Dr. Abajo Derecha Puño
De La Real Academia de Artes del beat ‘em up
Universidad Autónoma de Yo Contra el Barrio
Me alegra de manera vehemente la invitación a este coloquio sobre la idiosincrasia del beat ‘em up y su concreción en estos inicios del siglo XXI. En este sentido, me gustaría reivindicar el carácter iniciático del género en nuestra juventud y cómo formó a una generación de frecuentadores de billar, proxenetas y segueros (estos últimos, como Vds. sabrán, compaginan los dos elementos antes citados).
Pues bien, a principios de los 90 las salas recreativas estaban llenas de niñatos con la gorra hacia atrás que se creían los Vanilla Ice de Móstoles, Castelldefells y [ponga aquí su ciudad dormitorio favorita]. Estos pequeños surtidores de combos, capaces de hacer el janekboom de Guile en menos de dos segundos o la llave imposible de Zangief –luchador proletario, el Vázquez Montalbán del wrestling– eran diríamos las nuevas generaciones del billarismo, los onanistas de la sala recreativa.
Con todo, Luchador Callejero 2 no fue su único objeto de adoración y palanquismo, no se crean. Al lado de la maquinita del hayuken, janekboom y demás efectos de sonido zarrapastrosos estilo consola de SEGA pre cederrón, estaba una colección de beat ‘em up –a partir de ahora “yo contra el barrio”– surtida de los clásicos más ídem: Knights of the Round, The Simpsons, Cadillacs and Dinosaurs, Captain Commando, PC Mus (?), etc. Epígonos del scroll horizontal que reproducían los barrios más añejos en los que la lucha por la vida de Jonatán Jesús –jugador de recres– discurría.
¿Quién no conoce al típico listo que se pasaba el Toki con 25 pts. (Doc, cabrón, sé que me lees)? ¿Y el Vendetta de Konami con Boomer? ¿Y el listo que con la tubería se cargaba a los Andores y su abultada parentela (Jr, Senior, Big Andore, etc.)? En efecto, amigos, del 87 al 94 existe lo que podríamos llamar una mística, una cosmogonía, una idiosincrasia, una forma de ser del arcade en España. Al ritmo de Paco Pil las salas recreativas se rendían ante los reyes de la palanquita, capaces de ganar a Mister Bison con puñetazos flojitos o a Zangief con el truco de salto-patada.
Fue, entonces, en el 95 cuando todo eso finalizó: los arcade se encarecieron de manera proporcional a las nuevas placas Model de SEGA con las que flipa tanto la cúpula dirigente de esta web. Miles de Virtua, a cada cual más insípido y lobotomizado, acompañados de precios ya de 50 pts. (provincias) o 100 pts. (Madrid). Era el fin de la odisea del guayón de los salones. Los volantitos, el furgón jipi de Jurassic Park no eran lo mismo que pasarse el Cadillacs and Dinosaurs con una vida. Fue el fin: los salones de barrio cutre, con el Sunset Riders o el Tetris del danzarín que se reía de ti, dieron paso a las nuevas superficies con maquinones en los cuales el gadget externo era más interesante que el juego en sí. Por supuesto, pasaron de estar en Fuenlabrada a estarlo en Majadahonda y con ello la clientela cambió, perdiendo la siempre entrañable visión del yonki dame sien duriyo para shutona y esha un visio con la blanca y pasando al menos entrañable circunloquio hola soy Rodolfos Aguacatesss y hemos quedados en la Namco Stationssss para jugar al Time Crisissssssssssssssss.
Con este cambio social el beat ‘em up declinó en una sarta de clones de Street Fighter 2 de esos que sólo salían en Saturn y que, como consecuencia, sólo compró Pirucho. Hubo luego intentos infructuosos de resucitar el Yo Contra el Barrio como Fighting Force, el Tortugas este de Konami, los Dynamite Deka (mongol beat ‘em up), Zombie Revenge y sus personajes sin codos… Títulos que sólo podían gustar a aquellos que no habían pisado unos recreativos en su vida. Esto es, el 99% de usuarios de PlayStation 2.
Henos aquí, en 2007, en la decadencia absoluta con el predominio del arcade demoniaco y sus clones en la Grecia clásica con personajes de baratillo que empiezan con K. Afortunadamente, no toda la juegoesfera está ocupada por los casualones. Clover Studio, en su juego póstumo, acaba de realizar una obra mayestática, inmarcesible, prosopopéyica, épica, genialoide; luminaria a sembrar de billarismo ilustrado las Playcacas de toda la submeseta española. Nos referimos, claro, a God Hand.
De primeras God Hand es un juego cutre, con toques THQ como las brillantes texturas o la no menos brillante niebla. Los personajes son una mierda, la música es similar a un disco malo de Coyote Dax (pleonasmo), y la cámara falla. Es, en fin, un juego destinado a vender tres copias después de que el usuario casualón lo haya deglutido gracias a los DVD comprados en tarrinas de 10.000 en esa gran web que todo el mundo visita. Pero nosotros gaymehrianos no nos quedamos aquí, no. Nosotros buscamos la esencia del videojuego, la idiosincrasia detrás de los cocos de Toki o los dos frames del Rastan. Una vez entrados en juego es cuando descubrimos que God Hand es un testimonio glorioso a la época del insert coin. Desde los malos obesos con bigote a los punkis maricas mexicanos (¿parientes de los de Final Fight en Supa Nintendo?), God Hand es pretendidamente cutre salchichero para esconder una jugabilidad sublime, a la altura de los clásicos de inicios de los 90.
Esto se debe tanto a su fluido control como a su medido reto. Como bien sabe el jugador, un beat ‘em up fácil es como un perroflauta con una camisa de Reagan: un absurdo. Esta creciente dificultad es la que convierte a God Hand en un verdadero reto a través de las múltiples técnicas especiales, combos y enlaces a realizar con los distintos golpes. Este reto es el enlace perfecto con los juegos clásicos, de los cuales ha sabido conservar su esencia serie zeta (qué guay suena decir serie zeta, te sientes un poco como el Focomelo, Jordi Costa o algún Mondo Brutto…) muy deudora de las películas infantiles de Arnoldo.
Esto nos lleva a la coda final: ¿por qué Tarantino puede hacer serie Z y que todo el mundo se compre el traje de butanero coreano de la prota y Clover no? Esta última pretensión castiza, en el sentido de Mesonero Romanos (autor que Shinji Mi(Niko)kami conoce bien), es la que convierte God Hand en una verdadera broma visual que encierra mucha más inteligencia que otros títulos de aparente profundidad.
Es por eso que quiero aprovechar este simposio para hacer una petición: padres, compren God Hand. Es barato, kitsch, y queda mejor en la estantería que los capítulos de Rebelde Way. Con ello convertirá a su hijo sin personalidad en un guay con la gorra hacia atrás.
Como el protagonista de Rascal, juego favorito de V.O.
"El que no conoce a Dios. a cualquier santo le reza " excuse me ? cof cof metal gear rising
Bueno hoy dia tenemos a bayonetta y a dante aun dando tortas por ahi, ademas de lo que va sacando platinium y si me apuras te dire que dark souls y monster hunter tienen mucho de todos contra el barrio. Ni tan mal
Y todos los Batman, Bat-clones easymode como el spiderman y el Mad Max. No es un género caído, precisamente, el del mamporro bueno.
El mayor insulto hacia los que disfrutemos del buen mamporro esque Juegos de Servicio haya dado luz verde a ese desproposito que llaman Calles de Rabia 4 y en su dia les negaran a su estudio interno su proposito de lanzar uno en Lanzador de Sueños, total infamia.