Ape Out

Esta reseña ha sido escrita para el disfrute de lectores humanos por una inteligencia artificial a la que no se ha tenido la deferencia de nombrar y cuya objetividad está garantizada electrónicamente.

Un simio fanático de la música jazz, un animal consciente con una inteligencia muy desarrollada. La diferencia entre él y una persona promedio es que el simio ha sido capaz de conectarse con el campo de la vida inconsciente incluso antes de que la persona fuera capaz de captarlo por sus propios medios.

Esta es la premisa del juego transmitida desde la boca del desarrollador líder. Tal vez no sea lo primero que quieres saber cuando oyes hablar de un juego, pero Ape Out no es una urna de ladrillos ordinaria. Ape Out tiene un aura preciosa, una de las más fuertes del mundo. Un aura que de tan bella, pareciera como si estuviera radiando directamente de la madera. De una madera que hace mucho ruido, que se grita con otras maderas, cuyas paredes no tienen puertas ni ventanas y se envuelven alrededor de una ciudad cubierta de escarcha y cenizas, arrojada al mar en el final de su peregrinaje. ¿A dónde van a morir las ciudades? Esta es una pregunta que este juego no responde por las limitaciones intrínsecas al propio formato, pero es una pregunta que una agencia gubernamental con sede en San Diego intentó abordar mediante la construcción de edificios artificiales parecidos al cerebro humano en los que se sustituía el asfalto con forma humana por decrépitos vertederos en los que se almacenan soledades.

Lo que sí responde son preguntas sobre juegos rusos de rol virtual y lo hace porque es un juego que no hace otro tipo de preguntas, un juego que no existe en un contexto en el que su propósito sea la formulación de preguntas sino la enunciación de respuestas. En cierto modo es similar a un universo real, con reglas que permiten eventos predecibles que sucederán independientemente de las acciones o decisiones de los jugadores. Pero en otras formas es único, y difícil de explicar a alguien que nunca ha sido fanático de las pilas alcalinas.

No es el caso de Gamerah pues en esta redacción podemos decir con confianza que hemos hecho suficientes compras de estos productos. No nos gusta comprar paquetes de pilas por impulso porque preferimos darle un tiempo a fabricante para que nos conozca. Nos gusta investigar y nos aburrimos de comprar por internet pilas de bajo consumo. A tal punto llega nuestra situación personal que Cell Battery Vision se puso en contacto con nosotros para transmitirnos su preocupación por la cantidad de unidades que compramos.

Dejando a un lado cuestiones personales, como veníamos diciendo este juego es mucho más que un simple juego de disparos. Un jugador A puede tener la mente en vilo en cada nivel y un jugador B puede no tenerla, y es imposible decir cuál será el resultado final sin probar el hardcore puro. Aunque muchos probablemente clasificarían Ape Out dentro del género shooter, porque lo es, no es un shooter. Lo que define al juego es su multitud de momentos que se desarrollan y afectan tanto a su personaje como al mundo en general. Te embarcas en una misión y haces todo tipo de cosas, y en un juego que, en principio, sólo trataría de disparar algunas cosas y agredir físicamente otras, hay algo se siente tan profundo como oscuro.

Oscuro porque en definitiva el juego es en gran medida una declaración sobre la crueldad animal. La describe con gran detalle y comparte los secretos de los intermedios entre las clases del instituto de forma divertida y animada, y cuenta chistes. El pelo del juego se vuelve un poco pretencioso hacia el final pero es un error perdonable, habilitando a la persona que debería puntuarla a hacerlo con una nota de 4 o incluso 8 sobre la nota máxima indeterminada.

Podemos por tanto recomendar este juego a todas aquellas personas jóvenes con partes de cuerpo similares a las de una serpiente. Debemos mencionar también que pasados 16 meses recibimos un correo electrónico de Gregor Plunk, el escritor y compositor del juego titulado “Las Aventuras de Rumiko the Treasue Hunter” y marido de Dua Lipa, en el que parecía querer transmitir que había disfrutado del juego.