. Y no volvería a tragar mierda de nadie, hombre o mujer, jamás.
8 En esos años España estará ocupada lidiando con la debacle sociológica y legal que comporta reformar un único punto de la Constitución de 1978 y ciertos artículos del código civil. El propósito de esas quirúrgicas y profundas acciones legislativas será proteger más y mejor a individuos y minorías de los ataques al honor y de la intolerancia. La extirpación de toda ofensa y supuración de heridas emocionales. Pero su gran calado abrirá una hemorragia de enjuiciamientos, por perspectivas jurídicas de tan refrescante novedad como la injuria retroactiva, que desangrarán el capital social del país. Un proceso difícil de suturar cuyos inicios podríamos relatarles. Pero esa es otra historia y debe ser contada en una subnota al pie.a (prescindible) Hablamos de La Conjura de los Mongolos, como lo llamará la prensa internacional, que informará del entretenido espectáculo entre risitas y codazos de complicidad. Sobretodo los tabloides británicos. a Todo empieza el 19 de abril de 2019, cuando un auxiliar de vuelo usuario de facebook, de origen cántabro, lanza un mensaje hiriente contra una minoría étnica a las 17:35, horario peninsular… y le llevan a juicio por ello. Un filólogo usuario de twitter, que si hubiera oído hablar alguna vez en su vida de la Ley de Godwin no hubiera caído en tal error aunque solo fuera por el orgullo estético de no tropezar con lo manido, dice que deberían “encender de nuevo los hornos de Auschwitz, pero para tipos como este”. El ofendido auxiliar de vuelo responde publicando un informe sobre su linaje genético obtenido tras enviar una muestra de su ADN a la empresa de estudios genealógicos My Heritage, el cual asegura que un 18,4% de su material genético es de origen judío sefardí, con lo cual la mención al exterminio nazi cobra una gravedad imprevista. Así que la fiscalía es presionada por la embajada israelí y no tiene más remedio que personarse contra el filólogo, natural de Toledo, por presuntas manifestaciones antisemitas. Días más tarde, a una trabajadora de Transportes Metropolitanos de Barcelona licenciada en Historia y Geografía, aficionada a fotografiarse los pies desnudos estirada en toda clase de lugares y que cuelga en Instagram fotomontajes de temática histórica mezclada con actualidad (intercalados, evidentemente, con aquellas deleznables fotos de sus pies) se le ocurre subir un montaje hecho por su primo en que se muestra el rostro del filólogo superpuesto sobre el del rey Fernando II de Aragón, retratado en óleo sobre lienzo por Sofonisba Anguissola. Lo hace sin saber que el filólogo está casado legalmente con una musulmana ceutí y se convirtió al Islam, aunque actualmente se encuentra en proceso de divorcio y ya vuelve a profesar la fe católica. Con lo cual la empleada de TMB registrada en Instagram y su primo, el artífice del exquisito fotomontaje creado con Adobe Photoshop, son querellados también por la fiscalía ante las presiones de grupos y medios católicos por ataques a la confesión religiosa del siempre abrahámico filólogo toledano. Pero cuando una actriz porno valenciana asegura con espontaneidad en un vídeo de Snapchat, capturado y resubido por un fan, que el primo de la usuaria de instagram “tiene careto de degenerado” en las cortas secuencias del juicio grabadas para los noticiarios de televisión, este término peyorativo adquiere nuevos tintes y significantes con la epifánica revelación vital del manitas de Photoshop, el primo de la tipeja que torturaba a sus followers de Instagram (que solo querían ver los montajes graciosos e históricos) con sus feos pies (y que por lo menos ha cerrado su cuenta por el ciberacoso sufrido), que desvela públicamente, “motivado por la atención mediática” y “en busca de la catarsis personal largamente aplazada” (dirán asesores especializados en psicología y sexología para un reportaje de Espejo Público), que es homosexual y que lleva en el armario desde la adolescencia, algo que pretende acreditar pidiendo a su empresa proveedora de internet que le facilite con la mayor prontitud posible a su abogado (letrado que comparte con su prima, recordemos: la desaprensiva que subía metódica y vilmente imágenes de sus piernas, que por cierto estiraba y encogía los deditos de los pies alternativamente en cada foto porque creía que así parecía más coqueta) sus historiales de internet, tanto de conexión fija como de tarifa móvil. Historiales cuyo desglose a través de informes entregados por las webs visitadas (previo requerimiento formal) detalla cómo concertaba con otros hombres citas en Tinder a las que, con deslealtad, reiteración y aparente alevosía, nunca se presentaba, así como repetidas búsquedas de escenas de sexo oral gay en plataformas de porno por streaming gratuito, de resolución no superior (en ningún caso) a los 480p. Todo lo cual arrastra a la starlet valenciana, acusada ahora de incitación a la homofobia, al interior de esta alucinante rueda de procesos que no, no parece que vaya a dejar de girar cuesta abajo a corto o medio plazo. Pesimista pronóstico que se cumple cuando un youtuber de fulgurante éxito entre los millennials, madrileño y aficionado al Atlético que se dedica a protagonizar gags de humor hiriente y bromas pesadas, se burla en un video de la actriz porno valenciana que, por motivos desconocidos (por miedo o por incontinencia, eso es asunto suyo y de nadie más), se mea encima en su primera vista ante el juez. Porque el youtuber desalmado que se ríe de ella utiliza en la sección final donde expone hiperenlaces para invitar al resto de usuarios a que vean más vídeos de su canal (o para que se suscriban), un fragmento de la canción de los Toreros Muertos titulada “Mi agüita amarilla” versionada por la banda mexicana Molotov sin tener conocimiento, dirá más tarde, de que la valenciana es pública y concienciada defensora del uso de la homeopatía, en concreto ferviente adalid de la teoría de la memoria del agua, dato probatorio capital para la futura acusación que ya proyecta su trágica sombra en forma de linchamiento a través de los comentarios de la sección de ídem de los vídeos del canal del youtuber, salteados con anónimos espontáneos que preguntan insistentemente por un/a tal Muszka (¿?). A estas alturas estamos a finales de julio de 2020, el caloret exacerba los ánimos y, por resumirlo, nada ayuda a la distensión cuando la amenaza se materializa en las sinergias morales de distintas asociaciones de homeópatas, de practicantes de Reiki, escuelas de acupuntura y otras formas organizadas de terapias alternativas que llevan a un improvisado holding legal para perseguir a “esa indeseable celebridad del youtube (pronunciado /juˈtuβe/) y otros canallas que nos pueda deparar el porvenir” (sic). Y desgraciadamente para el youtuber, cumplir la mayoría de edad tres días antes de publicar el infame vídeo le convierte en el sacrificio propiciatorio perfecto. Pero el representante del holding caerá en el error, viniéndose arriba llevado por la aireada euforia, de llamarlo “nini zampabollos” frente a las cámaras y micros que acuden a su primera rueda de prensa, desconociendo que el chaval, repelente por otra parte, sufre intolerancia al gluten. Esto levanta una polvareda mediática que pondrá en pie de guerra a la susceptible e implacable Confederación Española de Celíacos. Lo que sucede a continuación con el representante ya no sorprende a nadie, que diría un enunciado viral si fuera honesto con nosotros, no cuando dicho portavoz se disculpe a través de una conferencia bilateral de emergencia por Skype con su homóloga celíaca, donde lo hará lamentando “la desafortunada alergia del joven” siendo este en realidad celíaco y no alérgico (que no es lo mismo), un uso inexacto de la terminología imperdonable para cualquier persona con trastornos ocasionados por la absorción del gluten, que lo considerarán “la gota que colma el vaso” (nótese aquí la retorcida indirecta a las disoluciones y a la teoría de la memoria del agua, porque a parte de algo quisquillosos y exigentes consumidores, vistos desde el burladero, los que padecen intolerancia al gluten suelen ser gente de fina ironía). El ultraje por mal uso de la nomenclatura oficial será filtrado con premeditación a través de un lacrimógeno corto documental colgado en Vimeo, junto a otras afrentas al colectivo, y les moverá a empujar también al portavoz homeópata de una poderosa patada, en absoluto viscoelástica, a ese pozo que se atisba ya sin fondo de querellados. A partir de aquí la lista de insultos y consecuentes denuncias deja de ser una correlación lineal con cada nuevo caso concatenado al anterior, porque cada proceso que surge abre varias represalias que parten de ese mismo vértice, ramificándose la trama. Un incremento de vectores simultáneos que tiene lugar cuando varios insultos en redes sociales, del estilo “come-hierbas de Bach” o “fanático infanticida” y dirigidos al portavoz del holding de asociaciones formado por los defensores de terapias alternativas, sean revisionados y denunciados tras salir a la luz que el representante fue novillero de joven y hoy es, a parte de homeópata, sensibilizado por arrepentido activista a favor de los derechos de los animales que educa en el veganismo a sus hijos, a los que prohíbe consumir hasta la miel de las abejas. El efecto bola de nieve acabará degenerando, por sobrecarga del poco engrasado sistema judicial español y con el paso de los meses, en una situación insostenible. Porque medio país abarrota ya los pasillos de los juzgados al cabo de un año, esperando para declarar como injuriantes o injuriados, intercambiando erráticas miradas con indecisión y en silencio, vestidos con sus mejores galas, que en la inmensa mayoría de casos y siendo honestos no son las más adecuadas para presentarse ante un juez. Y la otra mitad, tengamos en cuenta que igual de transversal por estar integrada por todo tipo de etnias, religiones, inclinaciones sexuales, identidades de género, nacionalidades históricas, sensibilidades políticas, etc pero que no son ciudadanos que pierdan el tiempo insultando
a otros en internet y lanzándose querellas a traición o exaltando a las masas desde las redes sociales para que se instigue a la fiscalía a personarse como acusación, prosiguen con miedo sus vidas mirándose unos a otros confundidos, encogiéndose de hombros, sin entender qué demonios le pasa a toda esa gente o cómo diablos el sistema ha acabado por hacerles caso (escogiendo como método de ecualización la Ley del Talión y no la atenuación). Permitiendo, al fin, que legislación y doctrina procesal terminen ampliando con una discrecionalidad absurda la cantidad de supuestos bajo los que aceptar cuándo las declaraciones en público merecen abrir un proceso contencioso ante la posibilidad de incurrir en animus iniuriandi, con probable agravante por discriminación. Y cabe señalar que la mayoría de estos procesos acabarán en nada, en el fallo a favor del acusado, y que hubo escasez y posterior desabastecimiento de insulina el primer mes de enero tras la crisis por culpa del anuncio de televisión navideño, radicalmente astroturfer, que lanzó Campofrío al respecto; pero que durante aquel tiempo de creciente incertidumbre y caos, la trabajadora barcelonesa de TMB aprovechó la confusión reinante para abrir en secreto una nueva cuenta de Instagram bajo otro seudónimo con el fin de reanudar la publicación de aquellas nauseabundas fotos de sus piernas alineadas con un distante punto de fuga. Y aunque reincidir en aquella práctica condenada por el país entero ya era grave (siendo este el único punto de consenso unánime en toda esta crisis, la única constante moral que mantuvo unida a la sociedad española), lo más inquietante de todo es que alguien reconociera la autoría de aquellas fotos, que hubiera un individuo ahí fuera capaz de identificar sin género de dudas a la propietaria de aquellas execrables extremidades en ese océano entrópico de datos que es internet, más aún cuando la cuenta ex novo de la odiada mujer acumulaba apenas media docena de seguidores (todos bot y es vox populi que comprados), ni un solo like y ninguna publicación compartida. Porque si la podofilia puede ser tan respetable como cualquier otro fetiche sexual consensual entre adultos, qué clase de perturbado podría haber reconocido precisamente aquellos repulsivos pies y encima compartir con el mundo entero el hallazgo de la recaída en el vicio, el reincidente exhibicionismo, la vuelta al ruedo, por parte de la operaria de TMB. Qué necesidad tenías, anónimo hijo de la gran puta.
9 Tras la debacle de la Teoría de cuerdas (véase supra, nota 3), la desconfianza de la sociedad occidental hacia la ciencia y su posterior relativización serán dos de los factores, entre otros, que más propiciarán una corriente de pensamiento que fusiona el lugar común con lo científico, el saber popular con lo filosófico y lo retórico con lo falsable. De aquellos polvos surgirán nuevos lodos, con iniciativas académicas como: · Análisis comparativo formal entre el sistema métrico y el imperial a través del criterio del buen cubero. · Aplicación de los aportes de John Nash respecto a la Teoría de Juegos para formalizar el resultado de la premisa de que será “maricón el último”… · …no tan influyente de todos modos como el Principio lógico DAMA: Destrucción Anal Mutua Asegurada; deudor de las ideas de von Neumann que dieron lugar a la Teoría de Juegos. Este pseudo-philosophiæ principia sirvió a miles de mujeres para maniobrar de forma evasiva o desafiante frente a argumentos tales como “mis amigos lo hacen con sus novias” o “el anal está de moda”; aunque todavía se discute si la lógica DAMA tuvo algo que ver con la imprevista explosión en ventas de strap-ons a finales de los años 20. · Proyección probabilística, basada en la Ingeniería de Caminos y el análisis de Infraestructuras de Comunicación, para predecir el encuentro entre arrieros. · El polémico Estudio de la dieta y el sistema endócrino de las adolescentes de pubertad precoz para discernir “qué las darán de comer” (sic), bajo la recelosa y lógica vigilancia por parte de una unidad comarcal EMUME de la Guardia Civil.
· Vías de renovación de las reservas de biocombustible mediante el uso y abuso de la Falacia del Hombre de Paja y su impacto en los precios del pool energético mixto. · Exploración psicológico-etimológica de términos que tendieron a rebasar en algún momento histórico el límite denigrativo “de hijo de puta para arriba”. · Plan de prevención de alteraciones en el miocardio tras despejarse el principio de incertidumbre de Schrödinger, posterior a la indecisión sobre si “quieres ver lo que tengo en el coche”. · etc. Y esta no es, ni por asomo, una lista exhaustiva del fenómeno. Nadie se atrevió nunca a bautizar esa corriente, que convertirá en realidad las peores pesadillas de los filósofos y comunicadores Xavi Puig y Kike García, porque a ver quién se atreve a ponerle cúal cascabel a tal gato… Pero esta dejará para la posteridad un célebre concepto, aunque nada cariñoso apelativo, que sigue usándose todavía en 2117: el de savant idiot (lo contrario al idiot savant).
10 Larga historia que, de verdad, no les interesa a ustedes.
11 Si os habéis perdido aquí, lo siento. El catálogo de inclinaciones sexuales e identidades de género, y sus posibles combinaciones o permutaciones, ya son harto exhaustivas en 2017. Y, aún así, para 2025 habrá alcanzado tales cotas de complejidad que hará falta una capacidad de abstracción muy elevada para manejarla epistemológica o prospectivamente. Más que la necesaria para entender la Mecánica Anticubiletian (véase supra, nota 3), de hecho. La proliferación solo se detendrá cuando los académicos que vivían de ello establezcan una nomenclatura tan compleja que solo ellos puedan desentrañarla, pudiendo al fin ganarse el pan como expertos con consultas privadas a las que la gente insegura, o con ganas de acreditar su pertenencia a algún colectivo minoritario, se dirigirán para que les digan qué diantres son. Se percibe con los años, sin embargo, un cierto patrón: se suele identificar como heteros cis, sin más, a aquellos consultantes que caen mal a los consultados o que entran ya con mal pie a la consulta sin saludar o cerrar la puerta. Por supuesto, los consultantes deben mantener el pago de su cuota para el seguimiento del desarrollo de su continuo homosexual-heterosexual a través del Espacio Kinsey (evolución de la Escala Kinsey Revisada y Ampliada tras añadirle un eje Z y, por tanto, tridimensionalidad al asunto). Los consultantes identificados en su primera sesión ya como heteros cis seguirán ahí, sesión tras sesión e informe tras informe, condenados a la unidimensionalidad, con la vana esperanza de salir algún día del vértice. Algo que no sucederá en modo alguno por más que insistan, supliquen o zarandeen sus tarjetas de crédito implorando “cállate y quédate con mi dinero”.
12 Cualquier técnico o burócrata de la administración pública que arbitre fondos y medios públicos podrá acreditar cierto recelo entre los activismos LGBT y feminista. Una rivalidad que oscila entre lo puntual y lo crónico, en apariencia achacable a la competencia por la financiación pública y la atención de la ciudadanía general. Pero en el fondo podría latir una divergencia mucho más profunda…
Porque el objetivo tradicional del movimiento LGBT es detectar toda sensibilidad para darle visibilidad, entendiendo que la invisibilización es ya en sí una forma de discriminación por defecto. El objetivo del feminismo es, de hecho, destruir los géneros. Borrarlos. Algo en lo que podría ayudarles (por ejemplo) la inclusión de la letra Q en el acrónimo de LGBT si se hace bajo ciertos términos interpretativos, fagocitando (que no faggotizando) el resto de iniciales del acrónimo: Una sigla para definirlos a todos. Una sigla para señalarlos, una sigla para atraerlos a todos y atarlos a un solo término identitario. Pero vaya por delante que un ejemplo no cubre los ríos de tinta necesarios para desglosar las complejidades LGBT. Llegará el momento, no obstante, en que ambas corrientes se disputarán la hegemonía, las treguas vencerán y los velos caerán. El cisma entre la militancia a la vez lesbiana y feminista será especialmente dramático. Un consejo de amigo del futuro, sobretodo para ellas, pero también para los no alineados o los que simpatizan públicamente con ambas grandes corrientes: cuando llegue ese día, ojo con el fuego cruzado. Se partirán puentes y se volarán corazones. Y eso jamás tendrá ninguna maldita gracia.
13 Si existieran infinitos universos alternativos, seguramente habría varios en que las hembras humanas tienen tanta o más testosterona que el macho (como sucede con el excepcional dimorfismo sexual de las hienas moteadas). Y puede que en alguna de esas realidades fuera una corpulenta Raquel la que recibe la hiperbólica bofetada por parte de Ángel Nieto en 1998. Y mientras el público ríe, la musculosa e indignada Raquel caminaría en círculos inquieta, echando furiosas miradas a Nieto de forma intermitente y contenida, negando con la cabeza, frotándose la mejilla impactada y acertando a repetir con un grave vozarrón, con un tono bajo profundo, el mantra «te has pasado un pegote, Ángel»; una expresión que en esa realidad paralela tendría su origen en el error de pasarse con el color al pintar una superficie, descuidando un pegote visible ya demasiado tarde, cuando la pintura está seca. Pero en 2117 se sabe desde hace mucho que las realidades alternativas no existen gracias a la mecánica de Anticubiletian (véase supra, nota 3), y por eso os recomendamos que os déis prisa en ver y leer las obras de ficción de calidad que se basen en esa idea. Porque os advertimos de que van a envejecer todas muy, pero que muy mal. 14 El futuro no será la típica utopía que solo lo es en apariencia porque esconde un mal necesario, secreto y encubierto en hipocresía. Tampoco una distopía que se pueda derrotar con heroicidad. Es solo puro cinismo, sin más. La automatización de todos los sistemas de producción y su mejora autónoma han abolido la interdependencia entre individuos. El irrenunciable pacto social ha fructificado en una población a salvo de inconvenientes materiales y sociales. Y la única forma de relación interpersonal que entendemos es la irónica, porque el resto se han vuelto superfluas. Todos somos como gorgonas: la honestidad requerida para mirar a los ojos de un semejante o la propia mirada en un espejo ya no son opciones válidas. Nadie podrá hacernos daño y ninguno podremos escapar de esa prisión. Si tan solo pudiéramos volver atrás y…
Indie Luft
Vocación deseada: Supervillano sin conocimiento de causa. Ocupación real: monguersplainer.
OSTIAPUTA
no estoy nada de acuerdo con el punto 4. Sin embargo el 8 me parece un interesante punto de partida de un debate sin duda alguna mas extenso en forma y contenido.
No hay dolor
Infumable. Que vuelvan las mediorreseñas!!!
Le enseñan una traducción de esto a Aonuma y renuncia a dirigir más Zeldas.
esta mañana he notado que mi capuccino no llevaba sus virutas de chocolate como de costumbre.
no se....
igual es el momento de replantearse esto del becario ¿eh?
ahí lo dejo
He tardado un mes, pero me lo he leído entero.
Estoy de acuerdo en todo.
No he jugado al juego.