A la pluma: Narg
Nos consta que compartimos generación con el 95% de los lectores habituales de Gamerah, la web, que resulta no ser un podcast; quienes por tanto se acordarán de la Sega de los 90. La de occidente, la juvenil, la gamberra. La del grito de ¡Sega!, la del personaje de Mad Max dando puñetazos a la consola, la del Canal Pirata.
En Japón era muy diferente. Ignorando los recreativos, donde sí era popular, Sega era casi desconocida en el mercado doméstico. Y curiosamente, basaron su estrategia de promoción en este hecho: en ser el nicho, la consola que eligen los que no quieren seguir la corriente, pero no en el sentido de “adolescente rebelde” de Estados Unidos o Europa, sino en el de “soy especialito”.
La Sega de Japón es la loca, la rara, la meta. Meta, en el sentido de que Sega, la empresa, se convirtió en un ¿ente? con participación en el lore, prácticamente un personaje dentro del universo Sega. Segata Sanshiro. Segagaga. El anuncio del Shenmue. Lanzamientos locos (¿Seaman?) que ayudaban a construir la imagen friki que les separaba del resto de compañías del sector.
Por qué cuento todo esto, diréis. Pues porque tenemos otro Segagaga entre manos.
404 Game Re: Set es un juego que solo Sega puede estar tan loca de sacar
Antes de nada, hay que explicar que vamos a hablar de un juego para móviles. El otro día comentaba el Alcalde en el foro secreto que los juegos de móvil deberían ocupar un mercado diferente al de los videojuegos de consola y PC, y tiene su parte de razón. Son un mundo tan diferente que, salvo casos excepcionales como el Genshin Impact, a los medios generalistas de videojuegos jamás se les ocurriría reseñarlos. Y menos si solo salen en Japón.
Pero en Gamerah ni somos generalistas, ni somos medio, probablemente ni seamos una web ya. Y nuestros lectores no es que tengan muchas luces, así que nos da igual todo. Ya hemos hablado una vez de un juego de móviles, y esta va a ser la segunda vez. (Y más que hablaremos.)
404 Game Re: Set («Error Juego Reseteado» en España y América Latina) es, en lo más básico, un juego de móvil free to play, con mecánicas de gacha (o gachapón) para la monetización, con actualizaciones constantes (game as a service), y que ofrece chicas guapas (léase, “waifus”) para tentar a los jugadores a que abran la cartera. Nada fuera de lo habitual, hay miles de juegos iguales, algunos vivos, muchos ya desaparecidos.
La primera diferencia a simple vista es que, en este caso, las waifus son personificaciones de juegos clásicos de Sega. No personajes de los juegos, no. Personificaciones de los juegos completos. Como si el juego, algo inerte como concepto, cobrase vida. Lo de las personificaciones es algo habitual también en Japón, pero diría que es la primera vez que se personifican videojuegos. Virtua Racing. Space Harrier. Crazy Taxi. Altered Beast. The House of the Dead.
Pero lo más importante es que
Sega es la verdadera protagonista
El juego se desarrolla en un mundo en el que Sega se ha convertido en una corporación gigantesca que lo controla todo, y lo ha conseguido usando a sus propiedades intelectuales personificadas (a partir de ahora, “waifus”) como herramienta. Esto no es algo positivo: Sega es malvada, y las waifus son… del lado oscuro, digamos. Nuestro trabajo es ir convirtiendo a las waifus al lado de la luz, y con eso corregir las acciones malvadas que han convertido a Sega en esa megacorporación, cambiando el pasado. Como es de esperar, hay muchos saltos temporales, pero también los hay interdimensionales, con intervenciones de otros mundos donde la megacorporación reinante es Bandai Namco, Taito, o (en un futuro) Capcom y SNK.
La historia está escrita por Yoko Taro. Sí, el de Nier, que según se vio en el video de presentación del juego, no sabe muy bien por qué le han llamado, ni qué es un juego de móvil o un free to play, y que había rechazado el proyecto al principio, pero como le dejaban usar las IPs de Sega a su bola dijo que vale, y lo más importante, que “se alegra de que le digan que va a ser el típico juego de Sega que no va a ganar dinero”.
Esa frase resume todo lo que quería decir del juego, en realidad. Es un juego hecho exclusivamente para los fans de Sega en Japón, que ya hemos dicho que apenas hay, y de ese pequeño grupo, tiene que convencer al todavía más pequeño grupo de fans de Sega que juegan a juegos de móvil free to play. El nicho del nicho. Un juego imposible, un juego que jamás debería haber ocurrido. Un juego tan Sega, tan consciente de sí mismo y de la imposibilidad de que salga bien, que dan ganas de apoyarlo y de desearle lo mejor.
Para acabar, y antes de darle paso a Ahgueo, mencionar otra cosa muy Sega: aparte del título en sí, que es terrible, 404 Game Re:Set salió el 25 de abril, el día anterior al mayor lanzamiento en móviles del año, Honkai Star Rail, un juego anunciado desde hacía meses, el primer juego que Mihoyo saca desde que apareció el Genshin Impact. Por supuesto, premeditadamente, buscando ser el caballo perdedor, el underdog. Porque eso es lo que Sega es, y eso es lo que nos sigue molando a los segueros.
A la pluma: Ahgueo
Dicen que los experimentos mejor con gaseosa, y en SEGA los hacen con Yoko Taro, con su panteón de IPs y con waifus. Una sacada de minga poco discreta.
Creo que llevaba más de 10 años sin tocar un juego de móvil. Si bien se les llama juegos, para mí no tienen nada que ver con los que realmente molan, los que precisan de cierta interacción y pericia con un conjunto de botones. Estoy de acuerdo con que los juegos de móvil son una rama aparte, como el mus, las tabas, el pachinko o Death Stranding.
Pero ha tenido que ser SEGA, una vez más la maldita SEGA, la que me arrastrara de nuevo a la mierda de los móviles con lo que ya considero el título perfecto.
404 Game Re: Set es un 11 sobre 10. Es el ganador de la Copa del mundo del videojuego. Todo lo que me gusta está en este Erage, como se le llama de manera abreviada. Y todo lo que odio, pues ha hecho que me acabe gustando.
Como ejemplo, las gachas. En mi vida he sentido tantas ganas de querer acumular la moneda virtual con la que hacer el canje. ¿Y por qué? Porque te pueden tocar esas waifus jamonas basadas en los mejores juegos de la historia. Si ante la perspectiva de jugar a un Hang On o un Outrun en mi Sistema Maestro ya me ponía palote, imaginaos ahora que me los han convertido en féminas de buen pedigrí. Se puede tender la colada ahí.
Pero es que el efecto subyacente a waifear todos estos títulos de culto de nuestra empresa fetiche va más allá. Ahora puedo coger (también con el sentido del vocablo argentino) un Altered Beast, por ejemplo, y creerme que estoy metiéndome bien adentro en el mundo de la waifu que simboliza este juego en cuestión. Un avatar que, para los que no tengáis la referencia visual, a día de hoy estaría censurado incluso en la mansión Playboy.
Es por ello que me quito el sombrero ante Yuugen, el artista del juego y responsable principal de que no me quede papel higiénico en casa. En la vida, y ya sé que me repito, he sentido tantas ganas de comprarme un artbook o todo lo relacionado con la magia que este hombre ha sacado de su chistera para humanizar a juegos de la talla de Dynamite Deka. Que digo yo, ¿qué exóticas hierbas hay que fumarse para acometer semejante tarea? Pero sabiendo que Yoko Taro está al mando del absurdo guión del juego (y es que no podía ser otro quien aceptara este despropósito), todo, todo, absolutamente todo se vuelve evidente y plausible. ¡Claro, Erage siempre estuvo ahí! ¡Era una fantasía húmeda que podía hacerse realidad! ¿Cómo nadie en SEGA pudo pensar en ello cuando este mercado podría haber dado algo de dinero, una década antes, cuando la mayoría de nosotros mandamos estas aplicaciones a hacerle compañía al ukelele de Karawapo en sus profundidades anales?
Es que parece que en SEGA sean alérgicos al dinero. Como yo, que debería estar siguiendo valores de acciones para invertir en lugar de escribir esta puta mierda. Por eso el espíritu del erizo se revuelve fuerte en gente como nosotros, dando pie a un mantra que certeramente instauró el ictiólogo Ed Annunziata: “hay un seguero en ti”.
Y no hemos hablado de la música. ¡Oh, la música! Míster Ohtani, Tomoya, es un compositor que en SEGA tiene su relevancia (N. del E.: para quien no lo conozca, es el compositor de todos los Sonic modernos), y a partir de ahora también en mi vida. Ha hecho unos remixes y versiones de temas clásicos que dan aún más gustirrinín si cabe a todos los jugadores con más años que pelos en la huevada. Y digo jugadores, pero en este caso sería más preciso llamarlos espectadores, principalmente por dos motivos.
El primero es porque están asistiendo a un jodido espectáculo, de ahí la etimología. Y el segundo es por el estilo de los combates, una suerte de danmaku que se puede automatizar porque entre los controles ortopédicos típicos de aplicaciones de móvil que sueñan con ser videojuegos de verdad y la cantidad de bolas en pantalla, Erage es más injugable que las últimas horas de cualquier Metal Gear.
En definitiva, Erage es tan punky, tan SEGA, que un día de estos seguro que me levanto con un tremendo disgusto: encenderé el móvil y veré que mis waifus grindeadas al máximo durante horas y horas, en una huida hacia delante por querer darle un sentido a mi vida, han desaparecido para siempre. Pero no me importa. Esta historia ya me la conozco. Cada minuto de esta experiencia habrá merecido la pena. Solo espero que el despilfarro provocado internamente por este título no ponga en peligro nuestro chute de Yakuza anual (saga que, a pesar de todo, no le llega ni a la suela de los zapatos a este Erage). Y ahora si me disculpan, ya basta de escribir patochadas, tengo cosas más importantes que hacer. Mis waifus-tamagochi me reclaman.
esta chulo
Si les da pelas, ¡todo bien! Waifus aparte, la idea de que el juego juegue por ti, es un poco egh.