El primer día del resto de mi vida.
Lo primero que recuerdo del día de mi nacimiento fue un hombre preguntándome si quería “direct access to Ragnarok” o “training ground”. Me sentía extraño, bajo mis pies había un nombre que me perseguía “harukiya”, sobre mi cabeza 2 barritas (una azul y una verde) y en la mano un cuchillo. Escogí acceso directo porque a pesar de ser mi primer día de vida no quería perder ni un segundo.
Aparecí en una ciudad donde pasé bastante miedo, no paraba de pasar gente rara, con cascos, máscaras, halcones… ¡incluso lanzando hechizos! Salí del mundanal ruido por el este y aparecí en un campo muy acogedor. Me paré un rato a mirar los bichos que por allí pasaban y vi que otros como yo iban apareciendo. Observé como uno desenfundaba su cuchillo y comenzaba a atizar a una de las criaturas, una con aspecto amigable. Quise hacer lo mismo, pero me dio pena ese pequeño ser rosado con aspecto de golosina, así que me enfrenté a mi primer combate con un ser que pintaba más agresivo. ¡Lo pintaba y lo era! De un guantazo me envió de nuevo a la ciudad. “Este cabrón no podrá conmigo” pensé y, apelando a mi valor, enfrentándome a mis miedos, seguro de mi coraje y constancia… me acerqué a un tío a pedirle un arma mejor. El notarrón me llamó novato y me dijo que a mi nivel no podía usar cosas potentes, que me apañara hasta ser mas fuerte. “Jodido la hemos, pues nada, iré a abusar de uno de esos retoños rosas llamados Poring”.
Fui matando un poco y subiendo nivelillos. A cada nivel me dieron puntos para repartir entre destreza, agilidad, fuerza, inteligencia, vitalidad y suerte. Fui subiendo fuerza y agilidad para ser en un futuro un poweroso caballero, como Don Dinero. Al ir entrenando se me iban aclimatando los huesos, y sobre el nivel 4 ya podía sentarme para recuperar vida más rápido. Caminando vi a una chica aún mas perdida que yo, estaba atizando a un conejo con un bastón y las estaba pasando canutas. De pronto apareció un icono de ayuda sobre su cabeza, y rápidamente me encargué de hacer tragar acero al conejo. Me dio las gracias y charlamos un rato de cosas de novatos. Ella se llamaba Tica, la novice con el sprite más guapo de todo el server. ^^ Terminamos de subir un par de niveles y quedamos en seguir matando al día siguiente.
Más tarde descubrí que podía vender las cosas que soltaban los bichos. No daban mucho dinero, pero el suficiente para comprar pollo para recuperar vida, o alguna armadura o arma mejor. Me informé un poco sobre los trabajos a escoger, porque cuando fuera nivel 10 debería pasar una prueba en la ciudad correspondiente. Mercante, asesino, mago, cura, arquero… El abanico era amplio, pero me decidí por seguir el camino de la espada. ¡ALGÚN DÍA SERÍA CABALLERO! Con ilusión renovada, me puse a entrenar como un machote, y más tarde vi a Tica de nuevo. Ella había decidido hacerse Priest, de soporte total para curar y dar bonificaciones a su equipo, una sufridora. Llegamos los dos rápidamente a nivel 10, y fuimos a pasar nuestras respectivas pruebas. Tras el éxito nos reencontramos, y pasamos un rato riéndonos de nuestros nuevos aspectos, posturas y movimientos. Nuestras formas de luchar ya se iban diferenciando: mientras yo iba asestando mandobles como si no costara, ella tenía que pensar más en la táctica y se dedicaba a matar con curas a los no-muertos. Descubrimos que si formábamos equipo podíamos utilizar la opción de compartir experiencia, lo que era perfecto porque así mientras yo mataba, ella me iba curando sin preocuparse más que de mi vida.
Nuestro siguiente objetivo fue encontrar un objeto muy preciado llamado Emperium que se utilizaba para crear un clan, un grupo de jugadores con emblema, nombre y chat común. Tras horas de matar un bicho en concreto, lo conseguimos y creamos la guild El PornóActivo. Cada uno de sus miembros pasó a ser un PornóActivado y adoptamos un emblema que nos pareció apropiado, el Poring gay.
Aprendiendo a luchar. ¡APRENDIENDO A LUCHAR!
El próximo cambio de trabajo sería al nivel 40, así que no perdimos mucho tiempo y seguimos entrenando. Así descubrimos el mundo de los sombreros, las únicas armaduras/ropa cuya posesión se veia reflejada en nuestro atuendo. Eran las cosas que se ponían en la cabeza, como gafas, gorros, máscaras, cigarros, orejas, narices de payaso, y un largo etcétera. Yo me encariñé con un casco de Vikingo que me dio un orco, y Tica pasó a llamarme en círculos cerrados Ico. Decidimos adoptar unas gafas de sol negras como las gafas oficiales de nuestra guild, y procuramos dar unas a todos los nuevos reclutas como presente, a condición de que en las quedadas que hiciéramos había que llevarlas puestas. Así lo hicimos, pero Tica necesitaba un elemento de distinción que la diferenciara de las demás pelanduscas curadoras que pululaban por ahí. Se decidió por el gorro Poring, uno rosita muy mono. Lo soltaban los Marin, una especie no demasiado fuerte, pero que convivía con unos osos polares ciertamente amenazadores. Pasó muchos días buscando sin éxito, no querían dárselo, pero ella perseveraba y no se rendía fácilmente. Seguia allí, sin salir de la población donde se encontraban los Marin, día tras día. Yo, por mi parte, alternaba entre ayudarla y entrenar, y así se fue haciendo grande la diferencia entre nuestros niveles. Llegó el momento en que ya no pudimos compartir exp, y la gente que se iba apuntando al clan tambien subía rápido, y ella se fue quedando atrás. Eso no me gustaba nada, así que sin que ella lo supiera yo también pasaba muchas horas buscando el gorro que la sacara de ese sitio y le permitiera seguir entrenando. El gorro no salía, así que opté por otra táctica: vendiendo patrimonio conseguí una suma de dinero, no muy importante, pero una suma maja, y me puse a buscar a alguien que lo quisiera vender. Tuve suerte y no tardé mucho en conseguirlo, asi que guardé el secreto de que lo tenía, y esperé el momento adecuado de darle la sorpresa. Cuando entró y se puso a lo suyo fui donde estaba ella, como si fuera a ir a ayudarla, y le di unas cuantas pociones de recuperación de puntos de magia. Ella dijo: “pero si no las necesito, no voy a entrenar” y yo le dije “sí, te vienes a entrenar, ya no vas a pasar mas tiempo aquí” y le di el gorro, ella se emocionó mucho, con la nieve cayendo fue muy bonito. :___)
Los miércoles y sábados había guerras de castillos, en los que los diferentes clanes se enfrentaban entre ellos por la conquista de uno de éstos. Cuando un clan tenía un castillo en propiedad, podía caminar por él a sus anchas y colocar su emblema en las banderas. Algún día el Pornó tendrá a su poring gay ondeando en Prontera… algún día. De momento nos machacaban una y otra vez sin posible resistencia, porque íbamos justos de curanderos. Tica seguía subiendo a su ritmo lento, ya que quiere hacer las cosas bien y subir todo al máximo desde el principio, lo que ralentiza su entrenamiento. Yo llegué a ser un caballero, aumentó mi fuerza y velocidad y conseguí el derecho a llevar capa y montar en PecoPeco, una especie de equino que vive por las praderas. Esperando a Tica pasaba las horas intentando conseguir cartas con las que mejorar mis armas, o endureciendo mis armaduras. Me aficioné a coleccionar gorros y llegué a tener unos 20 diferentes, algunos bastante caros. Formamos un clan muy majo de gente que venían todos de la misma página web, unas 25 personas, aunque habitualemente jugaban unas 10. Tica tuvo algún que otro roce con ellos por considerarlos un poco infantiles, no la culpo por ello, la edad es lo que tiene. :/
Reconocimiento del medio
La cosa seguía su curso para arriba, y Tica en su empeño por hacerse Priest poquito a poco. A veces la esperaba mientras iba a la peluquería y le comentaba qué me parecían sus cambios de look, y ella me recomendaba alguno a mí. Otras yo aguantaba como un campeón las embestidas de los bichos, mientras ella desde lejos les atizaba con alguna magia. Eso le hacía subir mucha experiencia, pero cuando yo me dormía de aburrimiento moríamos los 2. :/ A veces nos quedábamos un rato charlando muertos en el suelo sin prisa por volver a resucitar.
Poco a poco fuimos entendiendo todo ese mundo que al principio nos pareció tan complicado, aprendimos a encontrar puntos débiles a los monstruos, a mejorar nuestra técnica, a aprender qué objeto soltaba cada bicho y con qué frecuencia, el mejor equipamiento para cada estilo de lucha… Muchas cosas que aprender de los demás compañeros con más experiencia. Hicimos tambien buenos amigos en la lucha como Pika, Sethy (Wualu), Altayr (Nevy, Option), Monjapino, Manfred… e incluso jugaba con nosotros un señor muy majo que decía ser padre de un tal Karawapo. A la gente le atraía el emblema de nuestra guild, pero dado su carácter “jovial” solo se unían a nuestro clan degenerados, como a mí me gusta.
Descubrimos también que los monstruos pueden ser tus amigos si sabes cómo tratarlos y tienes el cebo adecuado para cazarlos, primero hay que atontarlos y luego regresarlos a su estado de huevo. Yo tenía una mascota llamada “servilleta” pero se conoce que no le gustaba su nombre, porque siempre me escupía y me decía cosas feas (sí, las mascotas hablan). Un dia desapareció… quizá porque se me olvidó darle de comer, pero ya que habla que lo pida, ¿no?
Y llegó la viruela
Cuanto más tiempo pasaba con Tica, más me iba gustando. Hicimos muchas cosas juntos. A veces íbamos a explorar lugares escondidos donde encontrar rincones románticos, íbamos caminando a lugares lejanos en vez de usar los teleportadores para disfrutar del camino, pasábamos horas y horas matando bichos para conseguir un gorro o nos sentábamos en la cabaña del bosque a criticar a las demás Priests y Dancers que son unas zorras.
Y yo no aguantaba más. A menudo notaba mariposas revoloteando a mi alrededor (entonces las mataba y me daban exp). Caminando por un prado vi a una pareja de novios recién casados. ¡No sabía que había bodas! Pregunté y me contaron que en la Iglesia de la capital se oficiaban bodas si se tenia a un cura (Priest), los vestidos y un anillo. Así que me decidí a buscar un anillo para pedirle matrimonio, pregunté qué monstruos daban el anillo y me dijeron que había diferentes tipos: de oro, de plata, con una calavera (para las bodas siniestras), pero me decidí por uno mucho más sencillo (y barato).
Empecé a hacerme ilusiones pensando en cómo sería.
Llegó la hora, esto no podía seguir así. Cogí el anillo y la llevé a la cabaña del bosque para pedirle matrimoño.
No pude soportarlo, y una voz en mi interior dijo… SUICÍDESE. Salté de la cabaña.
Tan buena que la debe haber hecho un negro
Me ha encantado tanto que casi me han dado ganas de jugar al Ragnarock, pero me he sermoneado a mi mismo la pereza que me dan los MMO pasados dos días.
Pues imagina pasados 15 años en tu caso, o 115 en el nuestro.
Jo, qué recuerdos. Una vez borracho le pedí matrimonio a mi PECO PECO.
Jajajajjaja echo de menos el viejo tu, not really
Es tierno a la par que absurdo. 10/10
Este fue siempre uno de mis artículos favoritos de Gamerah. Me acuerdo que hasta probé el juego y todo (que era un peñazo)
El mejor mmorpg de la historia después del ultima online.
Volvió Gamerah y mi reseña favorita! Faltaría una actualización con los nuevos episodios que por cierto ya no he jugado. Espero ver la reseña de motrah 4 jejejejeje