Don't Starve

Día 1

Primera sorpresa. Don’t Starve no se desarrolla en la Clínica López Ibor. Me tomaré una semana de descanso para asimilar el shock.

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Día 8

Empecemos otra vez. Don’t Starve parece ser un simulador de agricultura. Mi síndrome de Diógenes hace acto de presencia y empiezo a acumular materiales para construir mi granja. Zanahorias, palos, paja, vuelta al juego, unas bayas, unas piedras…

Se hace de noche y soy asesinado. Seguramente por un problema de lindes.

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Día 9

Decido que antes de emprender tan titánica labor necesito adquirir conocimientos básicos de agricultura y leyes, así que opto por matricularme en Derecho en la UNED. Fantaseo con mis compañeros de curso, la mayoría probablemente serán presidiarios. Pero olvido que estamos en el 2117, que la educación universitaria fue abolida hace 64 años y que lo único que queda es la Encarta ‘98. Otro día tirado a la basura.

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Día 10

Voy a intentar jugar a pelo otra vez. Construyo un bonito cercado y voy en busca de mis primeras cabezas de ganado. El dinero no existe en el juego así que intento llegar a un acuerdo con el Rey Cerdo para que me ceda a parte de su progenie. Al acercame, y sin mediar palabra, empieza a atacarme. Voy al hospital a por mi parte de lesiones para poner una denuncia pero no hay hospital y seguramente no haya policía. Una nueva víctima del neoliberalismo salvaje.

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Dia 11

Nuevo intento, me aproximaré al juego con una actitud amok.

Palos, piedras, hago un hacha, hago un pico, más piedras, más palos, hago una máquina de inventos, me hago una buena armadura. Llega la noche. Me matan, porque se me ha olvidado encender el puto fuego, y lo pierdo todo.

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Día 12

Hoy no he podido jugar. Me ha llamado la Noe para ir a un sitio nuevo que han abierto de palomitas gourmet en Chueca y la he tenido que dejar porque me he dado cuenta de que es idiota. Me he masturbado furiosamente toda la tarde mirando su Instagram porque es idiota, pero tiene un culo para enterrar la cara y no sacarla.

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Día 13

El jefe lagarto me dice que le meta caña al juego que la reseña tiene que estar para la semana que viene, que chop chop. Así que le voy a dedicar todo el día.

Tras todo este tiempo jugando, y sin saber muy bien por qué, parece que he desbloqueado un nuevo personaje. Al anterior le había cogido manía y el nuevo se da un aire a la Noe pero en niña. Con sus ojeras, su malnutrición, su inmunidad al calor de hogar y sus problemas mentales. Así que igual me va mejor. Además parece que lleva una cerilla.

Y me voy a chetar. Customizo mi mundo (¡qué maravillosa expresión! ¡qué inalcanzable fantasía!) Muchas zanahorias, muchas bayas, muchas piedras, una noche corta, un día largo, un bello verano, tu cara triste, mi amor de plata, podemos volver a empezar.

Primer paso: Venganza. Busco y encuentro el asentamiento gorrino y le meto fuego. Los cerdos son ignífugos pero dentro de esas casas huele a cochinillo de Segovia. El olor atrae a Carlos Herrera, le incrusto la pala en el cráneo.

Segundo paso: Explorar. No me apetece darme el paseo porque el control con el ratón es tremendamente impreciso y no descubriré que me puedo mover con el teclado hasta dentro de 3 días. Así que busco en internet un truco para revelar el mapa y descubrir dónde se desarrolla la acción. Todos los indicios apuntaban a la Galicia profunda (problemas de lindes, noches tenebrosas, pirómanos, frutas del bosque, primos follando, acumulación absurda de riqueza) pero un análisis comparativo del mapa revelado demuestra que sin lugar a dudas me encuentro en algún lugar de la provincia de Cuenca.

Tercer paso: Monumento al proletariado.

Cuarto paso: El cuarto paso era encontrar al proletariado pero he gastado todos mis recursos en el monumento y la noche acecha. Provoco un fuego que se extiende de manera descontrolada quemando hectáreas de monte protegido. Mi única escapatoria es el suicidio.

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Día 14

La estrategia de ayer parecía funcionar. Repetiré los mismos pasos intentando ahorrar recursos en mi monumento al proletariado.

Primer paso: Venganza.
Segundo paso: Explorar.
Tercer paso: Monumento al proletariado.
Cuarto paso: He calculado mis peonadas y me da para cobrar el PER, pero recuerdo que estoy en Cuenca, así que descarto la opción. Tendré que salir adelante como un buen castellanomanchego.
Quinto paso: Se hace de noche. Será una noche corta, no tendré problemas. Preparo mi campamento: hoguera, malvaviscos, cuentos de miedo, el monitor de gimnasia apoya su mano rechoncha sobre mi níveo muslo, tuerzo el morro. Pero 5 dólares son 5 dólares. A dormir que mañana será otro día.

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Día 15

Amanece un nuevo día. La luz de la mañana entra en la habitación. Pero no tengo habitación, duermo al raso, soy preper. Es la segunda vez que sobrevivo a la noche, así que mantengo todo mi inventario de materias primas. Mi plan para hoy es salir a cazar. Mi idea es que tal vez la opción agropecuaria que he seguido hasta ahora sea la más complicada y la supervivencia sea más sencilla si en lugar de dar vida la quito.

Ir de cacería ¡de batida! Qué mundo. En estas situaciones el hombre de ciudad, el profesional liberal, siempre tiende al exceso, a la parodia involuntaria, al look cortijero. Así que hay que tener cuidado. Necesitaré un chaleco tipo husky acolchado, unos chinos color tierra, la camisa es importante. Hay que evitar el gingham si es tu primera vez, pues corres el riesgo de acabar en el fantochismo. Unas desert boots con uso, una chaqueta Belstaff por si refresca y una actitud arrebatadoramente masculina. No hay nada de eso en el juego. Mal. Me echo al monte sin mi outfit de cazador y un ejército de ranas enfurecidas acaba conmigo en un santiamén.

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Día 16

Este juego está acabando conmigo. Me gustaba más Terraria. Echo de menos a la Noe.

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Dia 17

Estate que acabo de descubrir ahora que se puede girar la cámara. Esto le da una nueva dimensión al juego, una nueva perspectiva en sentido figurado y literal. Ahora sí que sí, me descargo la guía online del juego y me la estudio a conciencia. Un mundo de oportunidades se abre ante mi. Procedo a cocinar comida para no morir de hambre.

Antes de empezar dejo a mano el filtro de un cigarro sin usar cortado longitudinalmente por la mitad y pongo a hervir agua. Mientras el agua hierve busco una cuchara. La serie Mitra de Georg Jensen es ideal. Es lo suficientemente profunda y ancha para trabajar con tranquilidad y su mango fino permite darle un poco de forma para poder sujetarla mejor mientras caliento la mezcla. Pongo las hierbas que he recolectado en la cuchara, lleno una jeringuilla con un poco de agua hervida, con cuidado de no tirar lo que hay en la cuchara, y lo mezclo todo. Lo hago con cuidado pues el roce de la punta con la cuchara la desgastará, haciendo que el pinchazo sea más doloroso. Cuando veo que la sustancia está parcialmente diluida procedo a calentar la mezcla. Una vela apoyada en una mesa siempre será mejor que un mechero en la mano. Cuando la mezcla empieza a hervir coloco el filtro del cigarro encima, presiono con el bisel de la aguja mirando hacia abajo y absorbo con cuidado para evitar que entre mucho aire. Terminado este paso, coloco la jeringa hacia arriba, le doy un par de toques para que se desplacen las burbujas de aire hacia la cabeza y lo extraigo como los doctores de las películas.

Para la toma utilizaré el brazo. Lo ideal sería pinchar en la vena del centro que es donde más provecho le sacas pero soy novato y es difícil encontrarla así que la gorda sirve. Hago un torniquete entre el corazón y la zona del pinchazo y desinfecto la piel con un algodón humedecido en alcohol. Introduzco la aguja en la zona de la vena y la tensión de la carne dificulta el pinchazo. Una vez dentro, y con cuidado, sigo introduciendo la punta hasta notar resistencia de nuevo. Es la pared de la vena. Entre los nervios y la adrenalina el pulso no es óptimo, pero respiro y hago presión con cuidado de no atravesar la vena. Dejo fluir un poco de sangre hacia la jeringa tirando del émbolo y después aprieto para introducir la sustancia. Lo hago en dos pasos y despacio; primero la mitad, un poquito de sangre a la jeringa y luego la otra mitad.

Las instrucciones de internet no eran claras y ahora soy heroinómano. ¡Qué overdose! ¡Qué síndrome! Pásame el lipstick querida.

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Dia 18

Rito satánico con mis gordis

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Día FINAL

Los caballos de carreras son animales nerviosos. Necesitan actividad, cuidados y estímulos constantes o se vuelven violentos e incontrolables. Ante la imposibilidad humana de darle a un caballo de carreras la compañía que necesita las 24 horas del día, los circuitos y los establos optan por tener una plantilla de cabras de compañía que puedan calmar a los animales agitados. Las cabras son animales tremendamente sociales que harán amistad con casi cualquier otro animal con el que convivan y han sido usadas durante generaciones para rehabilitar a animales huérfanos o trastornados.

Normalmente hay una cabra por cada 5 o 10 caballos. Ellas detectan los caballos que necesitan compañía y se quedan con ellos hasta que se calman. Pero es frecuente que un caballo de carreras y una cabra de compañía establezcan una relación profunda, llegando al punto de tener que atar a la cabra cuando el caballo sale a entrenar o a correr pues de otro modo la cabra le intentaría seguir. La cabra, atada y sin su caballo, llorará y se quejará hasta que vuelva su amigo. Y lo mismo pasa con el caballo.

Hace tres años a una Princesa saudita le regalaron un magnífico ejemplar de caballo andaluz que tuvo que ser transportado desde Sevilla. Durante el viaje ya se pudo comprobar que algo iba mal con el animal. Estaba aletargado y arisco, pero se pensó que tal vez fuese el estrés del viaje. Al llegar a Riad apenas quedaba nada de aquella bestia blanca que salió de Sevilla. Era el mismo caballo lustroso por fuera, pero era un caballo triste, un caballo vacío, una cáscara. El caballo se le entregó a la Princesa y a las dos semanas lo querían devolver. Al mismo tiempo, una cabra en Sevilla había entrado en una profunda depresión. Ante la dificultad y el costo de gestionar el envío de vuelta a España y la posibilidad de que el caballo fuese sacrificado, como último recurso, se optó por enviar a la cabra hasta allí. Los ojos de la cabra cuando vio a su caballo, los ojos del caballo cuando vio a su cabra, son los mismos ojos que puse yo cuando me dijeron que no tenía que volver a jugar a este juego de mierda.