Zelda: Breath of the Wild

Os confesaré que mi intención no era, en este retorno de la Gloriosa, nada más que explicaros acerca de los bellos juegos de la Master System. Solo con eso ya tengo para varios lustros de amor, y más con la moda que apareció hace unas décadas de volver a hacer juegos para dicha plataforma.

Pero mirando en las cosas que pasan en vuestra época, he visto que ha habido suicidios en masa por el lanzamiento del Zelda de Switch, que originalmente iba a salir (y de hecho salió) en Wii U. Para evitar males mayores, y como hemos leído que aspectos como “es inabarcable” se consideran como algo positivo, vamos a hacer un análisis desde el punto de vista de un ninja casado y con hijos que se enfrenta al último reto, hasta ahora, de Link y su pandilla.

El primer Zelda, de 1984

Día 1

Consigo encender la Wii U, encontrar una tele donde aún funcione e instalarlo. Si, por alguna razón, la eShop de Nintendo aún funciona en esta época. Tras eso, la vida me obliga a empezar en otro momento.

El primer Zelda bueno, el de la Master System

Día 2

Enciendo la Wii U, elijo mi bello avatar, y empieza la partida. Link no sabe ni quién es ni cuál es su propósito en la vida, así que tras ponerse algo de ropa sale al exterior en busca de respuestas. Se encuentra a un ancianito, y le cuenta algo, a la vez que coge sus primeras armas, que por cierto, se rompen con el uso. De hecho, se rompen con pocos golpes, y estos golpes incluyen los que proporcionemos al escenario. Aparecen mis retoños, no me tienen que ver matando bokgoblins, así que aquí lo dejo.

El Zelda de Mega Drive no está mal tampoco.

Día 3

Estoy malo, lo que me permite estar más tiempo en casa. Me pongo cómodo, y me dedico a investigar las rutinas de los bokgoblins. He leído por ahí que este Zelda es el Dark Souls de los Zeldas, pero realmente parece una mezcla de The Witcher 3 y Assassin’s Creed (eso sí, mucho menos pesado que este último). Es más, mis enfrentamientos con los pobres y no demasiado inteligentes enemigos me recuerdan a los genocidios de la saga Uncharted. Porque, además, tienes que matarlos a todos para poder desbloquear el cofre de turno. ¿Por qué matas Link? ¿No ves que una vez has matado a alguien ya no se vuelve a ser el mismo? Que te lo digo yo, que los ninjas de eso sabemos mucho. En fin, que esto no es Undertale, y no podemos negociar con los bokgoblins aunque den mucha penita durmiendo en corrillos, tomándose un jabalí o restregándose en el fango. Me dice el venerable anciano que tengo que visitar 4 santuarios, y allá iré… otro día.

El Zelda de Saturn… la moda del prerrender no le favoreció, qué le vamos a hacer

Día 4

Esto de los santuarios es un poco una risa. Es básicamente un tutorial poco camuflado de los poderes de Link que, por cierto, son bastante la pera. Que si el magnetismo le permite mover el metal, bombas de luz para romper rocas, un poder que permite paralizar ciertos objetos e incluso cargarlos de energía cinética, o finalmente un congelador que eleva bloques de hielo de las aguas de turno. Para poder acceder a un par de ellos nuestro héroe tiene que superar unas temperaturas algo heladas y para ello hay dos opciones: o te tomas algún tipo de comida que te permita aguantar el frío o, mejor aún, consigues una casaca abrigada. Tras superar los 4 se desvela la trama del juego y se te permite pulular alegremente por el inmenso mapa. Tras varias horas de juego con caza, pesca, montar a caballo, conocer otros poblados, enfrentarme a otros enemigos más poderosos (y de hecho que uno de ellos me reviente de un golpe mientras era golpeado), decido que hasta aquí llegó la marea, y que necesito un descanso de Hyrule.

En 201X los Zelda salieron para todo tipo de dispositivos: iOS, Android, PCs, Consolas… ya no se respeta nada.

Día 120

No he vuelto a tocar el Zelda. No sé, tengo cosas más interesantes que hacer como escribir de Psycho Fox, Cyborg Hunter, o incluso de este juego que tanto os gusta. No hay quien os entienda.

El último Zelda de la Wii U (y el primero de la Switch) es, junto con cosas como los Zeldas de CD-I y el Link’s Crossbow Training, el Zelda menos Zelda de todos los Zeldas. Pero a diferencia de esos inofensivos juegos, los Zelda cambiaron a partir de éste, y se fueron complicando irremediablemente. En el siguiente Zelda de Switch acompañamos a Link a hacer la declaración de la renta, a firmar los papeles de su matrimonio con Zelda, y a inscribir en el registro de familiar de turno a sus vástagos. Y la culpa de todo esto es de Zelda: Breath of the Wild.

El próximo Zelda estará protagonizado por un zorro.

Porque antaño la economía de los Zelda era clara, contundente y sencilla, puro videojuego. Link rompe una jarra / derrota a un enemigo / siega una hierba y de ahí aparecen unas rupias, pudiendo invertirse en lo que consideremos. Pero ya no. Ahora Link mata a un enemigo, o recolecta hierbas, o encuentra un arma, y luego tiene que buscar alguien que le de rupias por ello, las cuales una vez en nuestro poder nos sirven para comprar otras cosas. Sí, han complicado todo el sistema añadiéndole una capa más, que lo acerca al rol de toda la vida, a pesar de que Link no tiene puntos de experiencia ni unas estadísticas claras y diferenciadas.

Por todo ello, si queréis cambiar el futuro, no juguéis a Zelda Breath of the Wild. Devolvedlo, enterradlo en el desierto que más rabia os de y, a partir de ahí, alguien hará un documental cuando encuentren varios miles (o millones) de cartuchos de mal sabor en el mismo sitio. Es mucho mejor que volváis a cosas bellas, como Golden Axe Warrior, que analizaremos en un futuro (pasado para nosotros). Cuando corresponda. Y recordad amigos, la lucha en contra del revisionismo nintendero no entiende de treguas.

(Ninja)

Lo Ninja es seguero y valenciano. Vendría a ser una version ché de Joe Musashi, pero a diferencia del otro, sigue vivo y en activo.

5 comentarios

  1. El Zelda multiplataforma con la periodista y el cerdo no estuvo mal del todo (Jan es fan).

  2. A mi me da una pereza increible este juego...

  3. Faltó la imagen del Zelda de Dreamcast.

  4. Jugando Zelda desde Link to the pasta y a cada nueva entrega me va dando más pereza, no hay prisa por catarlo...

  5. 100 años de cataclismo donde todo dios vive normal y corriente... pero eso sí, los templos crecen como una plaga y a nadie le preocupa ¿?

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