Carmelo Navarro (Murcia, 1959) estuvo a punto de retirarse del fútbol cuando su carrera apenas despegaba. En 1984 sufrió una rotura total de rodilla, y tras un año en blanco, cuando se activaba de nuevo como cedido en el Recreativo de Huelva, volvió a lesionarse en 1985. El Betis, considerando que el futbolista no daría para más, le entrega la carta de libertad.
Pero Carmelo no se rindió. Se ofreció de nuevo al Recreativo, que le dio otra oportunidad. Entrenando sólo y sin cobrar, fue adaptándose a la disciplina y mejorando hasta volver al equipo titular y acabar firmando una excelente temporada a las órdenes del entrenador Víctor Espárrago. El mister Espárrago fue contratado por el Cádiz, y se trajo consigo a Carmelo en un regreso triunfal, donde acabaría siendo parte del mejor Cádiz de la historia (el de Mágico González y Kiko). Su media no bajó de 38 partidos y acabó siendo capitán e histórico del equipo.
Cuando vemos a Carmelo Navarro, salta a la vista que no coparía las portadas de las revistas de moda y del corazón. Carmelo era un hombre desgarbado, con bigotazo y una calvicie incipiente que le hacían parecer un cincuentón cuando apenas contaba con 28 años. Carmelo era, para el estandar del famoserío, FEO.
Y sin embargo, todo el mundo en Cádiz recuerda al «Beckenbauer de la Bahía». Porque se puede ser más o menos agraciado, pero cuando subes por la banda al ataque como Carmelo, lo único que se aprecia es belleza.
Bloodstained: Ritual of the Night es el Carmelo Navarro de los Castlevanias. Porque lo primero que le ves a Bloodstained es el bigote mal cuidado y la calvicie incipiente. Un apartado artístico chusquero, hortera, donde todo brilla por alguna razón inexplicable, donde el diseño de personajes tienen el carisma de un chicle pegado en el zapato y donde a veces cuesta, incluso, discernir lo que ocurre en la pantalla por una mezcla de colores y formas sobrecargada hasta el extremo. Es más, la propia protagonista, Mari Carmen (creo que tiene otro nombre, pero para mí es Mari Carmen) se mueve desgarbada y robótica, como nuestro Carmelo.
Y no es por desgana, falta de financiación o motivos técnicos. Como motor, Unreal Engine 4 ha demostrado una amplísima solvencia (Gears of Wars 4, Hellblade), y se nota que hay cierto saber hacer, cierta maestría técnica que se tropieza en una concreta idea estética pero que acaba en el feísmo cuando quiere ser épico o evocador.
Todo este horror visual se desvanece cuando Bloodstained se pega su primera carrera por la banda y se lanza al ataque. Cuando superas los primeros momentos y entras en harina, saca una jugabilidad clásica pero cuidada, medida y pensada, del que sabe a lo que juega y a lo que quiere hacernos jugar. A estas alturas no quedará mucha gente que desconozca los mimbres jugables de los llamados «Metroidvania»: exploración de un mapeado amplio, búsqueda de objetos y habilidades que permitan progresar y hostias como panes por el camino infestado de enemigos.
Sobre la base jugable del venerado Symphony of the Night, Koji Igarashi construye unos cuantos peldaños más, añadiendo recolección de recursos y creación de objetos, así como misiones secundarias (simples, del tipo «ve y mata tantos bichos de esta clase») que añaden salsita a tus paseos por el mapeado. Una panoplia enorme de armas, armaduras y objetos permiten personalizar nuestro estilo de juego, y un bienvenido peluquero NPC nos da la más que necesaria capacidad de personalizar vestimenta, peinado y algo de estética en general a nuestra Mari Carmen. Es difícil escapar del ridículo de su diseño inicial, pero al menos será nuestro ridículo.
Muchos de nosotros fuimos con Igarashi y su kickstarter como el Betis con Carmelo: pensamos que estaba acabado, que no daba más de sí, y lo dejamos correr. Pero en lugar de hacernos una Inafunada, el bueno de Koji sí demuestra que sabía lo que querían sus backers y se lo ha dado sin lugar a dudas. Ha entregado el Castlevania de pedigrí que le pedían sus fans. No más, pero nada menos.
Una campaña de Kickstarter excepcionalmente exitosa de 5 millones y medio de dólares, pero en la que además se ha tenido en cuenta las sugerencias y proposiciones de sus mecenas.
Al igual que el Cádiz de Carmelo, el Bloodstained de Igarashi sabe que no juega en la misma liga que los grandes. Que no busca ser campeón del GOTY ni clasificar en la Champions de ventas, pero sí que mantiene la categoría de primera división, y sí que quedará como un recuerdo indeleble en la mente de sus seguidores, de sus fans, de su hinchada.
Porque al final, Bloodstained será feo y desgarbado, con poco pelo y bigote mal cuidado, pero cuando corres tan bien la banda, eso importa entre poco y nada.
Me lo acabo de pillar en Switch (sí, tengo un pasado, soy un seguero resentido) y a pesar de las malas críticas que tenía, lo estoy gozando like a bitch (llevo 20 y pico horas). BoKeRoN tiene más razón que un santo, que bien corre por la banda!
¿Han arreglado la versión de switch? Leí que petardeaba de lo lindo...
Ya te digo, con la última actualización se ve aún más nítido y adiós al input lag (a mi me daba igual, ya no tengo reflejos). A ver cuando sacan el update del samurai cabreado como personaje jugable.
Los gráficos del juego son aceptables, el hecho de que no cumpla con tus exigencias no significa que sean terribles. Es absurdo pretender comparar los gráficos de este juego de una desarrolladora independiente con ejemplos de juegos realizados por grandes compañías con mucha más experiencia de desarrollo que sí han intentado competir en este apartado. Encima te dejas una introducción no relacionada con el juego, casi tan larga como tu reseña, solo para enfatizar eso, para finalmente dar a entender que no hay que juzgar este juego por sus gráficos (wtf). En fin. Lo prefiero así como está en 3D, que de "pixel art" está muy lleno este género.
Hombre... independiente ahora si... pero que Koji Igarashi o Michiru Yamane tengan menos experiencia que grandes compañias..... Si konami existe gracias a esta gente, junto con hideo kojima, la gente de treasure... etc. De hecho muchos de nosotros seguimos jugando gracias a ellos, y no otros (voy a echarme un Gradius 3 del msx... esto si que era musica!)